Las autoridades de Moscú están investigando accesos ilícitos al sistema de reconocimiento facial que inunda la ciudad rusa. Las pesquisas han comenzado después de que una joven de 20 años, activista por los derechos digitales, se topara con un anuncio en la red que ofrecía acceso al sistema de vigilancia por solo 16.000 rublos, apenas unos 170 euros.

Anna Kuznetsova, el nombre de esta joven, pagó esa cantidad. El anuncio detallaba que, además del pago, era necesario enviar una fotografía de la cara de la persona que quisiera espiar. Envió una foto suya. A los dos días recibió en su móvil una detallada lista de ubicaciones en las que ella misma había sido registrada por las cámaras de reconocimiento facial moscovitas.

Es lo que cuenta la Fundación Thomson Reuters, que entrevista al colectivo que ha destapado este incidente en la red de cámaras rusas. "Fue realmente increíble: conseguimos un informe con todos los movimientos de Kuznetsova en Moscú", detalla un compañero de la activista, Sarkis Darbinyan, abogado en el colectivo del que ambos forman parte.

La ciudad de Moscú cuenta con más de 105.000 cámaras de videovigilancia. Las autoridades defienden que ha servido para rebajar la tasa de criminalidad. Los defensores de derechos sociales critican que, al contrario, estas cámaras solo han servido para monitorizar disidencia política y hay un vacío legal que permite su abuso.

Para conseguir el informe que la espiaba, Kuznetsova solo tuvo que pagar esos 16.000 rublos tras una escueta conversación por Telegram. El cibercriminal que le dio acceso a más de 79 imágenes que las cámaras habían tomado de ella no le hizo ninguna pregunta sobre por qué quería acceder a esos datos, ni cómo los iba a usar.

Las imágenes dan una clara idea de cuál es la casa de la activista, dónde está su trabajo y cuál es su rutina diaria. "Cualquier tipo loco puede espiarte usando esto. Los delincuentes pueden comprobar cuándo y dónde sales para robar en tu piso o hacerte daño. Cualquier cosa puede pasar".

The Verge recuerda que, aunque el sistema de vigilancia moscovita es uno de los más grandes del mundo, no es el único. Advierte que la cadena farmacéutica Rite Aid tiene cámaras de reconocimiento en muchas de sus tiendas desde hace al menos ocho años.

En España algo similar ocurre con Mercadona, que este verano anunció de forma sorpresiva que había instalado este tipo de cámaras en varios de sus establecimientos. Los clientes comenzaron a quejarse en las redes, la cadena de supermercados no aclaró en ningún momento cómo iban a utilizar esta tecnología —defendían que era para evitar el acceso a los locales de personas con orden de alejamiento de los mismos— y la AEPD inició una investigación.

El caso de Mercadona también llamó la atención del responsable de protección de datos europeo. Lo consideró "difícil de justificar".

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