La concepción de los videojuegos ha cambiado mucho a lo largo de los años. En sus inicios eran casi cosa de "bichos raros", mientras que hoy en día casi todos los niños tienen consola en casa. Y si no una consola, una tablet o teléfono móvil con acceso a todo tipo de juegos. Entre unos y otros está esa época intermedia en la que ya eran suficientemente comunes para que la mayoría de niños los desearan, pero muchos padres los vieran con recelo. Algunos de esos niños son ahora adultos y, según un nuevo estudio sobre videojuegos e inteligencia, los que jugaron regularmente se llevaron de regalo algunas mejoras en sus habilidades cognitivas.
La investigación en cuestión ha sido llevada a cabo por científicos de la Universitat Oberta de Catalunya y publicada en Frontiers in Human Neuroscience.
Videojuegos e inteligencia: ¿hay alguna relación?
Para la realización de este estudio, sus autores reclutaron a 27 personas con edades comprendidas entre los 18 y los 40 años. De todos ellos, algunos eran jugadores habituales de videojuegos, otros lo habían sido en su adolescencia, pero llevaban tiempo sin jugar y otros jamás se habían interesado por ellos.
El juego elegido para evaluar sus capacidades fue el Super Mario 64. No fue una elección aleatoria, ya que otro equipo de científicos demostró en 2013 que este juego genera cambios estructurales en el cerebro.
Todos los participantes se sometieron a un test para evaluar sus habilidades cognitivas y luego comenzaron un entrenamiento de hora y media de juego diaria, durante diez días. El test se repitió justo después de este periodo y quince días más tarde.
Paralelamente, a un grupo más pequeño dentro de estos mismos voluntarios se les hizo una estimulación magnética transcraneal (TMS por sus siglas en inglés), con el objetivo de comprobar si mejoraba su rendimiento en el juego. Pero no fue así. Ninguno de los que se sometió a esta técnica tuvo una tasa de mejoría mejor que la del resto. Todos mejoraron, por razones obvias relacionadas con el entrenamiento, pero ninguno resaltó por haberse realizado la TMS.
En cuanto a las habilidades cognitivas, sí que hubo algo digno de mencionar, que apoya las teorías de la relación ente videojuegos e inteligencia.
Mejoras en la memoria de trabajo
De las habilidades cognitivas evaluadas, destacaron especialmente las mejorías en la memoria de trabajo. En general, las puntuaciones obtenidas por los voluntarios en esta parte de los test antes del entrenamiento fueron muy dispares. Aunque ya había algo que apuntaba a la relación entre videojuegos e inteligencia, pues los que habían sido gamers durante su adolescencia o aún lo eran tuvieron mejores resultados que el resto.
No obstante, una vez pasados los 10 días jugando con regularidad, todos habían mejorado. Incluso habían llegado a igualarse entre sí.
La memoria de trabajo es aquella que permite retener temporalmente y manipular en la mente una información para obtener un resultado a partir de ella. Este parecía ser uno de los puntos más entrenados durante el juego, aunque también destacaron otros, como el procesamiento de objetos tridimensionales.
En definitiva, si bien hablar de inteligencia es mucho más amplio, sí que parece haber cierta relación entre esta cualidad y jugar a videojuegos. Por supuesto, eso no significa que todos sean válidos para todas las edades ni que se deba dejar a los niños más pequeños que pasen las horas que ellos quieran delante de las pantallas. La virtud siempre está en el punto medio. Lo bueno es que este punto medio puede ser muy beneficioso incluso con el paso de los años.