Apple ha anunciado este lunes el lanzamiento de una aplicación que acompañe a su servicio de música en streaming dedicada única y exclusivamente a la música clásica tras hacer pública la adquisición de Primephonic.
Primephonic ofrece un servicio de escucha de música clásica que se diferencia en cuanto a Apple Music o Spotify por el diseño de búsquedas, navegación por menús y recomendaciones adaptadas a los entresijos de obras, compositores, intérpretes y épocas que no pueden ser condensados en álbumes y artistas como se hace actualmente en la industria musical actual.
Pero, ¿por qué ha hecho Apple este movimiento? ¿Qué sentido tiene hacer algo así?
No es lo mismo compositor que intérprete
La catalogación y trato que se da a la música clásica en los servicios de streaming es, cuanto menos, un desastre. Y no es una iniquidad deliberada; simplemente, el diseño de sus aplicaciones no fue pensado para ello, pues nacieron siguiendo la forma de etiquetado de los archivos .mp3. Los metadatos, una especie de etiquetas que sirven para encontrar una determinada canción, o todos los álbumes de un artista, son válidos para cualquier artista rock, pop o reggueton, pero insuficientes para la música clásica o el jazz.
Se entiende por música clásica a toda producción basada en las tradiciones litúrgicas y seculares de Occidente. Y su historia abarca casi mil años desde que aparecieron las primeras composiciones en el siglo XI. Etiquetar todas estas obras con la etiqueta «Música Clásica» es injusto.
«Sería interesante que en esta nueva aplicación las obras se clasificasen por época de producción: música antigua o medieval, música renacentista, música barroca, el clasicismo, el romanticismo y la música clásica contemporánea», dice Carolina Alonso Lozano, técnico de la enseñanza profesional de la música con especialidad en piano. «A su vez, para los aficionados, es necesario que se incluya además del opus, la parte y la tonalidad de cada composición, algo ya disponible en Spotify, la información del intérprete o los intérpretes de forma más clara y accesible junto a su época».
La música clásica no se puede tratar como la música actual. Citando un ejemplo, Frédéric Chopin compuso decenas de nocturnos que no se publicaron todos reunidos en un mismo conjunto de piezas, sino que pertenecen a varios números de opus distintos. Y éstos a su vez han sido interpretados por diferentes pianistas. Tiene sentido que Apple lance una aplicación dedicada, aunque para los consumidores sin conocimientos en música clásica pueda resultar chocante.
Lo mismo ocurre con el jazz. El algoritmo y los metadatos que emplean Apple Music o Spotify no entienden que John Coltrane es un saxofonista tenor que estuvo en la banda de Miles Davis, y que Miles Davis es trompetista en su quinteto. Para Apple Music, Miles Davis es el único intérprete por el simple hecho de ser él el líder de la banda.
Aprender a disfrutar la música clásica
«El lanzamiento de esta aplicación vuelve a poner de manifiesto el problema a la hora de tratar la música clásica: es una pescadilla que se muerde la cola», afirma Carolina. «Por un lado, es necesaria una mejor clasificación y un mejor sistema de recomendación y de enseñanza al oyente para que aprenda a disfrutar la música comprendiendo mejor su historia y belleza. Por el otro, crear otra aplicación separada, podría alejar más aún a los oyentes a que se inicien en el género o comiencen a escuchar más composiciones».
No es, por tanto, una simple cuestión de clasificación, selección o etiquetado para la profesora Alonso, que cree que la cultura se produce actualmente «bajo la premisa de ofrecer un placer lo más inmediato posible y que requiera de la menor atención posible» y, por lo tanto, es difícil introducir ésta a los jóvenes o no iniciados. Pero, para disfrutar de la música clásica hay que detenerse un momento, entenderla, conocerla y, finalmente, disfrutarla. Es un esfuerzo que sin duda merece la pena y que, en los próximos meses, será mejor recompensado si Apple da buen uso de su nueva adquisición.