La saga de los asesinos nos ofrece su última entrega en la actual generación, pero también la primera de las consolas next-gen. Assassin's Creed Valhalla quiere honrar el camino que dejaron sus dos antecesores con una ambientación que por primera vez explora a los vikingos y la sorprendente mitología nórdica. ¿Está a la altura de lo que esperábamos? Conocerás la respuesta en este análisis. Recibir un nuevo *Assassin's Creed suele ser un momento relevante para la industria de los videojuegos, y con Assassin's Creed Valhalla* no se presentó ninguna excepción. Desde que Ubisoft confirmó la ambientación vikinga a principios del año en curso, las expectativas no pararon de crecer; en gran parte por ser uno de los títulos que abrirán el telón de la nueva generación. Además, Valhalla toma el relevó de dos propuestas que cambiaron por completo el rumbo de la saga, un cambio más que necesario que le sentó fenomenal y que marcó su camino hacia el futuro. La editora francesa, sin embargo, quiere demostrar que todavía tiene ideas por explotar.
Cuando Assassin’s Creed: Origins llegó en 2017, la compañía dejó clara su apuesta por una exploración más profunda y, principalmente, por adoptar mecánicas RPG que lo convirtieron en un juego significativamente más complejo. Como señalé previamente, la decisión fue todo un acierto, pues significó darle un segundo aire a la franquicia en el momento que más lo necesitaba. De hecho, fue uno de los mejores juegos del mencionado año. *Assassin’s Creed: Odyssey siguió la misma estela en 2018 y, pese a no dar un salto tan grande como su predecesor, mantuvo el alto estándar de calidad. Han pasado dos años desde ese momento y ahora estamos ante Assassin’s Creed: Valhalla*, cuya propuesta jugable introduce varias novedades interesantes.
Antes de adentrarme en todos los componentes del gameplay, primero es conveniente hablar de la historia, que siempre es un apartado importante en cualquier Assassin’s Creed. La narrativa, de hecho, es nuevamente el cimiento que da origen a todo lo demás, por ello su trascendencia. Solo me enfocaré en los detalles que Ubisoft Montreal fue revelando desde el anuncio del juego, así que no te preocupes por los spoilers. La aventura, totalmente enfocada en la civilización y cultura vikinga, nos traslada a la Gran Bretaña del siglo IX, una época de múltiples enfrentamientos en territorio europeo. El personaje principal lleva por nombre Eivor y, como ocurrió en Odissey, una vez más tendremos la oportunidad de elegir su género. Esta opción fue recibida con los brazos abiertos en el título anterior y seguramente prevalecerá por mucho tiempo. Eso sí, no esperes que tu elección influya en la narrativa.
La historia comienza en Noruega, bastión de los vikingos y un lugar que nos permitirá conocer su estilo de vida y cultura. Sin embargo, al poco tiempo surgirá una situación que cambiará el trayecto de Eivor y el de sus aliados más cercanos. Los protagonistas deciden trasladarse hasta Inglaterra, un país que no está dispuesto a abrirles las puertas de manera amistosa. Así pues, una buena parte de la campaña tendremos el rol de invasores, y como jugador tendrás que asumir ese papel. Con lo anterior me refiero a que Assassin’s Creed Valhalla se olvida de tu moral y rápidamente te hace entender que, al menos en suelo británico, eres el villano a vencer. No hay momento de sentir compasión por los rivales, por ello en algunas ocasiones tendrás que emprender acciones "indignas" para poder abrirte camino en la región.
Si bien Ubisoft Montreal propone un arco argumental apegado a hechos históricos reales, se da la libertad de explorar un elemento fundamental de los vikingos: la mitología nórdica. Por consiguiente, a lo largo de tu travesía no solo te encontrarás con personajes convencionales, también con dioses, héroes, criaturas e incluso arquitectura que seguramente haz visto o escuchado a través de películas, series y videojuegos. Es la cultura lo que enriquece el mundo de Valhalla, pues la sobresaliente ambientación colabora a que tu experiencia sea todavía más agradable. Debo destacar, además, que el equipo creativo detrás de *Assassin's Crees Valhalla sigue realizando un trabajo fenomenal al momento de retratar las culturas del pasado. Más adelante ahondaré más en las actividades y pequeños detalles que consolidan la puesta en escena.
