En cualquier otro momento del último lustro, Paper Girls, la nueva serie de Amazon Prime Video, habría sido un éxito. Después de todo, el cómic original de Brian K. Vaughan y Cliff Chiang es una historia brillante en la que mezclan nostalgia y ciencia ficción con gran precisión. La producción podría haber sido una combinación adecuada entre un drama adolescente y un recorrido vertiginoso de ideas novedosas. La realidad es que no lo es, ni por asomo.
Después de la cuarta temporada de Stranger Things en Netflix, la adaptación de Christopher C. Rogers de Paper Girls resulta tibia. En general, porque ambas series manejan códigos semejantes y se mueven en espacios parecidos. Solo que la producción de Prime Video lo hace con menos elegancia, más torpeza y menos que decir que la de Netflix. Y como si eso no fuera suficiente, ambas analizan el crecimiento, la madurez y el despertar de la primera juventud para contar una historia.
Paper Girls se queda corta en su capacidad para narrar sus conflictos, matices y los nudos más complicados de su trama. Al final del primer episodio, la sensación general es que la serie carece de personalidad y no es otra cosa que un producto sin identidad. Tanto como para recorrer el emocionante argumento de una aventura que involucra un extrañísimo viaje en el tiempo sin mayor sustancia.
De hecho, uno de los puntos más bajos de la serie de Prime Video es su poca inteligencia, y peor destreza, para contar una historia que requiere audacia.
Paper Girls
Paper Girls, nueva serie de Prime Video, intenta crear una premisa basada en lo asombroso mezclado con la nostalgia. Todo, a través de los códigos de la ciencia ficción. Una fórmula que podría parecer original, si la espléndida cuarta temporada de Stranger Things no acabara de estrenarse. La producción de Prime Video se queda corta en ejecución, y en su capacidad para construir una versión sobre la aventura y la ingenuidad que deba atravesar elementos pocos usuales de lo extraordinario.
Una extraña colección de lugares comunes
Paper Girls, carece de la soltura, la fluidez y la inteligencia de Stranger Things para analizar escenarios e interconectar historias. La serie de Prime Video comienza con una recreación muy rápida y sucinta, casi superficial, de la vida de sus protagonistas. Lo hace con referencias directas al cómic de origen — hay escenas calcadas de las viñetas que enaltecen el apartado visual —, pero sin eficacia alguna. De hecho, uno de los puntos más bajos de la serie es su incapacidad para vincular lo extraordinario que está a punto de suceder con lo cotidiano. Un elemento de considerable interés en la historia original. En especial, porque el dilema enfatiza la idea de los héroes que abandonan el mundo corriente para avanzar a parajes asombrosos.
Para el guion de Paper Girls, el tránsito entre la vida común y lo que espera más allá carece de consistencia. Estas cuatro adolescentes repartidoras de periódicos son un compendio de clichés sin la menor exploración de su personalidad. De la misma manera que en el cómic, no son amigas, lo que hace que incluso la narración tenga problemas para describirlas por comparación. La relación que se muestra entre ellas es la eventualidad de recorrer el pueblo en las típicas rutas de periódicos.
Y aunque parezca un detalle menor, esta carencia de química entre los personajes repercute e impacta en el resto del discurso. Hay una cierta distancia y frialdad en la mirada amable y poco inconsistente sobre los personajes. Erin, Tiffany, KJ y Mac no son un equipo. En realidad, están destinadas a serlo. Están sostenidas sobre la percepción y la eventualidad de que son heroínas en formación, a punto de descubrir su fortaleza en mitad de circunstancias extraordinarias.
Paper Girls, una aventura sin verdadera osadía
Pero la premisa resulta poco creíble en medio de la rápida e incompleta transición de conversaciones casuales a un viaje en el tiempo. Paper Girls no tiene la sutileza e ingenio como para plantear el conflicto como un suceso extravagante en mitad de la vida cotidiana. Y, en particular, explicar por qué lo sufrirán — atravesarán y vencerán — cuatro chicas sin otra capacidad que su inteligencia.
Sobre todo, cuando el argumento enfatiza que esta singular condición de un viaje temporal e interdimensional tendrá consecuencias de toda índole. Aún más desconcertante: que será un cataclismo total, completo y devastador, capaz de mover los cimientos de la realidad.
Sin embargo, Paper Girls no permite que sus personajes sean el centro de su narración. Lo que evita que haya empatía, reconocimiento o, incluso, simpatía directa por cualquiera de ellas. El guion se apresura en dejar claro que algo asombroso ocurrirá y que solo eso es lo importante. Y cuando finalmente acaece, la serie pierde la poca solidez que logró sostener su visión sobre héroes improbables que sujetan su argumento.
Una adaptación del montón
Paper Girls cumple con todos los requisitos en apariencia inevitables en la actualidad para que una producción sea un fenómeno del streaming. Tiene un grupo de personajes carismáticos que, mejor desarrollados, podrían ser el núcleo principal de la historia. También tiene el tropo mayor del viaje en el tiempo, construido a la medida de una vuelta de tuerca al mundo de los futuribles. Y, por si eso no fuera suficiente, una graciosa y amable estética de la década de los ochenta, que envuelve toda la premisa en un aire vital.
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Pero, quizá, el mayor problema de Paper Girls es que no logra que todos esos puntos encajen en un todo. Tampoco, deslastrarse de la condición de ser un producto que se encuentra bajo la sombra de otro mayor, mucho más exitoso. Quizá, sin Stranger Things a la vista, Paper Girls habría sido un éxito. Sin embargo, solo puede aspirar a una curiosidad menor y olvidable en medio de una pléyade de opciones más interesantes y mejor construidas.