La del 5 de enero es la noche más mágica del año. Por fin sus majestades los Reyes Magos de Oriente pueden pasar por las casas de los más pequeños, dejando regalos para toda la familia. Al menos en países como España, donde tenemos esta simpática tradición que marca el final de las Navidades. En realidad es algo que ilusiona a niños y a mayores, pero sobre todo a los primeros, pues son los que todavía mantienen la fe en que tres hombres montados sobre camellos puedan recorrer todo el país en una sola noche, cargados de regalos para todos los niños que se han portado bien y carbón para los que han hecho alguna trastada de más durante el año.

¿Pero por qué creen los niños en los Reyes Magos? O, a nivel general, ¿por qué creen en seres ficticios? El Olentzero, Papá Noel, el ratoncito Pérez… 

Podríamos llegar a pensar que se debe a que su inocencia les impide ser personas escépticas. Sin embargo, muchos estudios demuestran que en realidad sí que lo son. Incluso a edades muy tempranas. ¿Cuáles son los motivos entonces? No está del todo claro; pero, al menos según los estudios llevados a cabo con Papá Noel, parece tener relación con el empeño que le ponen los padres.

Estudios sobre las creencias de los niños

En la literatura científica hay dos experimentos muy importantes sobre las creencias de los niños en torno a personajes ficticios. 

El primero se llevó a cabo en 2004 y trataba sobre la bruja de los dulces. Dos adultos acudieron a una guardería universitaria y visitaron a 44 niños en edad preescolar, repartidos en cinco clases. Una vez allí, les hablaron de la existencia de una bruja que puede convertir uno de sus dulces de Halloween en un juguete siempre y cuando ellos sean capaces de aguantar sin comérselo.

En el experimento de la princesa Alicia se mostraron más tendentes a creer en ella los niños con una mayor madurez cognitiva

Se eligió la etapa preescolar porque se considera que esta es la edad en la que los niños tienen más tendencia a creer en seres fantásticos. De hecho, se ve claramente en que es la etapa en la que suelen aparecer los amigos imaginarios.

Se enseñó a los niños fotos de la apariencia de la bruja y se les dieron muchos datos sobre ella. Además, se les explicó que para que pueda transformar su golosina en juguete primero sus padres deben ponerse en contacto con ella. 

Después, se dividieron en dos grupos. En el primero se involucró también a los padres de los pequeños, que fingieron la llegada de la bruja a casa para dejar un juguete y llevarse un dulce. En el segundo, en cambio, sus padres no participaron, de modo que la bruja no visitó sus casas.

Una semana después de Halloween, al preguntarles por la bruja, los que habían recibido su visita, lógicamente, se mostraron más predispuestos a creer en ella. Curiosamente, sobre todo los que tenían más edad. Además, a mayor intervención de los padres mayor probabilidad de creencia hubo.

En cuanto al segundo experimento, llevado a cabo en 2010, el personaje en cuestión fue la Princesa Alicia. Esta vez participaron niños de entre 4 y 8 años, a los que se realizaron varios juegos y pruebas dirigidas a evaluar su cognición. En mitad de los juegos, se les habló de una princesa invisible que se encontraba sentada en una silla cerca de ellos.  Después, se les dejó a solas, pero con cámaras, para comprobar si intentaban interactuar con el personaje.

En este caso los resultados fueron muy curiosos, pues aquellos que habían demostrado una mayor madurez cognitiva en las pruebas fueron los más propensos a creer que realmente había una princesa sentada en la silla. No obstante, el nivel de creencia no se acercó al de la bruja de los dulces cuando los niños habían recibido su visita.

Ahora bien, ¿qué tiene que ver todo esto con los Reyes Magos?

Preparando la visita de los Reyes Magos

Antes de irse a dormir, los niños suelen dejar una bandeja con dulces para los Reyes Magos, un cubo de agua y zanahorias para los camellos. También dejan zapatos en la ventana para que sus Majestades no se olviden de que en esa casa vive un niño.

Todo esto lo preparan junto a sus padres que, a menudo sin necesidad de fingir demasiado, se muestran tan ilusionados como ellos.