Aún cuando todo lo anterior luce prometedor, la historia de Assassin's Creed Valhalla* no es perfecta ni mucho menos. Considero que los esfuerzos de Ubisoft han estado centrados en crear unas mecánicas jugables que transmiten grandes sensaciones y en crear una ambientación formidable; por ello el apartado narrativo dejó de ser la máxima prioridad. Esto no significa que la historia sea mala, porque no lo es, pero tampoco esperes una narrativa extraordinaria. Quizá el mayor problema es que desde el principio comienzan dejando entrever hechos importantes que podrían ocurrir más adelante —y que sí suceden—, cerrando así las puertas a posibles sorpresas. Asimismo, el ritmo se interrumpe con ciertas misiones principales que aportan muy poco. Hay un par de cosas que pueden redimir este apartado, como los momentos memorables que nunca faltan en la saga y, ante todo, un sistema de toma de decisiones que funciona mejor que antes. Tus elecciones realmente impactan al arco argumental, al futuro próximo de los reinos y a la manera en que afrontas determinadas misiones.
Llegó el momento, ahora sí, de hablar largo y tendido sobre la jugabilidad, un componente del que Ubisoft ha sacado pecho en sus proyectos más recientes —Watch Dogs: Legion es la prueba de ello—. Con Origins y Odyssey la compañía ya había encontrado la fórmula exacta para que el gameplay se disfrutara como nunca antes en la saga, y aunque _Valhalla_ hereda los elementos que ya tuvieron éxito en los antecesores, se atreve introduciendo novedades que funcionan muy bien. En párrafos previos mencioné que Eivor y su clan emigraron hacia Inglaterra, no obstante, iniciar desde cero en un territorio desconocido no es una tarea fácil. Apenas llegar a la isla, conocerás la primera gran novedad del juego: el asentamiento.
Ubicado en Ravensthorpe, *el asentamiento es la zona central de nuestra experiencia en _Assassin’s Creed Valhalla_. Es el punto de encuentro donde planearás tu siguiente conquista y donde formarás relaciones con otros miembros de tu comunidad, entre muchas otras actividades. Como ejemplo práctico me gustaría traer a la mesa las mecánicas de Age of Empires*, el emblemático título de estrategia que te obligaba a construir tu civilización en función de los recursos naturales obtenidos y necesidades de tu ejército. Esa experiencia es algo similar en Valhalla, pero sustancialmente más profunda. En un principio solo será el lugar donde accederás a múltiples misiones, tanto principales como secundarias, sin embargo, con el paso del tiempo se convertirá en un poblado con vida propia y con diversos servicios a tu disposición.
Eso sí, no esperes que los servicios aparezcan por arte de magia; su construcción depende de la obtención de recursos. ¿Cómo los consigues? Tienes varias opciones, desde formar alianzas con otras comunidades y reinos, hasta invadir fortalezas enemigas y saquear todo lo que encuentres. Entre las opciones que puedes edificar están, por ejemplo, la herrería, donde puedes adquirir nuevo equipamiento o mejorar el que ya tienes. Por su parte, los barracones permiten gestionar a tus guerreros, inclusive con la posibilidad de reclutar a personajes creados por otros jugadores. En el taller del cartógrafo obtienes mapas de recursos y objetos valiosos, mientras que el establo es el lugar ideal para administrar tus caballos y el cuervo, que vuelve a ser ese aliado que observa todo desde las alturas. El resto de servicios se extienden a productores de alimentos, crianza de animales, centro de comercio, un museo e incluso establecimientos para personalizar a Eivor y su embarcación. Como puedes ver, la variedad es muy amplia, y al construirlos todos tendrás un pueblo con todo lo que necesitas.
