Hace 66 millones de años, muchísimo antes del nacimiento de los primeros seres humanos, los entonces reyes del planeta vivían ajenos al final que se acercaba inexorablemente. Su desaparición, así como la de casi el 75% de las especies terrestres del momento, llegó a bordo de una roca en llamas, que impactó sin compasión sobre la Tierra. Eso es lo que sabemos sobre la extinción de los dinosaurios, pero sigue habiendo muchas preguntas sin respuesta. O al menos las había hasta ahora.

Se sabe que fue un asteroide o cometa, bautizado como impactador de Chicxulub. Tocó tierra frente a la costa de lo que hoy es México, dejando un cráter de 150 kilómetros de ancho y 19 km de profundidad. Además de los terremotos y las erupciones volcánicas que pudieron derivar del impacto, es posible que la atmósfera se llenara de grandes cantidades de gas, polvo y desechos. El aire se hizo prácticamente irrespirable y el clima se alteró drásticamente. Mil maneras de morir que asolaron el planeta, generando una gran extinción masiva. También se conoce que aquel asteroide o cometa debía estar compuesto en buena parte por condrita carbonosa. ¿Pero qué era exactamente? Y, más importante aún, ¿de dónde venía?

Estas viejas preguntas podrían tener por fin una respuesta, gracias a la investigación de dos científicos de la Universidad de Harvard, cuyos resultados se acaban de publicar en Scientific Reports.

El 'pinball' que provocó la extinción de los dinosaurios

Para la realización de este estudio, sus autores elaboraron una serie de modelos basados en análisis estadísticos y simulaciones gravitacionales. Tomaron varias hipótesis y comprobaron si estas podrían dar lugar a un impacto similar al que provocó la extinción de los dinosaurios.

De todas ellas, hubo una que coincidió prácticamente punto por punto. En ella, el origen del impactador de Chicxulub se situaría en una nube esférica de escombros, ubicada al borde del sistema solar, conocida como nube de Oort.

Desde allí, las interacciones gravitacionales generadas por Júpiter debieron desviar un cometa, lanzándolo hacia las inmediaciones del Sol. De este modo, según ha explicado en un comunicado uno de los autores del estudio, Amir Siraj, el gigante gaseoso actuaría “como una especie de máquina de pinball”.

Llegados a este punto, la parte del cometa ubicada más cerca del Sol experimentaría más fuerte su tirón gravitacional que la más alejada. Esta diferencia da lugar a un fenómeno conocido como fuerza de marea, que terminaría rompiendo este objeto en pedazos. Y sí, fue posiblemente uno de estos fragmentos el que generó la extinción de los dinosaurios.

Conocer el pasado para proteger el futuro

Cabe destacar que esta hipótesis se sostiene más que otras, en las que no cuadra la composición de restos hallados en el cráter de Chicxulub.

Con anterioridad se pensaba que el objeto que impactó podría proceder del conocido como cinturón principal de asteroides. Sin embargo, de los que aquí se encuentran, solo una décima parte están compuestos por condrita carbonosa. En cambio, la mayoría de cometas procedentes de la nube de Oort, llamados cometas de periodos largos, sí que tienen esta composición.

Por lo tanto, sería también una hipótesis válida para el origen del cráter Vredefort. Ubicado en Sudáfrica, este orificio de 300 kilómetros de ancho está considerado como el cráter de impacto más grande que se haya hallado jamás. Y sí, también lo provocó un objeto de condrita carbonosa.

Afortunadamente, no todos son de gran tamaño. También hay otros cráteres mucho más pequeños, cuyos impactos no debieron provocar casi daños. De hecho, se cree que pueden golpear la Tierra cada 250.000-730.000 años. Si todos fueran tan peligrosos como el que causó la extinción de los dinosaurios, se conocerían muchas más extinciones masivas a lo largo de la historia.

De cualquier modo, entender este tipo de procesos no solo es importante para resolver un misterio de 66 millones de años. También es necesario para evitar que algo así pueda volver a ocurrir. Las probabilidades son bajas; pero, en el hipotético caso de que pudiera pasar otra vez, al menos estaría bien estar mejor preparados de lo que lo estuvieron los dinosaurios.