El pasado sábado 12 de junio, durante unos angustiantes minutos, el fútbol dejó de importar en el partido de la Eurocopa entre Dinamarca y Finlandia. Una emergencia médica de vida o muerte se mostraba, de forma súbita, ante las cámaras: el jugador danés Christian Eriksen caía inconsciente en el campo de juego por una parada cardíaca. Los compañeros de Eriksen tuvieron el empático gesto de hacer un corro a su alrededor para que las cámaras no pudieran grabar los dolorosos instantes a los que se enfrentaba el jugador. Sin embargo, más allá de la protección de la privacidad del paciente; los jugadores volvieron a cometer los mismos errores a la hora de actuar ante esta urgencia médica que otros muchos deportistas en eventos anteriores.
Simon Kjaer, capitán del equipo de Dinamarca, fue el primero en reaccionar. Se acercó a su compañero Eriksen y realizó maniobras para que "no se tragara la lengua" y lo puso en posición lateral de seguridad. Durante un par de eternos minutos, nadie realizó masaje cardíaco sobre el jugador. Solo cuando el equipo médico llegó al campo comenzaron las maniobras de reanimación cardiopulmonar, con desfibrilación (para que el corazón volviera a latir con normalidad).
Un mito que se resiste a morir: la temida lengua que se traga
Una vez más, las cámaras volvieron a mostrar que el desconocimiento general sobre qué hacer ante un fallo cardíaco sigue muy presente en la población general. Y que los estadios no son precisamente oasis de sabiduría en primeros auxilios. Al contrario, los eventos deportivos muestran, ante los focos y al gran público, lo mucho que aún queda por hacer a la hora de enseñar conocimientos básicos de primeros auxilios a los ciudadanos; especialmente cuando ocurre lo peor: un fallo del corazón.
Así, el comportamiento del capitán Kjaer ante su compañero Eriksen en parada cardíaca no es, ni mucho menos, un suceso aislado. Según una investigación publicada en 2017, lo primero que hacían las personas alrededor de un deportista que caía fulminado por un fallo cardíaco era, en el 65% de los casos, sacarle la lengua para que no se la tragara. El estudio, que analizó 29 vídeos de deportistas con parada cardíaca, mostraba que era más probable que los deportistas recibieran esta maniobra incorrecta; que solo retrasaba las urgentes medidas de reanimación cardiopulmonar (RCP).
Un mito muy extendido
Tanto en el mundo del deporte, como entre la población general; está muy extendida la creencia de que, ante un desmayo o un ataque epiléptico, una persona puede tragarse su propia lengua, provocándole la asfixia. En realidad, esto no tiene ningún sentido: es anatómicamente imposible que una persona se pueda tragar la lengua.
Además, intentar moverla con los dedos o con objetos no solo puede complicar aún más la situación, sino también retrasar la RCP ante un fallo del corazón. Según el caso, al tratar de coger la lengua la persona se arriesga a recibir un mordisco; a obstaculizar aún más el flujo de aire o a provocar lesiones en la boca del paciente. Se trata, en definitiva, de un mito tan irracional como peligroso. Si la persona respira, existen otras maniobras seguras para evitar que la lengua obstaculice el flujo de aire sin tener que meter nada en la boca.
La importancia de actuar con urgencia y eficacia ante una parada cardíaca
Se estima que, solo en España, alrededor de 30.000 personas mueren cada año por un paro cardíaco. Las posibilidades de supervivencia dependen en gran medida de la rapidez y la eficacia a la hora de actuar frente a esta emergencia. Según datos del Consejo Europeo de Resucitación Cardiopulmonar, aproximadamente un 80% de los fallecimientos por parada cardíaca se produce en los hogares; en compañía de familiares o amigos que, en el 80% de los casos, no realizaron ninguna maniobra sobre el paciente. Parte de estas muertes se podrían haber evitado, si se hubiera actuado con urgencia y conocimiento.
El tiempo es clave en la supervivencia de la persona; pues cada minuto de retraso a la hora de actuar supone un 10% menos de probabilidades de que la persona sobreviva. Cada instante que pasa sin que la persona reciba ninguna medida de premios auxilios es un instante más en el que el cerebro no recibe oxígeno ni nutrientes y aumenta el riesgo de daño cerebral. Salvo en casos excepcionales, las posibilidades de supervivencia son casi nulas cuando han pasado más de 10 minutos desde la aparición del fallo cardíaco.
El futbolista Eriksen no respiraba ni tenía pulso, lo que justificaba un rápido masaje cardíaco (con un ritmo mínimo de 100 compresiones por minuto; similar al ritmo de La Macarena) hasta que llegara el equipo médico para atenderle y aplicarle un desfibrilador. La idea tras el masaje cardíaco es garantizar el flujo sanguíneo por el cuerpo para mantener más tiempo la oxigenación de órganos vulnerables como el cerebro o el corazón. Eriksen estuvo dos minutos sin recibir masaje cardíaco, empeorando así su pronóstico. Afortunadamente, la atención médica fue rápida y el jugador pudo recuperarse y mantenerse en una situación estable en el hospital.
El tiempo es oro en las paradas cardíacas
Precisamente porque el tiempo es oro a la hora de actuar frente a una persona con parada cardíaca; es esencial no perder el tiempo con maniobras que no sirven de nada o quedarse de brazos cruzados porque se desconoce qué hacer. La Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES) calculaba en 2018 que si la población española contara con la formación suficiente en reanimación cardiopulmonar; se podrían salvar entre 1.500 y 3.000 vidas cada año.
Desafortunadamente, solo 4 de cada 10 españoles se siente capacitado para actuar ante una parada cardiaca inesperada y utilizar un desfibrilador. Aunque, en teoría, en el currículo de Educación Primaria se incluyen, por ley, los conocimientos y técnicas de primeros auxilios como obligatorios; la realidad es que su enseñanza sigue siendo muy minoritaria en España. Organizaciones como Cruz Roja y Protección Civil ofrecen cursos específicos de primeros auxilios para adultos que pueden ser decisivos para evitar quedarse bloqueados sin saber qué hacer y poder salvar la vida de otras personas.