A mayor interacción de los padres, más posibilidades hay de que los niños sigan creyendo

Al día siguiente, el cubo de agua está prácticamente vacío, los dulces y las zanahorias han desaparecido y, en su lugar, aparecen un montón de regalos. Esto se parece mucho más al experimento de la Bruja de los Dulces que al de la Princesa Alicia. Los padres interaccionan en la experiencia y, con ello, estimulan la creencia de los niños.

En un artículo publicado en The Conversation, el profesor de psicología de la Universidad de Keele Rohan Kapitany habla sobre esto, aunque lógicamente se refiere a Papá Noel, no a los Reyes Magos. Explica que es la intervención de los padres la que da seguridad a los niños, pues estos interpretan que si sus padres se esfuerzan tanto debe ser porque realmente el personaje ficticio en cuestión existe.

Si simplemente les dijésemos que van a venir tres hombres a lomos de un camello a traerles regalos, sin todo el ritual previo, posiblemente creerían menos. De hecho, en un estudio llevado a cabo por el equipo de Kapitany se demuestra precisamente que los más pequeños de la casa tienen más tendencia a creer en personajes ficticios si están asociados a ritos culturales. Incluso más que en personajes como los dinosaurios, de los que pueden ver pruebas indirectas, como los fósiles. 

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Una apertura de ojos progresiva

Todo esto demuestra que, básicamente, la credulidad de los niños se debe a la confianza en sus padres. Pero eso no significa que, al saber la verdad, se sientan traicionados, como alegan hoy en día algunas personas para negarse a engañar a sus hijos. 

Interesados por este tema, en 2008 un equipo de científicos de la Universidad de Montreal analizó un estudio realizado por primera vez en 1896 y replicado después en 1979.

El engaño no suele generar sensación de traición en los niños cuando se deshace

En ambos casos se contó con la participación de más de 1.500 niños, con edades comprendidas entre los 7 y los 13 años.

A todos se les hizcieron preguntas sobre su creencia en Papá Noel. Es otro personaje, pero se puede extrapolar a los Reyes Magos y los resultados son muy interesantes.

Lógicamente, los más pequeños eran más tendentes a creer aún en Santa Claus. ¿Pero cómo se habían enterado? En el 46% de los casos en el primer estudio y el 44% en el segundo, lo hicieron gradualmente. No fue algo traumático, porque se dieron cuenta poco a poco de que un hombre tan grande no puede caber por la chimenea o que es imposible que en una noche lleve regalos a todos los niños del mundo.

En 1896 el 25% lo supieron de boca de sus padres. En 1979 fueron el 46%, lo cual indica que con el tiempo fue más fácil para los progenitores guardar el secreto que, en el resto de casos, fue desvelado por otros niños.

¿Pero cómo se sintieron los niños después? En general, la mayoría no lo vieron como algo negativo. Es cierto que el 22% en el estudio más antiguo y el 39% en el más reciente se sintieron algo decepcionados, pero solo el 2% y el 6% reconocieron haberlo visto como una traición por parte de sus padres.

Y también los adultos participaron en el estudio para explicar por qué mantenían el secreto en el tiempo. El 54% a finales del siglo XIX dijeron que era para hacer felices a los niños, no solo por la tradición. En 1979 el porcentaje asciende al 73%.

¿Es bueno que los niños crean en los Reyes Magos?

Lo cierto es que todo lo relacionado con los Reyes Magos es algo muy personal. Cómo hablarles a los niños de ellos es una decisión que solo debe ser de los padres. Pero, al menos, si optan por lo habitual, pueden estar tranquilos de que, en base a los datos anteriores, los pequeños no se sentirán traicionados. Además, en un artículo publicado en The Conversation en 2019, Elena Merenda y Nikki Martyn, ambas jefas del Programa de Estudios de la Primera Infancia de la Universidad de Guelph-Humber, explicaron que la fantasía es una parte normal y saludable del desarrollo infantil. Estimularla con este tipo de creencias no tienen porqué ser un problema.

No estamos tomando a los niños por excesivamente crédulos, porque lo cierto es que no lo son. Simplemente disfrutan de esos años en los que la fantasía inundaba todo nuestro mundo. Pero eso no les hace menos juiciosos. En los foros de antivacunas no hay niños. Esa debería ser una prueba irrefutable antes de decir que es la inocencia infantil la que nos hace más susceptibles de que nos engañen.