En 1933, el astrofísico suizo Fritz Zwicky describió por primera vez la existencia de una “masa no visible” que de algún modo estaba alterando las velocidades orbitales de los cúmulos de galaxias. Más tarde, esta sería bautizada como materia oscura. Se le llama así por el hecho de que no emite ningún tipo de radiación electromagnética, como la luz, ni tampoco interacciona con ninguna. A día de hoy hay muchas incógnitas y pocas certezas sobre ella, de ahí que sea un fenómeno muy estudiado. Lo que sí se sabe es que la cantidad de materia oscura alrededor de las galaxias es aproximadamente entre 10 y 300 veces mayor que la masa visible de las mismas. Hasta ahora este dato concordaba con todas las galaxias descritas, salvo con una: Dragonfly 44.

En el momento de su hallazgo, hace apenas unos años, se comprobó que su cantidad de materia oscura era 10.000 veces mayor que la masa visible. Eso estaba 30 veces por encima de lo esperado. Se trataba de un hallazgo único, que planteaba muchos misterios por desentrañar. Pero el misterio ya no existe. No porque lo hayan resuelto, exactamente, sino porque en realidad el dato anterior era incorrecto. Dragonfly 44 es una galaxia normal, al menos en lo que a materia oscura se refiere.

Una cantidad de materia oscura alrededor de las galaxias dentro de lo esperado

Dragonfly 44 fue descrita por primera vez en 2016, a través del cartografiado del cúmulo de Coma, una región del cielo en la que se agrupan miles de galaxias.

Su materia oscura llamó inmediatamente la atención de los científicos que la hallaron, por ser aproximadamente la misma que la de la Vía Láctea (la galaxia en la que se encuentra la Tierra). Esto era llamativo, pues nuestra galaxia tiene unos cien mil millones de estrellas, mientras que la que acababan de hallar solo contaba con cien millones. El resultado era un contenido de materia oscura muy por encima del esperado según su tamaño, si se compara con la cantidad habitual de materia oscura alrededor de las galaxias.

Sin embargo, un análisis más exhaustivo, realizado por científicos de la Universidad de Groninga, en los Países Bajos, con la participación del Instituto de Astrofísica de Canarias y la Universidad de La Laguna, ha mostrado que en realidad esos datos se habían medido erróneamente y que Dragonfly 44 no se sale de lo establecido como normal.

Dragonfly44
Crédito: Teymoor Saifollahi y NASA/HST

Midiendo cúmulos

Para hacer los cálculos con más exactitud, estos científicos midieron el número de cúmulos globulares que contiene Dragonfly 44, ya que de este dato se puede extrapolar su cantidad de materia oscura. Para ello, analizaron su distribución espacial, junto con la luminosidad y el color promedio.

La conclusión, publicada en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, es que contiene aproximadamente unos 20 cúmulos. Los datos del estudio de 2016 equivalían a unos 80. Por eso, con este nuevo dato, las cifras ya sí cuadran con la cantidad característica de materia oscura alrededor de las galaxias. De hecho, pasaría de 1.000 a 300 veces la masa visible. Estaría justo en el límite superior, pero dentro de lo esperado.

Este misterio concreto ya no existe, pero sigue habiendo muchísimas incógnitas por resolver. De hecho, según ha explicado en un comunicado del Instituto de Astrofísica de Canarias uno de los autores del estudio, Johan H. Knapen, si bien el número de cúmulos globulares se usa como medida de la masa total de la galaxia y su contenido en materia oscura, a día de hoy no se sabe a qué se debe esta equivalencia. Se conoce por los datos observacionales, pero no hay una explicación. Se cree que puede estar relacionado con la cantidad de gas inicial que forma las estrellas y los propios cúmulos globulares. A más materia oscura, más gas. Pero esa es solo una suposición. Se necesita mucha más investigación para ir más allá. Desde luego, en astronomía nunca faltan misterios sobre los que investigar.

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