Casi todos hemos experimentado alguna vez esa desagradable sensación de dolor y taponamiento en el oído cuando un avión despega o aterriza. Es lo que se conoce como barotrauma u oído de avión y, como ya sabemos, se debe al cambio brusco de presión que ocurre cuando el vehículo asciende o desciende muy deprisa. ¿Pero cómo puede ocurrir esto si las cabinas de los aviones están presurizadas?

Sí, es cierto que lo están. De hecho, si no fuese así, los vuelos en avión serían muy incómodos, o incluso peligrosos, ya que la baja presión al alcanzar una altura considerable dificultaría el acceso al oxígeno de los pasajeros. Pero esa presión que se genera artificialmente en la cabina no puede ser constante. Si así fuera, habría una variación muy grande entre el interior y el exterior de la nave y su estructura podría no soportarlo.

Por eso, aunque los efectos no sean tan bruscos como si estuviésemos fuera del avión, la presión en su interior también cambia y puede dañar nuestros oídos. ¿Pero cómo lo hace? Y, sobre todo, ¿qué podemos hacer para evitarlo?

¿Por qué se presuriza el avión?

Ya hemos visto que el avión se presuriza, entre otros motivos, para evitar problemas respiratorios en los pasajeros. ¿Pero por qué se producirían esos problemas?

La clave está en la altura. A medida que ascendemos, la densidad y la presión de la atmósfera disminuyen. Esto es un problema por dos motivos. Por un lado, si la densidad de la atmósfera disminuye, tendremos una cantidad menor de moléculas de los gases que la componen, entre ellos el oxígeno. En cuanto a la presión, se dificulta un proceso conocido como difusión simple, por el cual los gases pasan de un medio a otro por diferencia de presión. 

El descenso de presión a medida que ascendemos dificulta el intercambio gaseoso en los pulmones

El aire que respiramos es gaseoso, por lo que también pasa al interior de nuestros pulmones de este modo. Normalmente, al nivel del mar o alturas no muy elevadas, la presión parcial del oxígeno, que es su contribución a la presión total del aire, es mucho mayor en la atmósfera que en los capilares que intervienen en el intercambio de oxígeno en los pulmones. Por eso, este gas pasa muy rápido hacia ellos. No obstante, cuando estamos a gran altura y la presión disminuye, ya no hay tanta diferencia, por lo que esa difusión se complica. Para evitarlo, se presuriza la cabina del avión, pero siempre intentando que se compensen los cambios que están teniendo lugar en el exterior de la nave. 

Las causas detrás del taponamiento de oídos

El oído humano está compuesto por tres secciones: el interno, el medio y el externo. Si nos centramos en el medio, en él se encuentra el tímpano, un órgano esencial para la audición. Pero es un órgano muy sensible a los cambios de presión entre el interior del oído y el ambiente externo. Por eso, existe una estructura tubular, llamada trompa de Eustaquio, que conecta el oído medio con la garganta y la nariz. Su función es regular la entrada y salida de aire para igualar la presión a los dos lados del tímpano.

Desgraciadamente, este efecto solo se logra cuando los cambios de presión son lentos y progresivos. Por ejemplo, si subimos por la ladera de una montaña, la presión será cada vez menor, como es normal cuando se aumenta la altura. Sin embargo, como ocurre poco a poco, la trompa de Eustaquio tiene tiempo a regular esa presión. El problema es que en un avión la velocidad es mucho mayor. En los despegues la presión disminuye rápidamente y en los aterrizajes aumenta. Así, el tímpano se somete a un cambio de presión inmenso, que le impide vibrar con normalidad. Esto dificulta la audición, de modo que los sonidos se sienten amortiguados. Pero, además, se presiona hacia dentro o se expande, dando lugar a un dolor intenso. Y también experimentamos esa sensación de taponamiento a causa del bloqueo de la trompa de Eustaquio. Ese es el famoso barotrauma u oído de avión.

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¿Cómo podemos evitarlo?

En algunos vuelos es común que los azafatos repartan caramelos o chicles a los pasajeros justo antes del aterrizaje. Si no lo hacen, nosotros mismos podemos llevar uno encima. En general, masticar es una buena opción, ya que el movimiento de la mandíbula ayuda a la trompa de Eustaquio a introducir aire que iguale los cambios de presión. También se puede hacer el gesto de bostezar o de masticar sin comer nada.

Otra opción es la maniobra de Valsava, bautizada así en honor a Antonio Valsava, el anatomista italiano que le dio nombre a la trompa de Eustaquio. Dicha maniobra consiste en soplar ligeramente por la nariz, como si nos la sonáramos, pero apretando las fosas nasales con los dedos para que el aire no pueda salir. Así, se facilita la apertura de la trompa de Eustaquio y se ayuda a igualar la presión.

Se desaconseja dormir durante el despegue y al aterrizaje para evitar el oído de avión

Por otro lado, un consejo importante es evitar dormir durante las maniobras de despegue y aterrizaje del avión. Esto se debe a que mientras dormimos minimizamos algunos gestos como bostezar o tragar, que pueden ayudar a mover la trompa de Eustaquio e igualar la presión en el oído.

Ahora bien, si no hacemos nada de esto, en principio no pasará nada grave. Simplemente, tendremos que lidiar con algo de dolor de oídos, que no debería durar mucho tiempo. De hecho, si se alarga demasiado una vez que hemos terminado el vuelo, sí que deberíamos consultar a nuestro médico.

Pero esa es solo una excepción. Lo habitual es que los cambios de presión nos jueguen únicamente una pequeña mala pasada. Independientemente de la presurización de la cabina del avión. 

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