Evidentemente, algunos servicios del asentamiento tienen una mayor injerencia en tu aventura que otros. No obstante, debes estar consciente de que no eres el único miembro de tu clan con necesidades; todos importan y construir servicios mejora la calidad de vida en Ravensthorpe. Tan importante es la existencia de los demás que podrás formar romances con otros personajes, deshacerlos y rápidamente intentar conquistar otro corazón. Créeme, los dramas que vas a vivir son tan intensos como graciosos. Algo que me llamó mucho la atención es que, tras regresar de una larga expedición, noté que el transcurrir del tiempo también se refleja en el asentamiento. Mi mayor sorpresa es que surgieron conflictos entre personajes, pues es casi imposible mantener la paz y armonía permanente en un pueblo vikingo.
Para finalizar lo relacionado con el asentamiento, no puedo dejar de lado una de las edificaciones más importantes de todas por lo que representa a nivel jugable y narrativo: la guarida de los ocultos. Sí, ya era hora de hablar de la orden de los asesinos en Valhalla. En una pequeña casa administrada por los asesinos, accederás a diferentes misiones cuyo objetivo es dar caza a personas influyentes en la región —organizadas en un organigrama según su rol—. La gran mayoría de ellas están escondidas, así que primero deberás encontrar las pistas suficientes que te conduzcan a su ubicación. Sin lugar a dudas, la inclusión del asentamiento ha sido un gran acierto para la saga; su mecánica está bien lograda y cada una de sus propuestas tienen un propósito. Estar en este lugar realmente nos hace sentir que formamos parte de una comunidad vikinga.
Ya que dejé entrever la sed de conquista de Eivor y los enfrentamientos con enemigos, la siguiente sección del análisis estará centrada en el combate, que para el gameplay de la franquicia es un pilar clave desde que el primer Assassin’s Creed vio la luz en 2007. Es, además, uno de los apartados que suele recibir cambios entrega tras entrega, y con Valhalla continúan la tendencia. Iré directamente al grano: el combate me ha dejado con sensaciones mixtas. Está claro que Ubisoft Montreal intentó retratar la fiereza de los vikingos ayudándose de nuevas animaciones, movimientos y un arsenal de armas muy variado. El problema es que, al momento de tomar el mando y comenzar una batalla, el personaje simplemente no responde de forma precisa a lo que deseas hacer.
Desconozco si es una deficiencia técnica o una decisión creativa para que Eivor no se sienta Over Powered. Independiente del motivo, cuesta tiempo acostumbrarse a movimientos imprecisos y a armas que, pese a la diversidad, apenas transmiten diferencias. Sí, en determinado momento le tomas el ritmo y quizá hasta te olvides de sus carencias, pero se echa en falta que funcione de modo correcto siempre. Una característica que sí se desempeña correctamente, y que debuta en Assassin’s Creed Valhalla, es que la salud ya no se regenera automáticamente. Tendrás que consumir alimentos y otros víveres para recuperarla, y esto lo puede cambiar todo durante un enfrentamiento. Debes ser más cuidadoso al atacar enemigos, pues un movimiento mal ejecutado puede costarte la vida. Así pues, los combates ganan un ligero componente estratégico.
En lo que se refiere al inventario de armas, piezas de la armadura y accesorios, no hay muchos cambios respecto a los dos títulos anteriores. Cada objeto tiene su propio nivel de rareza y puedes mejorarlo gastando recursos naturales. Algunos de ellos tienen slots para usar runas, mismas que aumentan el nivel de ciertas estadísticas. Afortunadamente, la asignación de runas no es permanente; puedes reasignarlas si precisas usar sus ventajas en el equipamiento que recién obtuviste. Eso sí, una de las novedades en el inventario es que, en una etapa avanzada del juego, podrás equiparte de dos armas diferentes al mismo tiempo. Por ejemplo, tienes permitido llevar una espada y un hacha de forma simultánea. Esto hace que las batalla se vuelvan todavía más viscerales. Las ejecuciones finales no van a faltar, y todas tienen un grado de violencia brutal.
