En The Many Saints of Newark Anthony Soprano es un adolescente. Uno que debe enfrentar problemas y un futuro muy distinto al de cualquier otro joven de su edad. Anthony (Michael Gandolfini) es el miembro más reciente de la familia Soprano que aspira a entrar al mundo criminal.

Y lo encara con un entusiasmo lóbrego que resulta inquietante. Por supuesto, The Many Saints of Newark es una película sobre el mal interior y Alan Taylor lo subraya en cada oportunidad posible. Una historia que se regodea, casi sin querer, en el poder de un fenómeno televisivo que cambió a la pantalla chica. 

A catorce años de su capítulo final en HBO, Los Soprano regresan en la convulsa década de los sesenta y en un país distinto. El cambio de escenario y de contexto beneficia a la historia en la medida en la que le brinda identidad propia. En medio de los conflictos raciales de Newark, Los Soprano deben otra vez luchar por hacerse un lugar en el mundo criminal.

Pero si después la lucha sería contra el mundo criminal con acento norteamericano, en The Many Saints of Newark es por la identidad. No se trata de un parámetro sencillo ni mucho menos, una que no sea significativo. Pero Taylor, que parece más interesado en mostrar el mundo de Los Soprano desde sus estereotipos, desaprovecha la oportunidad. 

Eso, a pesar de que el escritor David Chase (creador del programa y co guionista del film), encuentra un filón intrigante en estos orígenes de un mundo criminal siniestro. Los Soprano no pierden su identidad, pero están a décadas de la lenta degeneración en algo más siniestro y letal. Por ahora, el juego de intrigas, manipulaciones y rencores es un anuncio de algo más poderoso. 

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Pero The Many Saints of Newark carece del carisma para crear algo que sea algo más que un despliegue a gran escala de la conocida fórmula de la serie. Todos los elementos están ahí, pero no encajan del todo. Como si el escenario fuera menos complicado de lo que aparenta y se conformara con solo ser entretenido.

'The Many Saints of Newark', cuando la herencia no es suficiente

La historia de origen de Los Soprano decepciona por su incapacidad de ser algo más que estereotipos a pesar de los esfuerzos de Chase por reencontrar la magnética idea del crimen organizado en mitad del corazón de una Norteamérica inocente. Pero en lugar de crear un lugar a su medida, el film parece depender demasiado de referencias previas. 

El argumento insiste en revisar el fenómeno del gángster en la cultura pop. Y lo hace en una colección de guiños que transforman la película en un recorrido por la figura del crimen organizado que abarca muchas cosas a la vez. De modo que The Many Saints of Newark es un todo que no cuenta nada en concreto.

Por un lado, es la historia formativa del futuro Tony Soprano. Pero Michael Gandolfini tiene verdaderas dificultades para lidiar con el papel. Eso a pesar que logra expresar la idea de un personaje en pleno maduración que aprende con rapidez. Pero para comprender al futuro jefe de la Mafia de New Jersey, The Many Saints of Newark apela al mundo de Los Soprano con más frecuencia de la necesario. Poco a poco, el largo relato se entrecruza con la forma en que la mafia comprende sus reglas, las construye y las convierte en supervivencia pura. 

Pero aun así, la interpretación es torpe y en ocasiones, dolorosamente limitada. Gandolfini, que por momentos imita a su padre, no encuentra una manera de sostener a Anthony, un personaje que depende de su crecimiento en pantalla. Taylor se esfuerza por brindar un nuevo aire al fenómeno de Los Soprano, pero el problema radica en la tensión interior del film. A pesar de los extensos recorridos por barrios, antros de mala muerte y la sensación de amenaza, The Many Saints of Newark se vuelve genérica.

Adiós a Los Soprano tal y como los conociste

David Chase, que por años fue acosado por fas para continuar en el mundo Los Soprano, no se sumerge de todo en el mito. The Many Saints of Newark es una instantánea de cómo los estadounidenses perciben a la mafia y no lo que realmente es. Lo cual puede parecer un matiz de poca importancia, pero en realidad es algo más profundo y extraño de lo que cabría esperar. 

Si Los Soprano apostaron por una familia criminal tan atípica como formidable en su estatura humana, el film recorre el camino contrario. Quizás, el real problema de The Many Saints of Newark sea la supervivencia al mito. En una época de remakes, reboot y todo tipo de reconfiguraciones de personajes e historias de enorme arraigo, un nuevo intento por refrescar el rostro de un fenómeno es una audacia que no siempre termina bien.

Taylor, que ha tenido una carrera llena de traspiés cinematográficos y moderados escándalos por su apego a una narrativa personalísima, llega a la precuela de un éxito monumental con frialdad. Y es esa distancia la que crea una brecha dura de superar cuando la narración de Los Sopranos se basaba en algo sustancial: la familia como centro motor del argumento. 

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