La tecnología actual resulta muy amigable. O lo intenta. Pulsando unos botones, siguiendo unos sencillos menús y asistentes de configuración, no necesitas ser un ingeniero para programar la lavadora, grabar y subir un vídeo a internet o configurar la iluminación inteligente de tu hogar. Pero la tecnología en general, y la informática, en particular, no siempre han sido ni son tan simples. En ocasiones, requieren esfuerzo, dedicación y conocimientos. Pero el movimiento No Code quiere cambiar esto. ¿Y si pudiéramos diseñar nuestras propias aplicaciones móviles sin necesidad de programar, sin código?
No descubro nada nuevo. Hace años que existen propuestas de este tipo. Hemos logrado que tareas complejas estén al alcance del usuario medio y hoy nos parece algo natural, si bien hace unas décadas sólo estaba en manos de unos pocos. Me refiero a tareas tan comunes como usar un ordenador, editar vídeos y fotografías o publicar tu propio libro electrónico. ¿Por qué no ir más allá? En una sociedad en la que todo gira entorno de internet, de las aplicaciones y de lo digital, podemos hacer que cualquiera pueda crear una página web o una aplicación. Basta con una herramienta gráfica que facilite esta tarea.
La principal barrera para ello está en el código. Para crear una aplicación o página web de manera profesional hay que conocer determinados lenguajes de programación, emplearlos en la práctica escribiendo código, depurando ese código, compilándolo, probándolo en un entorno real o virtual y un largo etcétera. Pero el movimiento No Code quiere simplificar este proceso. ¿Por qué no convertir la tarea de programar una app en algo tan fácil como crear un documento de Word o una presentación de PowerPoint?
Cuanto más simple, mejor
Echar la vista atrás en la evolución de la informática es una manera práctica de entender el problema. Los primeros ordenadores eran armatostes gigantescos y artesanales en los que todo se tenía que hacer casi manualmente. Las órdenes se introducían con tarjetas perforadas, previa traducción en el idioma que entendiera la máquina. Luego ésta devolvía el resultado imprimiéndolo en papel. De ahí a todo lo que podemos hacer con nuestro teléfono móvil usando un dedo de la mano, normalmente el pulgar, está claro que hemos evolucionado mucho. Y la clave está en que todo se ha simplificado de cara al usuario. Por dentro ya es otra historia.
Si hoy, para manejar un dispositivo electrónico, no es requisito indispensable saber comandos o tener nociones de programación, por esa regla de tres deberíamos poder programar aplicaciones de la misma manera. ¿La clave? Las interfaces gráficas, que convierten el código en elementos virtuales fáciles de decodificar mentalmente por cualquiera. Precisamente, desde hace años se introduce a los más pequeños en la programación con aplicaciones como Scratch, que representan piezas de código mediante las partes de un puzle y otros elementos con los que es más cómodo interaccionar en una pantalla táctil o con teclado y ratón.
Del Low Code al No Code
Primero fue el movimiento Low Code. Este término fue acuñado por la empresa de investigación y asesoría empresarial Forrester Research. La idea detrás de este concepto es democratizar el acceso a la creación de aplicaciones y otros proyectos digitales que requieren código de por medio. No se trata de eliminar a los profesionales del código. Sino permitir que cualquier profesional sea capaz de programar sin código. O al menos, con el mínimo código posible.
Con el tiempo, esta filosofía ha evolucionado y hoy se apuesta drásticamente por el concepto de No Code. El propósito es el mismo. Que no saber programar no sea un impedimento. De ahí la proliferación en los últimos años de herramientas, muchas de ellas online, que hacen de programar una tarea sencilla. Incluso soluciones profesionales como el Android Studio de Google sigue esta filosofía para que programadores y no programadores se sientan a gusto creando aplicaciones Android. Con código o con menús gráficos, como el editor de diseño, que permite añadir elementos gráficos en pantalla mientras el archivo XML correspondiente se va completando con el código.
Para lograr su propósito, las plataformas y servicios No Code ofrecen plantillas y editores gráficos que convierten la experiencia de programar en una actividad más propia de un puzle. Normalmente, mediante elementos modulares que gestionamos con el ratón y el teclado, la herramienta los traduce en código que nosotros no necesitamos editar manualmente. Eso sí, podemos ver al mismo tiempo ambas versiones, la gráfica y la textual.
Otra particularidad del movimiento No Code es que unifica en sus herramientas todo el proceso desde que se diseña una aplicación o página web hasta que se publica online o en la tienda de aplicaciones correspondiente. Así, no sólo creamos la aplicación, también podemos probarla, integrar elementos como pasarelas de pago o servicios de terceros y, finalmente, la enviamos para que los usuarios de iOS y Android puedan descargarla en sus dispositivos.
Ventajas para empresas y particulares
Si democratizamos la creación de aplicaciones, entonces ya no se trata de una competición por ver quién programa mejor. El campo de batalla se iguala y convierte la pugna por ver quién tiene la mejor idea. Es más, muchas ideas se han desechado porque la persona en cuestión no contaba con los conocimientos, contactos ni capacidad de inversión necesaria. Precisamente, el coste de la creación de aplicaciones y páginas web resulta más económico gracias a soluciones de tipo No Code. Al igual que hoy en día cualquiera puede emitir en directo a través de YouTube o Twitch sin el desorbitado presupuesto que manejan las tradicionales emisoras de televisión, una aplicación se puede crear en menos tiempo y con un presupuesto mucho más limitado.
Por poner unas cifras. Según la revista Fortune, el 97% de su lista de referencia Fortune 500 emplea soluciones No Code para desarrollar productos digitales como aplicaciones, juegos o páginas web. Y esto llevará a que en 2025, el 70% de aplicaciones del mercado, muchas de ellas instaladas en tu teléfono, tendrán componentes No Code. A lo que hay que añadir la experimentación con inteligencia artificial. Soluciones como OpenAI permiten programar empleando lenguaje natural.
Esto no significa el fin del programador como tal. Es más, cada vez se demandan más perfiles profesionales como Front End Developer, UI/UX Designer, Full Stack Developer, Product Manager o Backend Developer. La lista es extensa. En realidad, ambos pueden convivir. Programadores y no programadores, bajo el movimiento No Code. Simplemente, para proyectos más sencillos o con poco margen de maniobra, se acudirá a soluciones No Code, mientras que en el ámbito más profesional, se mantendrá la situación actual.
Por otro lado, tampoco choca con la idea generalizada de que hoy en día todo el mundo debería contar con nociones de programación. Sigue siendo algo recomendable, y que se ha ido integrando en los currículos escolares como materia de estudio: robótica, programación, etc. Simplemente, perfiles profesionales cada vez más relacionados con la programación, podrán vivir sin código en sus proyectos sin que sea una traba para crear productos digitales profesionales.