Como cada 28 de diciembre, hoy debemos andar por Internet con pies de plomo. Puede que nos encontremos por ahí que George R. R. Martin ha anunciado fecha para finalizar los libros de Juego de Tronos. O que Miguel Bosé ha decidido ponerse la vacuna del coronavirus. No te fíes, posiblemente sea una broma, pues hoy se celebra el Día de los Inocentes. Y precisamente por eso hoy es un buen día para hablar sobre cómo procesa las bromas nuestro cerebro.

Algunas personas captan las bromas al vuelo. Otras tardan más tiempo en darse cuenta de que les están tomando el pelo. Nuestra capacidad para procesar tanto los chistes como las bromas se encuentra en el cerebro, para sorpresa de nadie. ¿Pero en qué regiones?

Esto es algo que se ha estudiado durante años. Sobre todo porque se ha visto que es una capacidad que se ve mermada en pacientes con determinadas lesiones o enfermedades neurodegenerativas, como el alzhéimer. Comprender estos mecanismos también puede ayudar a entender mejor estas patologías y eso es algo muy necesario.

En este artículo vamos a ver qué se ha publicado hasta ahora sobre este tema. Pero antes, no podemos dejar de recordar de dónde viene el famoso Día de los Inocentes, que se celebra tanto en España como en muchos países de Latinoamérica.

¿De dónde viene el Día de los Inocentes?

En realidad, según cuentan en el Canal Historia, el Día de los Inocentes tiene dos orígenes, uno religioso y otro pagano.

El primero procede de la matanza de bebés realizada por el rey Herodes con el fin de acabar con el recién nacido Jesús de Nazaret. En el Nuevo Testamento califican a todos esos niños asesinados como Santos Inocentes, de modo que lo que se conmemora hoy sería el día de su muerte.

¿Pero de dónde sale eso de gastar bromas para conmemorar algo tan atroz? Ahí entra en juego su origen pagano. Y es que durante la Edad Media se celebraba otra festividad, conocida como Día de los Locos, en la que se podía hacer cualquier cosa, sin consecuencias. Se producía un gran desenfreno muy mal visto desde los ojos de la Iglesia, que decidió unificarlo con el aniversario de la matanza de los santos Inocentes. Así, la cosa quedaría en bromas inocentes y no en aquel jolgorio anterior. 

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El procesamiento de las bromas en el cerebro

Si en el Día de los Inocentes te gastan una broma, tu cerebro se pondrá inmediatamente a trabajar. Lo harán los dos hemisferios, pues se ha comprobado que ambos tienen su papel en primer lugar en algo conocido como detección de incongruencias y, después, en la apreciación del humor. Si nos dicen que George R. R. Martin va publicar todo lo que le queda de Juego de Tronos en enero, al principio puede que sintamos emoción, pero no tardaríamos en ver ahí una incongruencia. Si lleva una década para publicar el siguiente, ¿cómo va a sacar de golpe los dos que quedan? Esa incongruencia la detectaremos gracias a la corteza prefrontal y el lóbulo temporoparietal medial

Después, recordaremos que es 28 de diciembre y nos hará gracia comprobar que nos han gastado una broma. Esa apreciación del humor es posible gracias a la corteza orbitofrontal e insular, la amígdala y el sistema de recompensa cerebral

Existen dos frases para procesar una broma, conocidas como detección de incongruencias y apreciación del humor

Ambos hemisferios del cerebro llevan a cabo todo esto, pero se ha visto que el izquierdo tiene un papel importante en la comprensión de las bromas y el derecho en su resolución. Pero son sobre todo las lesiones en el hemisferio derecho del cerebro las que afectan a la capacidad de las personas para captar las bromas. Lo demostró en 1999 un equipo de científicos de la Universidad de Toronto. En un estudio publicado el 1 de diciembre, equivalente al Día de los Inocentes en países anglosajones, mostraron los resultados de una investigación en la que participaron 21 personas con edades comprendidas entre los 18 y los 70 años, afectadas por lesiones en el cerebro, que se habían producido por accidentes cerebrovasculares, por un tumor o por una extirpación quirúrgica.

Había también un grupo control con individuos de las mismas edades, género y estudios, sin ninguna lesión. Todos ellos se expusieron a una serie de caricaturas divertidas, así como a varios chistes escritos y verbales. Se vio que aquellas personas que tenían lesiones en el hemisferio cerebral derecho, especialmente en el lóbulo frontal anterior, eran menos propensas a captar el humor que quienes tenían las lesiones en otras zonas del cerebro o, directamente, no tenían ninguna. Solo parecían mostrar preferencia por el humor conocido como Slapstick, que se compone por chistes mucho más rudos en los que predominan las imágenes con golpes o las bromas más hirientes.

Se ha comprobado que las regiones afectadas son aquellas que se encargan también de la semántica, la memoria de trabajo y la flexibilidad cerebral. De ahí que sea más complicado captar las bromas que implican esos dos pasos mencionados anteriormente: detección de la incongruencia y apreciación del humor. 

El sarcasmo hace amigos

Finalmente, la comprensión del sarcasmo también parece verse afectada en personas con lesiones en el cerebro o con enfermedades neurodegenerativas. 

Es algo que ha estudiado durante años la neurocientífica Katherine Rankin, de la Universidad de California San Francisco. Esta investigadora no solo ha observado que, de nuevo, el hemisferio derecho tiene un papel clave en que seamos capaces de detectar el sarcasmo.

El sarcasmo pudo tener un papel evolutivo

También ha referido su papel evolutivo. Y es que parece ser que es una habilidad clave en el proceso de socialización, pues ayuda a los individuos a mantenerse unidos. Posiblemente, si alguien realiza una broma o un chiste sarcástico, se mostrará más unido a quienes lo entienden que a quienes lo consideran una ofensa. Esto es algo que se ve mucho en cuanto pasas unos pocos meses en Twitter. Por eso,  pudo ser vital en el proceso evolutivo de socialización de nuestra especie.

Para terminar, queremos destacar que nada en este artículo es broma. Será el Día de los Inocentes, pero nosotros somos gente seria. O al menos lo intentamos. Así que sí, ahora ya sabes cómo procesa el humor tu cerebro. Sin lugar a bromas. 

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