En 2014, un niño de 15 años se inyectó mercurio en el brazo porque quería convertirse en Lobezno. Obviamente no fue una buena idea. ¡Porque nadie puede ser como Lobezno! Bueno, también por más razones. Además, en realidad sí que ha habido en la historia alguien como este superhéroe. No era exactamente como el personaje de Marvel, pero sí algo similar. Un lobezno medieval. 

Su historia fue descrita en 2018, en un estudio del Journal of Anthropological Science. Se trataba de un esqueleto lombardo, hallado y estudiado por científicos de la Universidad Sapienza, de Roma.

A simple vista parecía un guerrero más, que había sido enterrado junto a sus armas, como otros. Pero, en su caso, muchas evidencias apuntan a que el cuchillo que reposaba sobre su cuerpo era mucho más que un arma. Era el sustituto del brazo que había perdido años antes de su muerte. Una prótesis que lo convertía en una especie de Lobezno. Sí, es solo una comparación simpática, pero no por eso la historia deja de ser interesante. Veamos qué es lo que se sabe de ella.

La historia del Lobezno medieval

Los restos del Lobezno medieval aparecieron en una necrópolis lombarda al norte de Italia. Los lombardos eran un pueblo germánico que gobernó buena parte de la península italiana desde el año 568 hasta el 774. 

Por eso, existen numerosos enterramientos de este tipo por todo el país. En este había cientos de cuerpos, muchos de ellos sepultados con sus armas, ya que era un pueblo muy guerrero. También había un caballo sin cabeza y varios galgos. Pero incluso estando el corcel decapitado hubo algo que llamó más la atención. Un esqueleto humano con una peculiaridad que no tenían los demás.

El hombre tenía entre 40 y 50 años, por lo que era muy mayor para la época

Era un hombre mayor para la época, con una edad entre los 40 y los 50 años, al que le habían cortado el brazo derecho, aproximadamente a la altura de la mitad del antebrazo. La amputación se había producido por un traumatismo contundente, pero no era posible saber el motivo. Podría haber sido tanto una extirpación quirúrgica como el resultado de heridas de guerra. Lo que sí parecía claro es que había ocurrido mucho antes de su muerte, pues el hueso cortado se encontraba en un avanzado estado de curación. 

Llamó también la atención su cuchillo. Muchos de los esqueletos de la necrópolis tenían uno en su tumba. Sin embargo, lo normal era que reposara a los lados del cuerpo. En su caso estaba sobre él, justo al lado del final de lo que debió ser el muñón. Y había más. Al lado del cuchillo podían verse una especie de caperuza con una hebilla y unas cintas de cuero desgastadas por el paso de los años. Esto podría indicar que el hombre se cubría el muñón con la caperuza y unía a ella el cuchillo a través de las correas enganchadas en la hebilla. Tendría una mano sustituida por un cuchillo. Todo eso es lo que le convierte en algo similar a un Lobezno medieval. 

Micarelli et al.

La clave está en los dientes

Suponer todo esto solo con los objetos que se encontraron en la tumba es complicado. Si llegaron a tal conclusión es porque, en realidad, había más pistas. Por ejemplo, una de las más importantes se encuentra en los dientes.

Los investigadores vieron que la dentadura del hombre estaba muy desgastada. Según explican en Science Alert, tenía una gran pérdida de esmalte y una lesión ósea en el lado derecho, que parece estar relacionada con que había usado tanto esa parte de la boca que se había desgastado la pulpa dental. Además, esto le había llevado a contraer una infección dental.

Los dientes estaban muy desgastados, por lo que podría haberlos usado para apretar las correas de la prótesis

Puede parecer que con esto los científicos se iban por las ramas, pero nada más lejos de la realidad. Esas lesiones explican la posibilidad de que usara una prótesis, puesto que podría haber usado repetidamente los dientes para apretar las correas.

Por otro lado, había desarrollado en el hueso del hombro una cresta en forma de C que podría indicar que regularmente sostenía el hombro en alto, con el brazo extendido. También para apretar las correas. Y las únicas correas de la tumba estaban entre el muñón y el cuchillo. Es imposible saber con seguridad si usaba el cuchillo como prótesis, pero hay muchos motivos para pensarlo. Y vale que no eran garras, sino un triste cuchillo, pero estamos hablando de la Edad Media, seguro que imponía igual. También que fue accidental, en vez de una mutación. Y vale que no era inmortal, pero vivió mucho para la época. Sobre todo teniendo en cuenta que sufrió una amputación que, en la era anterior a los antibióticos, podría haberle provocado una infección letal. Lo dicho. Todo un Lobezno medieval. 

Recibe cada mañana nuestra newsletter. Una guía para entender lo que importa en relación con la tecnología, la ciencia y la cultura digital.

Procesando...
¡Listo! Ya estás suscrito

También en Hipertextual: