Dejar de fumar es una de las mejores decisiones que una persona puede tomar. Si es fumadora, claro. El problema es que también es una de las más complicadas. Por eso, algunos consumidores de tabaco deciden dar un paso intermedio, dejando durante un tiempo parte de su consumo de cigarrillo y sustituyéndolo por vapeo. Así, durante una etapa de transición toman a la vez cigarrillos electrónicos y convencionales. Consideran que fumar y vapear será menos perjudicial que hacer únicamente lo primero.
Sin embargo, un nuevo estudio, publicado en Circulation de la mano de científicos de la Universidad de Boston, demuestra que no es así.
Análisis de hábitos
Muchos de los estudios realizados sobre tabaquismo y vapeo cuentan con el problema de que los síntomas por ambos hábitos no aparecen inmediatamente. Por eso, a veces es complicado determinar si hay una relación, especialmente con los cigarrillos convencionales, cuyo consumo es mucho más nuevo.
Para solventar este problema, los autores del estudio decidieron no centrarse en los síntomas, sino en los marcadores. Estos son cambios en los niveles de diferentes sustancias, presentes en los fluidos biológicos, que muestran una mayor propensión a desarrollar determinados problemas de salud.
En la investigación participaron 7.100 estadounidenses mayores de 18 años, que se dividieron en cuatro grupos, según sus hábitos de los últimos 30 días: fumar y vapear, realizar exclusivamente una de estas dos acciones o no llevar a cabo ninguna.
A todos ellos se les extrajeron muestras de sangre y orina, para su posterior análisis. Con él, buscaron marcadores asociados a la inflamación y el estrés oxidativo. Ambos son procesos muy vinculados con los problemas de salud derivados del tabaquismo, como el cáncer o los trastornos cardiovasculares.
Además, para confirmar los resultados se recogieron datos de subgrupos de encuestados, en los que se repitieron los mismos análisis.
Sin diferencias entre fumar y vapear
En realidad, los resultados podían dividirse en dos grupos. Para los cinco marcadores concretos que se analizaron, no había diferencias significativas entre quienes solo vapeaban y quienes no consumían cigarrillos de ningún tipo. Sin embargo, los que solían fumar y vapear tuvieron resultados prácticamente iguales a los de quienes solo fumaban.
Esto demuestra que, en realidad, sustituir parte de los cigarros convencionales por electrónicos para hacer más llevadero el camino hacia dejar el hábito no es una buena idea. Según han explicado en un comunicado los autores del estudio, su trabajo destaca la importancia de la educación pública continua sobre los riesgos de fumar cigarrillos y el fracaso del uso dual para reducir el riesgo. Por eso, la única manera de dejar de fumar es dejar de fumar. Las soluciones intermedias no ayudan y, de hecho, amparados bajo la falsa seguridad de creer que se están haciendo bien las cosas, pueden ser muy contraproducentes.