Esquivar la bala del coronavirus está siendo cada vez más complicado. Hace unos meses muchas personas podían estar orgullosas de no haber tenido ni siquiera contacto con el SARS-CoV-2. Al menos que ellas supieran. Sin embargo, la actual gran ola provocada por la variante ómicron ha hecho que, en mayor o menor medida, la mayoría de las personas hayan estado más o menos expuestas. Aun así, hay quien sigue sin contagiarse, incluso habiendo estado conviviendo con pacientes infectados. Este escape al contagio de coronavirus resulta un misterio para muchos científicos, que ya empiezan a iniciar estudios en busca de las causas. Aún no están claras; pero, por ahora, parece ser que haber tenido un resfriado podría tener que ver con esa misteriosa protección.

Es la conclusión de un estudio que acaba de publicarse en Nature Communications, de la mano de un equipo de científicos del Imperial College de Londres. En su estudio señalan como responsable de esta protección cruzada a unos soldados muy importantes de nuestro ejército inmunitario: los linfocitos T.

Se trata de células que reconocen a un patógeno y lo atacan, pero con la diferencia de que permanecen en nuestro organismo más tiempo que los anticuerpos. ¿Pero qué tiene todo esto que ver con el resfriado

Salvados por el resfriado

Aunque conozcamos al causante de la COVID-19 como EL CORONAVIRUS, lo cierto es que existen multitud de coronavirus. Están sus primos más feroces, causantes en el pasado de las mortales epidemias de SARS y MERS. Pero también otros bastante más leves con los que estamos constantemente en contacto y que, por lo general, no causan más que un resfriado. 

No es el mismo virus, pero el parentesco que mantiene ha llevado a que, según habían demostrado estudios anteriores, los linfocitos T que reconocen a unos también puedan reconocer a otros. Pero que los reconozcan no significa que puedan atacarlos. Esto es algo que no se sabía hasta ahora, de ahí que estos científicos hayan centrado su investigación en intentar averiguarlo.

Y para ello, la mejor forma era contar con esas personas que parecen esquivar una y otra vez el contagio del coronavirus. Personas que, aun conviviendo con la enfermedad, han pasado sin infectarse. 

Linfocitos contra el contagio de coronavirus

Para la realización de este estudio se reclutaron 52 personas que vivían con enfermos de COVID-19. La mitad de ellas habían enfermado también, mientras que la otra mitad evadieron el contagio de coronavirus.

El estudio se realizó en septiembre de 2020, cuando en Inglaterra la mayoría de personas no se habían infectado ni habían recibido ninguna de las vacunas del coronavirus. Así, si había inmunidad previa debía ser por otro motivo. De hecho, ninguno de estos pacientes tenía anticuerpos que indicaran una infección previa por SARS-CoV-2.

Las personas que no se habían infectado a pesar de la exposición tenían niveles más altos de linfocitos T contra otros coronavirus causantes del resfriado

A todos ellos se les realizó una PCR en el día de detección del positivo de sus acompañantes y también 4 y 7 días después. Además, se les extrajeron muestras de sangre durante los 6 primeros días de exposición al virus.

Así, se vio que aquellos que no enfermaron tenían en su sangre niveles más altos de linfocitos T dirigidos a otros coronavirus causantes del resfriado. Hubo, por lo tanto, una inmunidad cruzada. Su sistema inmunitario detectó al SARS-CoV-2 y se enfrentó a él, por así decirlo, porque lo confundió con un pariente con el que ya había luchado antes.

Una diana para nuevas vacunas del coronavirus

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Towfiqu Barbhuiya (Unsplash)

Los autores de este estudio creen que lo que han descubierto puede ser útil incluso para el desarrollo de nuevas vacunas. 

Las causas están claras. La proteína spike es esa llave que usa el SARS-CoV-2 para infectar nuestras células. Pero también es la señal de alarma que normalmente atrae al sistema inmunitario. Los anticuerpos que se generan ante una primera exposición o ante las vacunas se dirigen a ella, provocando una gran presión contra el virus que puede impulsar la evolución de mutaciones que escapen a ellos. Lo ha explicado en un comunicado el profesor Ajit Lalvani, autor principal del estudio. 

Las proteínas a las que atacan los linfocitos T están más conservadas en variantes diferentes

Las proteínas a las que se dirigen los linfocitos T, en cambio, están mucho menos expuestas. Si visualizamos al virus como un ser humano, podríamos decir que la spike son los brazos y las proteínas que reconocen los linfocitos T el corazón. Al estar menos expuestas, es más difícil atacarlas, pero también es más difícil que sus mutaciones prosperen hasta dar lugar a nuevas variantes. En definitiva, están mucho más conservadas entre variantes diferentes. Incluso en la ómicron. Y eso podría ser muy útil para prevenir el contagio del coronavirus con nuevas vacunas.

De cualquier modo, no parece que eso sea aún necesario, puesto que las vacunas de las que disponemos en la actualidad, en mayor o menor medida, nos protegen de enfermar gravemente de COVID-19. Por eso, los autores de este estudio inciden en que, si bien el resfriado nos puede dar cierta protección, lo más seguro es tener la pauta completa de vacunación. Si a ella le sumamos la protección cruzada que nos ofrece un catarro, mejor que mejor, pero no deberíamos jugárnosla a esa carta solamente.

Por otro lado, los autores del estudio reconocen también que su investigación tiene ciertas limitaciones. Para empezar, se ha realizado con una cantidad muy baja de participantes. Y, además, todos ellos eran de etnia blanca europea, por lo que no se tienen en cuenta otros orígenes geográficos.

Es solo una pincelada, sí, pero nos sirve para ver uno de los cauces por los que algunas personas están esquivando el contagio de coronavirus. Pero no, si has pasado un resfriado hace poco eso no te exime de vacunarte. Ni te da carta blanca para ir sin mascarilla por la vida o para hacer vida normal si tienes síntomas. El catarro te puede ayudar, pero si no estás vacunado, estás a merced de la COVID-19. Ya hemos visto todo lo que puede hacer. La mejor opción es no jugárnosla.