Un equipo internacional de científicos, en el que ha participado el Centro de Astrobiología del CSIC, ha hallado un interesante sistema planetario. Consta de una estrella ubicada a 35 años luz de nosotros, junto a la que orbitan al menos cuatro planetas. Y posiblemente un quinto muy interesante. Entre ellos se encuentran un nuevo exoplaneta oceánico y lo que podría ser una supertierra ubicada en la zona de habitabilidad. También el exoplaneta más ligero medido jamás mediante el método de la velocidad radial. 

No son los primeros exoplanetas que se encuentran, ni siquiera los primeros dentro de la zona de habitabilidad de su estrella. Sin embargo, suponen un buen ejemplo de la utilidad de los avances más recientes en el desarrollo de instrumentos y técnicas para la observación de este tipo de objetos.

Pero esto no ha hecho más que empezar. Aún será necesario confirmar la presencia del quinto planeta. ¿Y quién sabe si alguno más? Por eso, este sistema planetario, bautizado como L 98-59, seguirá siendo el objeto de estudio de estos científicos, cuyos primeros resultados se han publicado en la revista Astronomy & Astrophysics.

Los métodos que permiten encontrar un nuevo exoplaneta

Los dos métodos principales para la detección de un nuevo exoplaneta son el del tránsito y la velocidad radial.

Gracias al tránsito y la velocidad radial se pueden estimar el tamaño, la masa y, con ellos, la densidad

El método del tránsito se basa en observar cómo fluctúa la luz de una estrella concreta. Si hay un objeto orbitando a su alrededor, cuando se coloque entre ella y nosotros bloqueará su brillo. Por eso, las fluctuaciones en la iluminación ayudan a intuir la presencia de un nuevo exoplaneta. Además, se puede hacer una estimación de cuál será su tamaño. De esto se encargan telescopios e instrumentos como el Kepler o el TESS, utilizado por estos científicos.

Para tener aún más datos de ese nuevo exoplaneta, se mide la velocidad radial. Esta detecta en la estrella pequeños bamboleos, provocados por la interacción gravitatoria con los planetas que la orbitan. Midiendo ese movimiento se puede calcular cuál es la masa de ese nuevo exoplaneta. 

La densidad se mide dividiendo la masa entre el volumen, de modo que con los resultados del tránsito y la velocidad radial también podríamos calcularla. Eso nos ayuda a determinar cuál podría ser su composición. Por ejemplo, los planetas más densos suelen ser rocosos y los de densidad más baja, gaseosos. Incluso se puede predecir si el planeta tendrá agua y, en caso positivo, cuánta.

Esto último, si se da en un planeta ubicado en la zona de habitabilidad de su estrella, es una buena señal. Aunque también hace falta una atmósfera. 

Planetas en la zona de habitabilidad

El primer indicio de estos investigadores fue la existencia en L 98-59 de un nuevo exoplaneta rocoso.

Para saber si el nuevo exoplaneta en zona habitable puede albergar vida se necesita detectar su tránsito

El uso de TESS para analizar el tránsito, y de ESPRESSO (Echelle SPectrograph for Rocky Exoplanets and Stable Spectroscopic Observations) para el cálculo de la velocidad radial, permitió comprobar que se trataba del planeta más ligero jamás medido de esta forma. De hecho, tenía aproximadamente la mitad de la masa de Venus

Hallaron otro planeta probablemente rocoso, con 1,4 veces la masa de la Tierra y otro con 1,5 veces la masa de la Tierra y un alto contenido en agua. De hecho, hasta el 30% de su masa podría ser acuosa, por lo que se trataría de un planeta oceánico. 

Hallaron otras dos señales de velocidad radial, correspondientes a posibles planetas que no orbitarían en el mismo plano que estos tres. El primero parece tener unas 3 veces la masa de la Tierra y un periodo de 12,8 días. El segundo, 2,46 veces la masa de la Tierra, con un periodo orbital de unos 23 días. Pero lo más interesante de este es que estaría en la zona de habitabilidad de su estrella. En realidad, si lo comparamos con nuestro sistema solar, podría parecer que está muy cerca. No obstante, al ser su estrella una enana roja, su temperatura es mucho más baja que la del sol y, a esa distancia, podría albergar vida. Pero para ello este nuevo exoplaneta debería tener una atmósfera y, sin datos de su tránsito, es imposible saber si dispone de ella.

Es por esto que aún se necesita más investigación, para confirmar la existencia de este nuevo exoplaneta y, sobre todo, para intentar averiguar si realmente podría ser candidato a que la vida se abra paso en él. Es un gran paso en la búsqueda de ese primo lejano de nuestra Tierra. Hay mucho más que investigar, pero no por eso deja de ser emocionante. 

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