Las abejas son animales fascinantes. Juegan un papel primordial en la polinización de las flores, inspiran con su vuelo a los ingenieros para el desarrollo de drones y nos regalan un manjar tan sabroso como la miel. Pero es que encima saben matemáticas. No han sido ni uno, ni dos los estudios que lo aseguran. Al menos tres grupos de investigación han ahondado en la capacidad de estos insectos para realizar operaciones sencillas e incluso para comprender el concepto de cero.

El problema es que ahora sabemos que, en realidad, cuando nos hicieron llegar a esa conclusión estaban haciendo trampas. Fueron de farol y nos engañaron a todos con ello, pero eso no las convierte en farsantes, sino en animales todavía más fascinantes.

Abejas tramposas fingiendo que saben contar

Si las abejas acertaron en las pruebas sobre matemáticas no fue por pura casualidad. Sabían lo que hacían, pero no porque tengan la capacidad de distinguir números y hacer cálculos, sino porque saben diferenciar cantidades a simple vista.

Es la conclusión de un estudio recién publicado en Proceedings of the Royal Society B por científicos de la Universidad de Sheffield. En él, repitieron el mismo procedimiento de algunas investigaciones previas, pero con pequeños cambios.

En este tipo de experimentos, realizados también con otros animales, se toman dos grupos de abejas. Ambos se exponen a dos paneles con cantidades diferentes de una forma u objeto determinado. Los insectos del primer grupo se entrenan para ir siempre al que tenga el número más bajo de formas. Los del segundo, al más alto. Dicho adiestramiento se consigue usando como recompensa un poco de agua con azúcar. Una vez que aprenden a donde deben ir, se retira la golosina, pero las abejas, ya capacitadas, seguirán yendo siempre al lugar correspondiente a su entrenamiento. Esto en su momento se interpretó como que saben matemáticas o, al menos, que pueden contar e identificar siempre dónde hay más o menos formas.

Sin embargo, estos científicos sospecharon que podrían estar haciendo una pequeña trampa. Y fue así como pasaron a la siguiente fase del experimento.

Buena vista, pero pocas matemáticas

¿Y si, en realidad, sus habilidades matemáticas fuesen más bien una buena capacidad para distinguir visualmente las cantidades? Esta fue la pregunta que se hicieron los autores del estudio.

Por eso, cambiaron los paneles a los que debían acudir las abejas. Ambos tenían la misma cantidad de objetos. Sin embargo, en uno de ellos estos tenían bordes más amplios. También diferían en la distancia entre unas formas y otras. Así, se lograba un efecto visual de amplitud, aunque el número de formas fuera siempre el mismo.

Cuando las abejas previamente entrenadas en la primera fase del experimento tuvieron que elegir, las que solían ir a cantidades menores fueron a las que tenían longitudes más cortas y objetos más juntos entre sí. Con las otras ocurrió justo lo contrario.

Esto demuestra que no saben contar, pero sí cuentan con la inteligencia suficiente para discernir cantidades. Quizás sería demasiado osado decir que no saben matemáticas. Simplemente, no las conciben del mismo modo que nosotros. Pero saben apañárselas perfectamente para comprenderlas. Eso también es importante.