El director Tiller Russell, encargado de llevar la historia del asesino Richard Ramirez a Netflix con Night Stalker, admitió para Metro.co.uk que le llevó esfuerzos reunir, editar y decidir qué material formaría parte del argumento que llegaría a la plataforma.

Su incomodidad es comprensible: Ramírez, considerado uno de los tres criminales más peligrosos de la historia Estadounidense, es todavía, y a casi una década de su muerte, un personaje controvertido.

Cuando todavía el término Serial Killer no se había convertido en parte de una siniestra obsesión pop, Ramirez encarnó la esencia de lo inexplicable. Lo hizo con una serie de violaciones y crímenes violentos que llevaron el pánico a la Costa Oeste norteamericana. Y luego al resto del país.

Cuando finalmente fue atrapado, Ramirez se convirtió en una figura inclasificable. Aparecía a las audiencias de su juicio con anteojos oscuros. Y ofrecía entrevistas en las que se explayaba en detalles sangrientos.

“Amaba la popularidad y el reconocimiento que suscitaron los crímenes de los cuales se les acusaba” cuenta Russell “y parte de eso, forma parte del aura escalofriante que le rodea”.

'Night Stalker', lo nuevo de Netflix

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Night Stalker, de Netflix, intenta narrar lo acontecido durante el reinado de terror de Ramírez. También brinda un recorrido pormenorizado a través de la serie de crímenes que cometió. La producción toma la decisión de analizar el caso con detalles explícitos. Algo que Russell admite que fue una forma de destruir la imagen de “celebridad”. Ramírez la construyó para sí durante su juicio.

La serie incluye desde descripciones forenses específicas de escenarios del crimen, hasta el testimonio de una de sus víctimas. Secuestrada y violada a los seis años de edad y, cuyo relato, fue de importancia capital para condenar a Ramírez.

No obstante, más allá del morbo, Night Stalker es un recorrido a los esfuerzos de la policía y el sistema legal norteamericano por intentar detener a un asesino. Todo en mitad de una época en que carecía de recursos para hacerlo.

Uno de los detalles más sorprendentes, y que de hecho analiza con mayor profundidad la serie Night Stalker, es la forma en que Ramírez fue embellecido por la atención mediática y convertido en una celebridad siniestra. Su imagen se convirtió en aglutinante de una corte de seguidores. Mucho más, cuando Ramírez insistió en que había cometido la mayoría de sus asesinatos y asaltos por influencia de Satán.

'Night Stalker' y su impacto en la cultura pop

La actitud violenta, despreocupada y sin remordimientos del asesino se acentuó cuando buena parte de la prensa de la época le entrevistó y le fotografió a la manera de una estrella de rock.

En medio del juicio, que se transformó en un punto de confrontación a una escala desconocida en la cultura de EE.UU., la adoración alrededor de Ramírez pareció opacar los crudísimos testimonios de sobrevivientes y expertos sobre los actos de violencia que cometió.

Night Stalker toma el camino contrario y muestra a policías y víctimas como centro de atención. La docuserie cuenta, en cuatro capítulos de una hora, la forma en la que los asesinatos, violaciones y agresiones de Ramírez.

Unos hechos que convirtieron a la California de principio de los años ochenta en territorio del miedo. Los delitos de Ramírez, que aún desafían cualquier perfil criminal, mostraron una nueva dimensión de la cualidad del asesino en serie.

Víctimas de ambos sexos entre seis y 83 años, fueron atacados sexualmente. Torturados y la mayoría asesinados con una crueldad desconcertante. Todavía no hay una explicación sobre la forma en que Ramírez les escogió.

Esa aleatoriedad fue uno de los puntos más escalofriantes en el comportamiento del asesino. Que recorrió buena parte de la Costa Oeste estadounidense durante casi cinco años, en un furor de violencia que, aún en la actualidad, resulta difícil de explicar.

Finalmente, y después de ser reconocido por un vecino, Ramírez fue atrapado en el 1985 y llevado a juicio. En total 13 cargos de asesinato, 5 por conspiración criminal para el asesinato, 11 de agresión sexual y 14 por robo. No obstante, él dejó claro que solo era una fracción de los crímenes que cometió.

Night Stalker sostiene la teoría de que la mayoría de los delitos del asesino se mantienen a la sombra. Incluso años después de su muerte. La idea resulta siniestra. En especial expone con detalle la hipótesis que el comportamiento impredecible de Ramírez pudo evitar que la policía pudiera seguir su rastro. Más allá de los asesinatos y violaciones que se demostraron en corte.

‘Night Stalker’: una historia de consciencia

No obstante, el verdadero protagonista de la docuserie es el detective Gil Carillo, cuya labor ha estado durante casi cuatro décadas bajo la sombra de la tétrica fama de Ramírez. En una decisión brillante, el guion humaniza tanto a Carillo, que en el momento de los asesinatos era un investigador amateur, y también al legendario agente Frank Salerno.

Aun así, este último tiene una participación más bien discreta en beneficio de Carillo. El por entonces jovencísimo agente, fue el primero en establecer vínculos directos entre todos los asesinatos y violaciones en apariencia fruto del azar que comenzaron a ocurrir en California.

Pero tanto Carillo como Salerno, son el verdadero centro del debate de una producción, que tiene mucho más interés en recorrer la forma en que el asesino fue capturado, que en la forma en que cometió sus crímenes.

Y aunque ese matiz pueda decepcionar a los que esperaban que Night Stalker fuera una reconstrucción puntillosa sobre el comportamiento de Ramírez, la atención sobre los relatos de los agentes de policía permite una perspectiva mucho más amplia acerca de un caso del que aún hay muchas preguntas sin respuesta.

Los altibajos de la serie de Netflix

Pero a pesar de sus buenas intenciones, Night Stalker tiene algunos momentos bajos, cuando intenta mezclar el morbo con la necesidad de brindar relevancia a las víctimas. Russell no encuentra una fórmula de combinar los escenarios sangrientos, relatos escalofriantes y descripciones detalladas, con los testimonios emocionales de sus entrevistados.

Para el tercer capítulo es evidente que la serie tiene verdaderos problemas para mostrar en conjunto ambas cosas. Se trata de un cambio de ritmo incómodo que, en más de una ocasión, convierte a la serie en una larga descripción de sucesos que en apariencia no tienen vinculación entre sí.

No obstante, Night Stalker logra superar sus momentos más bajos para ofrecer un relato, desde un punto de vista novedoso, acerca de un caso en el que se ha dicho mucho.

Todo sin llegar a verdaderas conclusiones. La docuserie de Netflix tampoco las ofrece, o al menos, del todo claras, pero logra un diálogo inteligente entre los sucesos, el miedo convertido en una forma de fama y, al final, las heridas sin cicatrizar de las víctimas.

Night Stalker resulta una obra oscura, siniestra y elocuente. Una mirada a las sombras culturales que sorprende por momentos, por el uso inteligente del contexto y, en especial, las aristas inexploradas de la historia que muestra. Sin duda, su mayor logro.

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