El clásico televisivo Historias para no dormir de Chicho Ibáñez Serrador se convirtió en un fenómeno de la época. La serie antológica, que se transmitió entre 1966 y 1982, fue el precursora de una lista de programas semejantes en Europa. Pero también fue una cantera de talento para directores y actores que comenzaron su recorrido por el mundo del espectáculo gracias al show. La reinvención española de la mundialmente conocida Twilight Zone estadounidense consiguió personalidad propia. También una forma de mostrar el terror de una forma audaz y que todavía resulta fresca. 

El remake del programa, que llega a Amazon Prime Video este viernes después de un paso triunfal por Sitges 2021 recupera la fórmula con inteligencia narrativa. Lo hace en una combinación acertada entre el homenaje y la búsqueda de una mirada renovada. La serie lo logra, y además celebra lo esencial de la original. La capacidad para narrar lo tenebroso, lo extraño y lo violento desde un ángulo novedoso. Los cuatro capítulos de la antología recorren el terror y crean una percepción original y fresca sobre el formato. 

Durante sus diecisiete años de transmisión, Historias para no dormir cautivó la imaginación de su audiencia de formas originales. Su nueva versión hace lo mismo y lleva la fórmula a una nueva dimensión. La reinterpretación de un producción icónica, tiene a su favor la cualidad de premisa extraña y singular. Historias para dormir de Amazon Prime Video tiene la cualidad de recrear el ámbito de lo sombrío y lo aterrador de su predecesora. Pero además, añade un recorrido de enorme originalidad que permite al formato (y al programa) renovarse sin perder su identidad. Historias para no dormir — antes o después — fue un experimento afortunado de lenguajes y propuesta. Su nueva versión es consciente del peso de esa historia y lo celebra con una osadía y sólida propuesta. 

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Del blanco y negro teatral de la original, el remake encuentra sus mejores momentos en un lenguaje visual y argumental contemporáneo. Pero aún hay algo que une a ambas obras: la idea que el miedo y lo retorcido puede contarse a detalle y de manera efectiva.

'Historias para no dormir', una vuelta de tuerca a lo inquietante

Historias para no dormir recupera el formato episódico del clásico y también su carácter antológico. Pero a pesar de eso, no hay duda de que todo ocurre en el mismo universo. Uno en el que todo lo que pasa es una percepción sobre la mal, el temor y lo extraño. De hecho, una de las grandes cualidades de la nueva versión de la serie es su disposición a la experimentación. También su recorrido bien construido a través de lo grotesco de la naturaleza humana. Hay una cierta concepción burlona sobre el equívoco y lo incidental que transforma a cada capítulo en una visión temible sobre la identidad colectiva. 

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Esa virtud narrativa de Historias para no dormir queda muy clara en el primer episodio. Titulado La broma, y dirigido por Rodrigo Cortés (que además, edita y escribe), es un relato casi satírico sobre el deseo y la mediocridad. Además de los hilos que le unen a los relatos de terror basados en tropiezos y la oscuridad interior. La historia de Cortés utiliza el terreno resbaladizo del adulterio para hacerse preguntas incómodas sobre la lealtad y el amor. Pero también, para crear un escenario que se hace más turbio y extraño a medida que avanza la historia. Para su extrañísimo final, el capítulo logró desconcertar desde lo desagradable, y crear una premisa durísima. ¿De qué seríamos capaces en una situación que nos sobrepasa? 

El siguiente episodio, El doble, está a cargo de Rodrigo Sorogoyen, que dirige su guion co escrito con Daniel Remón. Se trata de un relato tétrico y burlón sobre la necesidad de evasión y la deshumanización. Pero también un recorrido curioso y pendenciero a través de lo singular, duro y confuso de las relaciones humanas. Pero el guion toma algunas decisiones audaces. Lo que parece una historia corta de ciencia ficción, termina por extender sus tortuosos tentáculos en direcciones imprevisibles. Con su aire a Black Mirror y en su interés en perpetua búsqueda del significado la identidad, es el capítulo más existencialista de todos.

El tercer capítulo de Historias para no dormir entra más en el terreno de lo absurdo y lo inquietante con un juego de espejos asombroso y provocador. Freddy, de Paco Plaza, utiliza la dualidad, la confusión de roles e identidad de una manera brillante. Incluyendo al mismísimo Chicho Ibáñez Serrador como un personaje interpretado por el actor Carlos Santos, usa la perspectiva de la identidad trastocada. Una decisión brillante que permite a la serie remontar el terreno de lo terrorífico en un renglón filosófico y existencial. 

Para su gran episodio cierre El asfalto, dirigido Paula Ortiz, Historias para no dormir llega a su punto más duro y crítico. Con su aire a crítica social mezclado con una sarcástica visión sobre la masa colectiva y la indiferencia, la historia tiene dos miradas. Por un lado, relata una historia de terror inquietante que innova en el ritmo y la estructura. Por el otro, se trata de un recorrido hacia la concepción de la sociedad irracional y cada vez más agresiva. El resultado es una mirada inquietante sobre la naturaleza del hombre moderno y la deshumanización del ciudadano. 

Un gran entretenimiento siniestro

Si algo hay que agradecer al remake de Historias para no dormir es alejarse de otras propuestas antológicas y crear su propia identidad. Una que además tiene mucho que agradecer a la obra clásica de la que procede, pero también a los riesgos narrativos de sus episodios. Se trata de un brillante experimento sobre la cualidad de las historias para reflejar las pulsiones de lo contemporáneo. Uno que resulta bien gracias a su adecuado uso de sus recursos y una dirección ejemplar que sorprende por su buen hacer. 

Con su mezcla de terror, crítica y surrealismo, Historias para no dormir regresa en plena forma. En una época en la que el género antológico parece sobresaturado, la serie es una propuesta original y potente de considerable independencia argumental. Algo que agradecer para toda la nueva generación que disfrutará de los nuevos relatos de Historias para no dormir.