J. R. R. Tolkien pasó a la historia por ser capaz de inventar todo un mundo de fantasía, con multitud de paisajes, razas ficticias, animales e incluso plantas. Estas últimas quizás sean las que pasan más desapercibidas. Como mucho les prestamos atención a los ents, más que nada porque son árboles que hablan. Pero si nos centramos en lo que es solo vegetación, lo dejamos como parte del paisaje. No obstante, en Los Anillos de Poder es inevitable no posar la vista en los maravillosos árboles dorados y plateados que brillan en los bosques de los territorios elfos. La propia Galadriel habla de ellos al mencionar cómo echa de menos su tierra. ¿Pero son realmente ficción estos árboles?

A bote pronto, la respuesta es sencilla. No hay árboles cuyas hojas sean de oro y plata. Sin embargo, en la vida real sí que encontramos algunas plantas y hongos que, en conjunto, pueden acabar teniendo una apariencia similar a la de los árboles que vemos en Los Anillos de Poder.

De hecho, Tolkien se basó en algunos árboles reales para la descripción de su propia flora. Introdujo bastante ficción para adornarlos, pero es la columna vertebral de la que tendríamos que partir para obtener un árbol como los que tanto gustan a los elfos.

Los árboles de ‘Los Anillos de Poder’ en la vida real

Uno de los árboles de los que más se habla en las novelas de Tolkien es el mallorn. Crece solo en Aman, Númenor y Lórien, aunque hay algunos similares en otras ciudades habitadas por elfos. En general se caracteriza por el brillo de sus hojas de oro y plata. Pero hay un árbol real con el que guarda cierto parecido: las hayas.

De hecho, aunque sus hojas, más grandes y alargadas, no se caen en invierno, se considera que Tolkien se basó en las hayas para crear el mallorn. Ahora bien, no podemos hacer grandes comparaciones, más allá de su corteza lisa y gris, la forma del tronco y la distribución de las hojas. Además, brilla en la oscuridad. Y eso no es fácil de encontrar en la vida real. Aunque tampoco es imposible.

En el segundo capítulo de Los Anillos de Poder, en una conversación entre Elrond y el príncipe Durin, el elfo se sorprende al ver que el enano sembró las semillas que le regaló. La esposa del príncipe, Disa, comenta que quiere al árbol prácticamente como a sus hijos y ambos relatan que no esperaban que pudiese crecer en un lugar tan oscuro como las minas. No solo crece, sino que ilumina con fuerza la estancia.

En la vida real, no es algo habitual en los árboles, pero sí en algunos de los hongos que los invaden. Se trata de hongos capaces de emitir bioluminiscencia, posiblemente como mecanismo de atracción para insectos que se encargan de distribuir las esporas. 

Buen ejemplo de ello es el hongo fantasma (Omphalotus nidiformis). Suele crecer en Australia y la isla de Tasmania, donde generalmente prolifera en árboles muertos. Por la noche emite boluminiscencia en un color verde azulado, aunque esta es tan tenue que solo se ve en completa oscuridad y una vez que los ojos se han acostumbrado a ella. 

Pero no hay que irse tan lejos para ver árboles cubiertos por hongos bioluminiscentes. En las regiones mediterráneas tenemos la seta de olivo (Omphalotus olearius). Esta se caracteriza por su sombrero grande, de color anaranjado, y si bien se creía que solo crecía en los olivos, se ha observado también en otros árboles como las propias hayas. Por lo tanto, un haya cubierta por estas setas podría ser un buen ejemplo de árbol que pudiera haber inspirado a Tolkien.

¿Pueden crecer estas plantas en total oscuridad?

Todos los árboles son fotosintéticos, por lo que necesitan la luz del sol para sobrevivir. En consecuencia, crecer en una mina, como en Los Anillos de Poder, sí que sería algo propio solo de la ficción. No obstante, es cierto que existen algunas especies que pueden crecer más fácilmente en lugares sombríos.

Entre ellos, curiosamente, se encuentran algunas hayas, como el haya americana (Fagus grandifolia), que puede vivir perfectamente en lugares en los que no reciba luz solar directa. Por lo tanto, parece bastante claro que si tuviésemos que buscar un árbol real que pudiera suplir los que aparecen en las historias de Tolkien, las hayas serían grandes candidatas. Eso sí, con una buena cubierta de hongos. Lo del oro y la plata ya es otra cuestión, pero es lo que tiene la fantasía. Se puede jugar a buscar símiles en la vida real, pero sin juzgar que no tengan sentido. Si lo tuviera, quizás sería más lógico hablar de novelas costumbristas.