Las nubes de Buenos Aires, como las del resto del hemisferio sur, son muy distintas a las que pueden verse en Madrid, Londres, Varsovia o cualquier otra zona del hemisferio norte. Y es que aunque la lógica nos diga que las nubes deberían de ser iguales en todas las zonas, la realidad es bien distintas. Ahora, un nuevo estudio publicado en Atmospheric Chemistry and Physics nos explica por qué puede darse este fenómeno.

Pero primero pongámonos en contexto. Decimos que las nubes en ambos hemisferios no son iguales y probablemente los viajeros que hayan puesto un pie en las dos zonas -si son observadores- se habrán dado cuenta de ello. ¿Cuál es la diferencia? Que en el hemisferio sur las nubes son mucho más abundantes y reflectantes.

Ahora, un equipo de investigadores ha usado los datos recogidos durante tres años por LIDAR para saber un poco mejor a qué se debe esto. Parece ser que las corrientes ascendentes tienen algo de culpa en esto.

Nubes en el hemisferio sur

Los datos de LIDAR analizados son los de los años comprendidos entre 2018 y 2021. Y el radar cubre las zonas de Leipzig (Alemania), Limassol (Chipre) y Punta Arenas (Chile). De hecho, nunca se habían recogido tantos años de datos en esta región de Chile hasta ahora, según indican en Science Alert.

¿Y a qué se debe, entonces, la diferencia entre las nubes del hemisferio sur y norte? La respuesta no es sencilla; pero los investigadores han estado estudiando los datos para dar con la clave.

"Las nubes se congelan mucho menos en las latitudes medias del hemisferio sur y contienen más agua líquida a las mismas temperaturas"

Patric Seifert, meteorólogo de TROPOS

Y han visto varias cosas. Entre ellas, destacan el diferente porcentaje de agua en cada hemisferio. Por ejemplo, en el sur hay más océano que en el norte. "Eso significa un aire más limpio, menos partículas de aerosol para que las gotas de las nubes se congelen alrededor, y nubes más brillantes", señala el medio.

"Las nubes se congelan mucho menos en las latitudes medias del hemisferio sur y contienen más agua líquida a las mismas temperaturas", explica el meteorólogo Patric Seifert, del Instituto Leibniz de Investigación Troposférica (TROPOS) de Alemania. "Esto significa que influyen en la luz solar incidente y también en la radiación térmica emitida desde la superficie de la Tierra de forma diferente que en el norte".

Corrientes ascendentes

Los porcentajes de la frecuencia media en la que se forma el hielo en Punta Arenas coincide con la de otros estudios realizados anteriormente; pero lo interesante es que observaron otra cosa y esta sí que era nueva. Tuvieron en cuenta las llamadas ondas de gravedad, es decir, elevaciones de aire creadas cuando los vientos del oeste del Pacífico chocan con los Andes. Es un factor importante, al igual que la contaminación atmosférica, sobre todo cuando el aire es aún más frío.

"Al medir los vientos ascendentes y descendentes dentro de las nubes, pudimos detectar las que habían sido influenciadas por estas ondas y filtrarlas de las estadísticas generales", explica en Science Alert el meteorólogo Martin Radenz, también de TROPOS. "Esto nos permitió demostrar que estas ondas gravitacionales, y no la falta de núcleos de hielo, son las principales responsables del exceso de gotas de nubes a temperaturas inferiores a -25°C".

Las llamadas ondas de gravedad, elevaciones de aire creadas cuando los vientos del oeste del Pacífico chocan con los Andes, son un factor importante, así como la contaminación atmosférica, especialmente cuando el aire es aún más frío.

Modelos climáticos globales

Gracias a la pandemia de coronavirus pudieron recoger durante más tiempo los datos que ha llevado a entender el efecto de las corrientes ascendentes en las nubes del hemisferio sur

La investigación en sí es muy interesante, pero hay quien puede pensar: ¿por qué es necesario hacer este tipo de estudios? La respuesta está en los modelos climáticos globales. Para poder predecir el clima lo más acertados posibles no vale con trasladar los modelos climáticos de un lugar a otro. Hay que tener en cuenta sus peculiaridades. Por ejemplo, en Punta Arenas el aire está menos contaminado; mientras que en Limassol hay partículas de arena del desierto. Todo esto influye y debe ajustarse.

De hecho, ahora los investigadores quieren averiguar si esto es exclusivo de Chile o también las corrientes ascendentes afectan al océano abierto.

Por otra parte, gracias a la pandemia de coronavirus pudieron recoger durante más tiempo los datos. Así vieron, por ejemplo, cómo afectaban los incendios en Australia al aire de Punta Arenas. De esta manera, han observado durante dos años más el aire de la zona y cómo se comporta en diferentes momentos.

Por tanto, si queremos tener los modelos climáticos más certeros posibles hay que hacer también este tipo de investigaciones y añadir las particularidades de cada zona.

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