El misterio de la hoja de hierba es uno de esos enigmas que vuelven locos a los científicos durante años por ser aparentemente sencillos, pero no tener una explicación clara con los conocimientos disponibles para la ciencia. Aunque en este caso es todavía más rocambolesco; ya que, según un estudio que acaba de publicarse en Science, en realidad la solución estaba ahí, delante de nuestras narices, desde hace más de un siglo.

Los botánicos del siglo XIX dieron una explicación al misterio que no tardó en ser desechada en el siglo siguiente. Pero ahora, gracias a un equipo de científicos del Centro John Innes, la Universidad de Cornell, la Universidad de California y la Universidad de Edimburgo, sabemos que estaban en lo cierto.

Vamos a ver qué era lo que decían estos científicos decimonónicos, pero antes de eso, vayamos a lo más importante. ¿Qué dice el misterio de la hoja de hierba?

La hoja que nunca se acaba

No importa lo mucho que cortemos el césped o desbrocemos las malezas. La hoja de hierba volverá a crecer rápidamente, casi por arte de magia. Lo mismo pasa en los campos en los que se alimenta el ganado. Pero no es magia, lógicamente. Es ciencia.

El problema es que durante años ha sido una ciencia desconocida. Para los científicos ha sido un gran misterio entender cómo pueden estas plantas reponerse tan deprisa de la siega.

Se han propuesto teorías, pero el conocimiento más profundo de la botánica ha llevado a que poco a poco se vayan desechando. Aunque no todas se desecharon con razón.

Parecidos razonables detrás del misterio de la hoja de hierba

Antes de conocer la solución al misterio de la hoja de hierba, es importante tener unas nociones básicas sobre clasificación de plantas.

A grandes rasgos, las plantas con flores se dividen en monocotiledóneas y eudicotiledóneas. 

Se conoce la estructura que protege a la hoja de hierba, pero no estaba claro su origen

Las primeras, entre las que se encuentran las gramíneas como el trigo y el resto de plantas conocidas como hierbas, se caracterizan por la presencia de hojas que rodean el tallo en la base. Y también por venas paralelas en todas sus partes. En cuanto a las eudicotiledóneas, entre las que podemos encontrar las legumbres o algunos arbustos de jardín, sus hojas se mantienen alejadas del tallo, pero unidas a él a través de una especie de rabillo, conocido como peciolo. 

Pero, volviendo a las gramíneas, en ellas esas hojas de la base forman una especie de vaina, que protege la punta de crecimiento de los dientes del ganado o las cuchillas de desbrozadoras y máquinas cortacésped. Esto es lo que se sabe. El misterio estaba en el origen de esa estructura. ¿Podría tener relación con las eudicotiledóneas?

Eso fue lo que proponían los científicos del siglo XIX. Que la vaina de unas es equivalente al peciolo de las otras. Sin embargo, en el siglo XX los anatomistas vegetales observaron que los peciolos tienen venas paralelas y plantearon como más plausible que en realidad fuese toda la hoja de hierba, excepto una pequeña región en su punta, la que derivara del peciolo. 

Para saber cuál era la opción más realista, los autores de este estudio reciente usaron los conocimientos más recientes de genética del desarrollo y modelado computacional. Con ambas herramientas, modelaron las diferentes opciones que se han planteado durante siglos y las compararon con los resultados experimentales . La opción hipotética que más cuadraba con la vida real resultó ser aquella que se planteó en el siglo XIX y se desechó en el XX. 

Por lo tanto, ese origen común en ambas estructuras sería el que dio a las hierbas el superpoder de crecer a un ritmo vertiginoso. Una gran noticia para las vacas. Mala para los jardineros de los campos de golf. 

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