El sigilo, por cierto, retoma el lugar que se merece y trae de vuelta un par de mecánicas que muchos jugadores extrañaban. La primera de ellas es que Eivor puede ocultarse entre las personas para pasar desapercibido. Y es que cuando visitas tantas regiones controladas por los enemigos, se vuelve crucial no ser identificado. Al menos, claro, que prefieras empuñar tus armas y eliminar a cualquiera que se cruce en tu camino. El otro gran regreso es de la hoja oculta clásica, que te permitirá poner fin a la vida de los enemigos con un simple movimiento rápido sin ser visto. La variedad de ejecuciones, de hecho, son heredadas de antiguos títulos de la franquicia. Lo mejor de todo es que aprendes a usar las dos mecánicas poco después de iniciar la aventura. Se agradece que podamos revivir esa experiencia tan distintiva de *Assassin’s Creed que inexplicablemente no tuvo la suficiente relevancia en Origins y Odyssey*.
Habitualmente escuchamos la frase: “Si algo funciona bien, no lo toques”. Hasta cierto punto, el estudio canadiense ha seguido esa recomendación con el sistema de progresión de Valhalla. De nueva cuenta tendremos a nuestra disposición árboles de habilidades para reforzar el rendimiento de Eivor, tres para ser exacto. Quizá me estoy quedando corto con “completo”, porque es muchísimo más profundo de lo que conocimos cuando Assassin’s Creed se transformó en un RPG. El número de habilidades y sus ramificaciones es abrumador, hasta tal punto que gran parte de los árboles se mantiene oculto cuando arrancas la campaña. Una vez que las empiezas a desbloquear con los puntos de habilidad, cuya obtención depende de completar toda clase de objetivos, los árboles vislumbran su increíble tamaño.
Como ocurrió con los títulos predecesores, se ofrecen caminos de habilidades en función de tu estilo de juego. En consecuencia, los árboles disponibles se enfocan en cubrir las áreas del combate cuerpo a cuerpo, el sigilo y los ataques a distancia. Sin embargo, me percaté que los árboles llegan a compartir algunas habilidades ajenas a su especialización, seguramente para lograr un equilibrio. También aparecen nodos que otorgan habilidades especiales; la mayoría habilita movimientos simples a través de la pulsación de botones. Una cuestión que me pareció muy atractiva es que te permiten reasignar los puntos de habilidad. Es decir, puedes prescindir de una habilidad ya desbloqueada para recuperar los puntos y gastarlos en otra. Todo este sistema hará crecer tu nivel de poder, una cifra sumamente importante porque algunas actividades te recomiendan tener cierto número para afrontarlas. Podrás iniciarlas sin atender el consejo, pero te advierto que te enfrentarás a rivales mucho más poderosos que tú.
Más allá de los árboles de habilidades, Valhalla igualmente se apoya de las aptitudes, un sistema de movimientos especiales que dependen de un combo —que tú mismo asignas a los botones del panel derecho de tu mando— y de una barra de adrenalina. A diferencia de las habilidades, las aptitudes no se desbloquean con puntos, sino a través de libros que encuentras en el mundo abierto. Estos textos enseñan a Eivor cómo ejecutar esos ataques demoledores cuerpo a cuerpo o acciones a larga distancia. La variedad es amplia y, en el caso de los ataques, verás animaciones muy impactantes como arrojar armas o propinar golpizas brutales a los enemigos mientras yacen malheridos en el suelo. Ojo, la adquisición de estas habilidades está ligada a la exploración, cuyo papel en Valhalla es primario y tan complejo que tiene dificultad seleccionable en relación a lo que te apetece ver en el mapa. Entonces, si quieres ampliar las capacidades en combate de Eivor, toca salir a descubrir todo lo que el mundo abierto tiene preparado para ti.
