Las profundidades del océano suponen un lugar extremadamente oscuro. Tanto que algunos de los animales que allí habitan se convierten en pequeñas linternas nadadoras, al emitir luminiscencia con sus cuerpos. Pero esta bioluminiscencia no es suficiente para que otros animales acuáticos mucho más grandes se desenvuelvan en tareas tan esenciales como la caza. Se sabe que algunos cetáceos, como las ballenas, utilizan la ecolocalización. Pero otros mamíferos, como las focas, no tienen esa habilidad. Por eso, durante mucho tiempo su estrategia para cazar en la oscuridad ha sido un misterio. Ahora sabemos que, en realidad, su truco secreto reside en su propio cuerpo. Concretamente en sus bigotes.

Es la conclusión de un estudio recién publicado en PNAS de la mano de científicos de la Universidad de California. En él instalaron una serie de cámaras en las mejillas de un grupo de focas para analizar cómo usan sus bigotes para cazar.

El método de las cámaras fue muy importante, ya que hasta ahora el uso que hacen las focas de sus bigotes solo se había estudiado con modelos informáticos o animales en cautividad. Esta ha sido la primera vez que se las ha estudiado directamente en su hábitat. Y los resultados están bastante claros. 

¿Cómo usan sus bigotes las focas?

Todas las focas tienen lo que se conoce como vibrisas o bigotes faciales móviles. Esto quiere decir que, al contrario que los humanos, pueden mover los pelos de sus bigotes. Pero no todas los tienen igual de sensibles. Concretamente, los elefantes marinos del norte (Mirounga angustirostris) son los que tienen más fibras nerviosas por bigote

Por eso, puesto que también son de la familia de los fócidos, conocidos como focas verdaderas, fueron la especie elegida para el estudio. Se interceptó a algunas hembras que viven en libertad y se les colocaron cámaras en sus mejillas para seguirles en sus maniobras de caza.

Los elefantes marinos del norte son las focas con más fibras nerviosas por bigote

Las cámaras estaban dotadas con un flash LED de luz infrarroja, que no es visible para las focas, pero puede ayudar a los científicos a ver mejor lo que ocurría en la oscuridad. Así, observaron que cuando las focas se acercaban a una presa en la oscuridad del océano extendían los bigotes hacia delante y empezaban a moverlos de forma rítmica, extendiendo y retrayendo.

Una vez cazada la presa, dejaban de realizar estos movimientos, por lo que está claro que lo hacían para dar con ella. Los autores del estudio creen que esto se debe a que, con sus sensibles bigotes, son capaces de detectar perturbaciones en el movimiento del agua que indiquen la cercanía de otro animal. Sí, podrían ayudarse en cierto modo de la bioluminiscencia de otras especies, pero sus bigotes son su herramienta de caza principal.

Taiki Adachi et al. (2022)

¿Y ahora qué?

Estos investigadores son conscientes de que, en realidad, lo que hacen las focas no dista mucho de los movimientos de algunos mamíferos terrestres que usan sus bigotes para rastrear el terreno.

Por eso, su siguiente paso será realizar comparativas entre las focas y otros mamíferos dotados con bigotes. Así, podrán comprender mucho mejor la finalidad de estos apéndices cuyo poder va mucho más allá de convertir a focas y otros mamíferos en animales adorables.