Para la mayoría de los fans, la preciosista y tradicional técnica de animación de Studio Ghibli es inigualable. Por lo que la noticia de que finalmente el estudio decidió dar el salto a la tecnología digital causó malestar entre los leales. No obstante, Earwig and the Witch, dirigida por Goro Miyazaki, rinde homenaje a lo mejor del estudio. El hijo del legendario Hayao Miyazaki tomó el controvertido paso, pero se aseguró de celebrar lo mejor del legado familiar. Según sus propias declaraciones y a pesar de lo que pueda suponerse, el sentido de la estética del estudio es parte del film.

“Tenía muchas ganas de mantener la estética dibujada a mano de Studio Ghibli, así que traté de encontrar ese equilibrio”, comentó el autor en una entrevista para Variety. “Siempre hay un elemento de deformación que debe estar involucrado en la creación de las imágenes, por lo que intentamos inclinarnos más hacia el stop-motion”.

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Goro se enfrentaba a una decisión controversial. También a la responsabilidad que supone el uso de la tecnología en un estudio como Ghibli. La tradición del dibujo mano a mano es uno de los elementos más conocidos de su legado artístico. Pero el director encontró necesario la decisión. Se trató tanto de afirmar su independencia artística, como la supervivencia continua de Ghibli en el futuro.

“Para Studio Ghibli es importante probar constantemente cosas nuevas, ya sea que vayan bien o no”, dijo el joven Miyazaki. “No es suficiente continuar con el legado porque solo sería una copia e incluso una versión inferior de eso. Y para mí ese paso incluyó probar la primera película generada por computadora en el estudio (…) Así que (utilizar) CG fue una buena forma (de evolucionar) para nosotros y lo hicimos sin mucha presión”.

De hecho, fue su padre y el productor Toshio Suzuki quienes propusieron al joven Miyazaki adaptar el libro infantil de Diana Wynne a una película. Y también los que insinuaron la posibilidad de usar nuevas técnicas. Se trató de una decisión compleja para el director, quien abandonó los créditos detrás de cámara una década antes. Su obra del 2011 Poppy Hill fue recibida con críticas mixtas y señalamientos sobre el parecido con la obra con su padre. El debate terminó con el joven Miyazaki tomando unos años para analizar su papel en el estudio y en el mundo del cine animado.

No obstante, el realizador se sintió instantáneamente atraído por la sencilla historia de una joven huérfana llamada Earwig. El personaje vive con una bruja egoísta (Bella Yaga) y un demonio voluble amante de la música (The Mandrake). Además, el humor británico oscuro atrajo al director, quien enfatizó una partitura de rock progresivo (compuesta por Satoshi Takebe) para acompañar el ambiente inglés de los 70.

“Lo maravilloso de ella es que es una niña, pero es capaz de hacer que los adultos hagan lo que a ella le gusta. Normalmente, cuando eres huérfano y te engaña una bruja muy egoísta, te tratan mal, lloras y tratas de huir. Pero en su caso, ella sospecha del control de la bruja. Pensé que esto sería una inspiración para que los niños en la vida real se defendieran por sí mismos”.

Una larga cruzada

A pesar de las veladas recomendaciones de usar nuevas tecnologías en animación que había recibido de su padre, la decisión de Miyazaki sorprendió al estudio. De hecho, el realizador insiste en que debió “dialogar por horas” con productores hasta que finalmente les convenció. Miyazaki ya se había zambullido parcialmente en el CG con la serie de televisión Ronja, la hija del ladrón (coproducida por Ghibli). Pero vio posibilidades interesantes para usar CG completo con esta historia impulsada por personajes con mayor realismo y actuaciones más táctiles. Así que Ghibli aceptó la propuesta. Miyazaki comenzó a trabajar con un pequeño, entusiasta y joven equipo de animadores. El mismo director admite que no sabía muy bien a dónde se dirigía.

Sin embargo, el padre del director tuvo una nota crítica desde el principio. No entendía a Earwig, que pasa la mayor parte de la película interpretando a una Cenicienta servil hasta que se da cuenta de sus mágicos poderes de persuasión. “Le dije podía interpretarla”, dijo Miyazaki. “Y a partir de ahí, no se involucró en absoluto”. Para él, ella representaba un espíritu independiente, libre de tomar sus propias decisiones y cambiar de opinión. “Creo que probablemente sea mejor que la generación más joven manipule a los adultos ahora, en estos tiempos”, agregó entre risas.

'Earwig and the Witch': uniendo los dos mundos

En cuanto a los desafíos de adoptar CG sin abandonar por completo el estilo Ghibli, Miyazaki admite que tuvieron problemas desde el principio. Earwig se parecía un poco a un personaje de anime, pero la bruja y el demonio estaban mucho más caricaturizados. Aun así, la disparidad hizo que el director se viera en la obligación de buscar referencias fuera de la mesa de dibujo. Lo que se tradujo en una colaboración con algunos de los creativos involucrados del éxito del 2016 Kubo and the Two Strings.

El equipo del estudio Laika mostró la forma en que el movimiento de títeres puede ser reproducido por computadora. Fue el primer paso hacia lo que el director quería lograr. Hasta ese momento, Ghibli estaba teniendo dificultades para traducir los dibujos en modelos 3D. Especialmente la abundancia de cabello tupido en los personajes. “Pierdes la fuerza del volumen con cada mechón de cabello y la presencia más grande que la vida de estos personajes”, dijo Miyazaki. “Así que nos preguntamos qué deberíamos hacer. [Laika] puso mucho trabajo visual en los títeres, y eso fue muy inspirador “.

Mientras tanto, la pandemia ha hecho que la película sea aún más relevante, según Miyazaki. “Aquí en Japón, debido a la pandemia, las cosas han cambiado mucho”, dijo. “Vemos a mucha gente estar muy molesta y decir: ‘¿por qué no podemos vivir como antes?’. Así que esta es una historia sobre cómo lidiar con las circunstancias cuando te ves obligado a hacerlo. Si lo piensas, puede ser algo que los adultos necesitan más que los niños”.