Las profundidades del océano están llenas de animales fascinantes, que más que peces parecen criaturas sacadas de las novelas de Julio Verne o los cómics de ciencia ficción. Es el caso del pez de cabeza transparente (Macropinna microstoma), un fascinante animal muy difícil de ver que acaba de ser observado por científicos del Acuario de la Bahía de Monterrey.
Lo han visto a 650 metros de profundidad, en el cañón submarino de Monterrey, gracias a uno de sus vehículos operados a distancia (ROV). Estos son una especie de submarinos teledirigidos con los que realizan inmersiones periódicas en busca de nuevos peces para sus instalaciones.
Al pez de cabeza transparente no lo han capturado, pues no cuentan con las condiciones necesarias para albergar debidamente a un animal tan poco conocido. Pero eso no hace menos fascinante el encuentro. De hecho, según explicaron desde la cuenta de Twitter del acuario, de las más de 5.600 veces que se han sumergido en el hábitat de estas criaturas, solo han conseguido verlas un total de nueve. Desde luego, son de lo más escurridizos. ¿Quién quiere buscar unicornios sabiendo que estos peces sí que son reales y que verlos es casi igual de extraño?
Así es el pez de cabeza transparente
El pez de cabeza transparente fue descubierto en 1939 por Wilbert McLeod Chapman. Sin embargo, hasta 2004 no se tuvieron sus primeras fotos conservadas.
Previamente se hicieron algunos dibujos. No obstante, no eran realistas, ya que para poder dibujarlo era necesario sacarlo del agua y en ese momento su cabeza transparente se descomponía.
A raíz de las primeras instantáneas tomadas directamente en su hábitat se descubrió su curiosa apariencia, en la que predominan un cuerpo opaco y una gran cabeza transparente y gelatinosa, llena de líquido.
Justo encima de la boca tienen dos puntos negros que parecen ojos, pero que en realidad son sus órganos olfativos. Eso no significa que no pueda ver, pues dentro de su curiosa cabeza contiene dos ojos tubulares verdosos, cuyos pigmentos, al parecer, les permiten filtrar la luz que se cuela a través de la superficie marina. Pero los ojos no son lo único que se puede ver a través de la cúpula que forma su cabeza. También están visibles el cerebro y las terminaciones nerviosas.
En cuanto a su tamaño, puede llegar a medir unos 15 centímetros de longitud, aunque se han visto algunos más cortos, de no más de 4 centímetros.
Vive en aguas profundas, entre 600 y 800 metros, desde el Mar de Bering hasta Japón y la Baja California. Son cifras grandes, pero no se les considera peces abisales, puesto que no llegan a los 1.000 metros.
Un animal muy poco conocido
Mucho de lo que se sabe sobre el pez de cabeza transparente es en realidad especulación de los científicos. Por ejemplo, se cree que la cúpula transparente le sirve para protegerse de las células urticantes de los tentáculos de los sinóforos, otros animales marinos a los que se cree que les roban alimentos. Pero no hay seguridad al respecto.
Parece ser que caza manteniéndose inmóvil. Así, su cuerpo opaco queda oculto en la oscuridad del fondo marino y la cabeza transparente no parece formar parte del cuerpo de un animal vivo. Mientras esperan, apuntan sus ojos verdes y móviles hacia arriba, de modo que puedan captar la silueta de sus pobres presas cuando pasen por encima sin saber lo que les espera. Entonces, se lanzan a por ellas.
Un encuentro emocionante
El ROV del Acuario de la Bahía de Monterrey estaba siendo dirigido por el piloto Knute Brekke cuando detectaron la silueta todavía pequeña y difuminada del pez de cabeza transparente.
A pesar de ser poco conocido y de haberse visto en muy pocas ocasiones, los científicos especializados en este tipo de animales saben reconocerlo muy bien. Por eso, en la sala de control se mostraron muy emocionados a medida que intuían de lo que se trataba.
Era una experiencia única en la vida, pues quizás nunca más vuelvan a ver a este animal. No exactamente porque haya pocos. De hecho esto es algo que no se sabe a ciencia cierta. Sí que se conoce que deben ser menos abundantes que otros animales crepusculares, como el pez linterna, que se observa mucho más frecuentemente en las inmersiones de los robots submarinos. En realidad la frecuencia es más parecida a la del rape o el pez ballena, cuyas especies en su mayoría están catalogadas como preocupación menor en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
Por lo tanto, no parece que esté en peligro de extinción. Al menos no si lo comparamos con otras especies de su zona. Más bien es un poco tímido. Por eso, para los científicos que han logrado pillarlo esta vez, ha debido suponer una gran emoción.