En la serie Separación de Apple TV+, dirigida por Ben Stiller, trabajar no es solo una forma de sustento. También es una manera de definir la identidad. Lo cual, por supuesto, no es poco frecuente en el mundo corporativo actual. Lo que sí es una idea singular e inquietante es la posibilidad que la personalidad laboral pueda ser escindida de la cotidiana. Y no desde un punto vista de metafórico, sino a través de un procedimiento médico que bifurca el cerebro del empleado en dos funciones distintas. En otras palabras, convertir al empleado en dos personas a la vez atrapadas en un único cuerpo. Ambas personalidades, con objetivos, inclinaciones y deseos distintos a menudo opuestos.

Separación explora su extrañísima premisa con una frialdad de pesadilla. Los Innnies, la personalidad laboral que resulta del procedimiento, permanecen horas en las oficinas. Programados para repetir tareas sin quejas ni preocupaciones. Disfrutando de la rutina y con la sensación que trabajar  — incluso hasta la extenuación — es un privilegio del que deben disfrutar. Por otro lado, los Outies o el resto del individuo que disfruta la vida fuera de la oficina, es un autómata confuso. Tanto como para los que personajes vayan de un lado a otro tropezando entre sí con una felicidad fría que aterroriza por su siniestra cualidad confusa. 

La serie de Apple TV+ aborda ese mundo doble entre espejos desde la percepción de un entorno que recuerda inevitablemente a los relatos más claustrofóbicos de Kafka. Todo la atmósfera es pulida, simétrica, limpia, tan pulcra que cualquier elemento fuera de lugar remite a un mundo que no existe.

Lumen Industries, el escenario de buena parte del argumento, es una eficaz cárcel en la que los Innies permanecen confinados por horas. Jornadas extenuantes que disfrutan sin quejas ni tampoco matiz. En esta superestructura empresarial de Separación, el trabajo es una condición que se conecta con lo físico. Que define, sostiene y elabora una mirada sobre lo que somos, despiadada y pulcra. 

La cárcel del trabajo de Separación

Mark se sometió al proceso después de la muerte de su esposa. Y lo hizo con toda la intención de obtener en su “innie” un espacio de paz mental en medio del duelo. La decisión terminó por sacudir su percepción sobre el dolor hasta transformarlo en otra cosa. Una especie de empujón desagradable y angustioso hacia un silencio mental y emocional con tintes de alienación a gran escala.

A medida que Separación avanza, es evidente que Lumen Industries canibaliza la personalidad de sus empleados. No se trata solo de lo que ocurre puertas adentro de su estructura, sino cómo devora poco a poco la humanidad de su ejército de trabajadores perfectos. 

Hay un elemento decididamente retorcido en esta sátira de Apple TV+ en la que trabajar es la media entre dos mundos

Hay un elemento decididamente retorcido en esta sátira de Apple TV+ en la que trabajar es la media entre dos mundos. De hecho, los cuestionamientos que se plantean puertas adentro de Lumen Industries no trascienden más allá. Pero en el momento en el que el yo laboral toma forma, todo se desdibuja hasta convertirse en un objetivo. Eso permite a Separación sus mejores momentos, y plantear sus elementos más extraños a través de puntos emocionales inesperados. 

separación

Como la amistad entre el maniático y agotado Irving (John Turturro) con Burt (Christopher Walken), sombras de los hombres que son más allá de la oficina. O la angustiosa pregunta de Helly ( Britt Lower) cuando comprende el verdadero y terrorífico alcance de su personalidad rota en dos partes irreconciliable. “¿Será así de ahora en adelante?”, pregunta en voz baja. “¿Soy ganado?”

Puertas abiertas y mentes fracturadas en Apple TV+

Hay mucho de Orwell en este espacio en apariencia feliz que se retroalimenta de su propio ritmo y pequeños engranajes de la locura. En Separación el control es completo, la vida es una percepción ilusoria. Una y otra vez la serie de Apple TV+ recuerda que su metáfora sobre el trabajo y la obsesión moderna por la eficiencia es más que un argumento. Es una composición durísima sobre lo que a la cultura contemporánea confiere importancia, peso y poder. 

Los empleados “perfectos” comienza a comprender lo que subyace bajo la entrega completa

Poco a poco, los empleados “perfectos” comienza a comprender lo que subyace bajo la entrega completa de su personalidad. Y es entonces cuando Separación alcanza su punto más oscuro, más extraño y el que muestra su verdadero músculo. Un espacio en que la idea sobre el trabajo como elemento total, puede volverse una monstruosa necesidad de control. Con su tono pausado, sentido del humor burlón, pero en especial, rarísima versión del miedo Separación sorprende y desconcierta. Una rara combinación para una serie que transcurre en su mayor parte dentro de las puertas cerradas de la compulsión moderna por el éxito. 

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