Para las personas con algún tipo de parálisis, que han perdido la capacidad de hablar por alguna lesión o enfermedad, comunicarse es todo un reto. Si aún conservan parte de la movilidad de sus manos, la solución puede estar en un teclado de ordenador en el que escribir sus pensamientos. Como hace el personaje de Arantxa, en Patria. Sin embargo, a veces eso no es posible. Es aquí donde entran en juego los dispositivos de control mental, como por ejemplo Neuralink.
Su objetivo es que las señales cerebrales se transmitan a movimiento o a órdenes para el funcionamiento de un ordenador. Pueden, por ejemplo, mover un joystick, pero también desplazar el cursor de la pantalla, sin recurrir a ninguna herramienta física. Esto puede permitir a los usuarios señalar mentalmente letras ubicadas en el monitor, para construir las palabras que desean comunicar. Son algunas de las utilidades de la compañía de Elon Musk, pero también de otras muchas.
Ahora, un equipo de científicos de la Universidad de Stanford, cuyos resultados se acaban de publicar en Nature, ha ido más allá. Con su interfaz cerebro-máquina, han conseguido reproducir la escritura a mano. Es decir, la persona que la utiliza piensa en cómo escribiría las palabras y estas automáticamente se transforman en texto en la pantalla del ordenador. El resultado, según explican sus desarrolladores, es una escritura mucho más rápida, que permitiría al usuario comunicarse más eficientemente.
Control mental para escribir a mano
Este estudio fue posible gracias a la participación de un hombre de 65 años con una lesión en su médula espinal que le había provocado una parálisis de cuello para abajo.
Los investigadores le colocaron unos sensores en el cerebro y utilizaron un algoritmo para identificar las letras, mientras él pensaba en escribirlas. Una vez finalizado este paso, tradujeron esas señales en caracteres, que salían escritos en la pantalla del ordenador.
El hombre logró escribir a un ritmo de 90 caracteres por minuto. Esta velocidad es dos veces mayor que la del récord anterior logrado por otros dispositivos de control mental.
Además, lograron que por el mismo mecanismo el participante moviera un brazo robótico. Incluso se preguntan si podrían conseguir que, a través de este, pudiera escribir directamente sobre el papel.
El hombre con parálisis que intervino en este estudio de control mental en realidad sí podía comunicarse, ya que su lesión no le impide hablar. Por eso, el siguiente paso de estos científicos será repetir el experimento con otro paciente, afectado por esclerosis lateral amiotrófica. Esta enfermedad es conocida por ser la que padecía el físico Stephen Hawking y, al igual que él, el voluntario en cuestión tampoco puede hablar. Por eso, no solo ayudaría a probar su interfaz, también le sería útil a él para desenvolverse en su día a día.
Hace años todo esto hubiese sido impensable. Ahora, todas estas personas tienen la posibilidad de hacer su vida un poco más fácil. Gracias a la ciencia, como siempre.