Explorar es una seña de identidad de la franquicia, una de las piezas responsables de generar tu conexión con la cultura y ambientación propuestas. Con todos los juegos de la saga damos por hecho que disfrutaremos de un escenario intachable en la puesta en escena y en la diversidad de actividades que aparecen en el mapa. Es tan común que dejamos pasar la oportunidad de reconocer el extraordinario trabajo que Ubisoft realiza para crear mundos abiertos localizados en el pasado. En este sentido, todas las entregas son sobresalientes, y Assassin’s Creed Valhalla no se queda atrás. La exploración, una vez más, se disfruta muchísimo. No solo por las bellezas de sus paisajes tan variados, de igual manera por el contenido jugable. Hay misiones secundarias aquí y allá, unas con su propia narrativa y otras que, a pesar de no aportar algo significativo a la historia, te apartan de los intensos combates con el fin de demostrar que existe un estilo de vida vikingo más allá de los campos de batalla.
No quiero que lo anterior se mal entienda. El mapa ofrece muchas actividades que involucran los enfrentamientos, pero el resto no son menos interesantes. Salir a cazar animales a cambio de recompensas, pescar en los ríos, jugar a los dados, demostrar tu aguante bebiendo alcohol y hasta demostrar tus habilidades en el flyting, una competencia dialéctica que tiene como objetivo insultar al rival con los mejores versos —el rap de aquella época—. Y si lo tuyo no es despegarte de la lucha, siempre podrás saquear comunidades o atacar fortalezas enemigas viviendo un asedio en el que, de hecho, recurrirás a un ariete para romper puertas.
Algo que eché de menos, aunque está justificado por el contexto histórico, es que no hay batallas navales como en Odyssey. Nuestro drakkar únicamente sirve para transportarnos en compañía de nuestras tropas a través de un sistema de ríos que recorre todo el escenario. Inclusive esta experiencia es una gozada, ya que escucharás a tus soldados tocando música nórdica durante el recorrido. El otro medio de transporte, como ya es tradición, es tu inseparable caballo.
Si antes mencioné que la ambientación es sobresaliente, una buena parte del logro es a causo del sorprendente apartado audiovisual. Ubisoft ha sabido aprovechar al máximo el hardware de la actual generación con modelados, iluminación, partículas y efectos de sonido de muy buena calidad para un título de esta escala. La banda sonora es igual de brillante que anteriores los juegos, interviniendo siempre en el momento oportuno para incrementar la emoción en situaciones épicas. Queda claro que estamos ante un proyecto Triple-A por la cantidad de detalles que vemos por todo el escenario. Artísticamente hablando, vuelve a ser un ejemplo de cómo crear un mundo inspirado en una cultura antigua. Por supuesto, estamos a la espera de poder comprobar los mejoras visuales en la PlayStation 5 y Xbox Series X; sabemos que el juego dará el salto a la resolución 4K dinámica a 60 fps.
Conclusión
Assassin's Creed: Valhalla es el adiós de la saga al hardware de la actual generación. Durante 7 años se reinventó lo suficiente para volver a ocupar los primeros planos de la industria. Pese al cambio de rumbo introducido en 2017, la franquicia otra vez se percibe consolidada y con un camino bien definido hacia el futuro en la next-gen. Valhalla no es un antes y después para las aventuras de los asesinos, sin embargo, es una entrega que cumple en la mayoría de novedades que presenta.
Por desgracia, apartados tan importantes como la historia y las sensaciones del combate quedan a deber. No así la ambientación, que nuevamente brilla sobre todo lo demás por los excesivos detalles para retratar la época de los vikingos y la forma de vida de los mismos. El asentamiento es una excelente novedad que muy probablemente veremos en futuros juegos de Assassin's Creed por lo que aporta a sus mecánicas RPG.
Pros
- El asentamiento es una novedad que funciona muy bien.
- Mecánicas RPG mejoradas con una mayor interacción con otros personajes.
- La toma de decisiones tiene un mayor impacto en la narrativa.
- Regresa el sigilo social.
- Atacar fortalezas y saquear comunidades es un espectáculo.
- La exploración se disfruta muchísimo.
- La ambientación es fascinante.
Contras
- La historia es más de lo mismo.
- El combate se siente impreciso.