Desde su anuncio en el Comic Con San Diego del 2019, el camino de Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos ha sido largo. Se trató del primer gran riesgo de Marvel en una fase llena de ellos. También de un experimento afortunado que abre la puerta a una nueva perspectiva sobre la franquicia más rentable del cine. La primera película de la casa de las ideas con un superhéroe asiático es también el vehículo ideal para comprender la magnitud de la Fase 4. También una que tenía que enfrentarse a un personaje ya aparecido en otras entregas, pero necesario para la trama: el Mandarín.
Pero Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos ha tenido que atravesar todo tipo de momentos para llegar a la pantalla grande. Los primeros intentos por hacer una película de Shang-Chi se remontan a la década de los 80. No obstante, en todas las ocasiones, la producción no contó con la acogida necesaria y terminó por convertirse en un proyecto incómodo.
De hecho, la historia del personaje se remonta a la década anterior, cuando Marvel intentó comprar los derechos de la serie Kung Fu. Pero su propietaria DC se negó. De modo que la editorial adquirió los de Fu Manchú, un personaje en la actualidad controvertido por su forma de estereotipar la identidad asiática.
En 1973, el dibujante Steve Englehart y el guionista Jim Starlin crearon Shang-Chi con un único objetivo: que Fu Manchú fuera su villano. Al contraste, Shang sería un héroe joven que se enfrentaría a su padre criminal. Durante las siguientes dos décadas, Shang-Chi se enfrentó a su padre una y otra vez. Finalmente, lo vio morir.
La caja de misterios entre padres e hijos
Todo lo anterior debía resumirse en una película que además excluiría a Fu Manchú. La posibilidad de un cambio fundamental en la historia de Shang-Chi despertó una considerable expectación. ¿Cómo lograría el argumento relatar la historia prescindiendo de una de sus aristas esenciales? La respuesta estaba en el Mandarín, por supuesto.
Una de las grandes preguntas acerca del film de Destin Daniel Cretton fue justo como lograr solventar el entorno de un personaje asiático. El espectro sobre el estereotipo hizo que Marvel se tomara especial cuidado en desarrollar el argumento del film. Fu Manchú, que por décadas fue el padre/némesis del personaje, tendría que ser eliminado de la historia. ¿Cómo podría lograrse sin lesionar el considerable legado del personaje en el cómic?
De modo que un punto de interés fue sustituir al problemático Fu Manchú por El Mandarín, que sería interpretado por Tony Leung. Ahora, el problema consistía en cómo lidiar con el hecho de que un personaje que se hacía pasar por este último ya había aparecido en la franquicia. Si lo recuerdas, en Iron Man 3 un Mandarín falso interpretado por Sir Ben Kingsley intentó engañar a Tony Stark. ¿Cómo resolver el entuerto?
El guion escrito por Destin Daniel Cretton, David Callaham y Andrew Lanham lo hace de manera sutil y brillante. En lugar de ignorar la existencia previa de Mandarín, o buscar una explicación compleja alrededor de un personaje confuso, lo afronta de forma directa. Sir Ben Kingsley retoma su papel y deja claro su origen falso y artificial. Por otro lado, destaca y encumbra al personaje de Tony Leung. El resultado es una extraña relación paternal que convierte la película en una mirada dolorosa a la pérdida, la herencia y el amor filial.
El Mandarín, un personaje complejo
Para dar un poco de contexto: el verdadero Mandarín debutó en el mundo del cómic en Tales of Suspense #50 de 1964. Como obra de Stan Lee y Don Heck, era mucho más que un villano plano o incluso, solo creado para oponerse al héroe. Se trata de un personaje complejo y de singulares capacidades. Nacido en China antes de la revolución comunista, El Mandarín creció estudiando ciencia y combate. Lo que le convirtió en un erudito.
Un poco más adelante, el personaje llegó a su punto inflexión cuando encontró la nave de Makluan, un dragón alienígena. En ella encontró diez poderosos anillos que le permitieron tomar poder y llevar sus habilidades a un nuevo nivel. Convertido en supervillano, Mandarín se enfrentó en más de una oportunidad a Tony Stark. Pero al contrario de Fu Manchú, el personaje celebraba a la cultura china de origen. Tenía un castillo en China un dragón llamado Fin Fang Fo.