Nueve meses después de que se conocieran los primeros casos de aquel virus ahora convertido en pandemia, la población mundial sigue aferrada a la futura vacuna como la única tabla de salvación para que todo esto termine. Por eso, científicos de todo el mundo han interrumpido sus investigaciones y se han puesto manos a la obra en busca de ese deseado medicamento. Ahora, por fin, parece verse la luz al final del túnel, gracias al anuncio de varios laboratorios que aseguran tener el trabajo casi finalizado. Destaca especialmente el caso de la Universidad de Oxford, cuyos avances parecen ir un poco por delante del resto. Podría ser la primera en estar preparada. ¿Pero cuándo será eso? Y también muy importante: ¿quiénes serán los primeros en vacunarse contra el coronavirus?

Se ha hablado mucho sobre ello últimamente. Muchos países ya aseguran haber iniciado los trámites para recopilar las dosis necesarias en pocos meses. Incluso aquí en España el consejero de sanidad de la Junta de Andalucía anunció ayer que en esta comunidad autónoma se empezaría a vacunar a la población para finales de este año. En cambio, hace solo unos días que uno de los científicos detrás de esta vacuna de Oxford, el neurólogo Carlos Estévez, explicaba en una entrevista para El Diario que el procedimiento completo finalizará en 2021 y que, al menos por ahora, es imposible asegurar que pueda empezar la campaña de vacunación en diciembre. Incluso la propia OMS ha hecho hoy un anuncio similar. La situación es compleja y requiere tener en cuenta muchos factores. Por eso, un equipo de diecinueve expertos en salud acaba de publicar en Science una propuesta de plan para discernir los pasos que se deben ir tomando desde ahora.

¿Quiénes serán los primeros en vacunarse?

Hasta ahora, si nos preguntamos quiénes serán los primeros en vacunarse, nos viene a la mente lo obvio: sanitarios y personas de riesgo. Es lógico. Los sanitarios son nuestra primera línea de defensa contra el coronavirus. Si ellos enferman los demás somos más vulnerables. En cuanto a los pacientes de riesgo, entre los que se encontrarían aquellos con algunas patologías previas y personas mayores de 65 años, las causas son obvias.

Pero esta es solo la superficie. Sabemos quiénes, pero hay más dudas. No está claro cuándo podría considerarse óptimo comenzar a hacerlo. Además, hay otra cuestión muy importante. Si no hay vacunas para todos los sanitarios y toda la población de riesgo, ¿por dónde empezamos?

En El Diario, Carlos Estévez explicaba que, aunque la vacuna esté lista, si todo el procedimiento de verificación no ha finalizado, se deben considerar un protocolo. La vacuna podría empezar a ponerse si el beneficio es evidente, por haber una cantidad muy alta de la población afectada. Y eso es algo que no se debe considerar a la ligera.

Es también lo que exponen los autores del artículo recién publicado en Science, con el que han bautizado como Modelo de la Prioridad Justa.

¿En qué consiste el Modelo de la Prioridad Justa?

El objetivo primordial de esta vacuna es evitar muertes. Por eso, la primera fase de este modelo para decidir quiénes serán los primeros en vacunarse consiste en calcular las muertes prematuras que se estarían dando a causa de la pandemia. Para ello, cada país debe establecer cuáles están siendo los “años de vida estándar esperados perdidos”, una medida muy empleada a nivel sanitario.

A continuación, en la fase 2, se proponen dos métricas, una para calcular cómo mejoraría la economía a nivel general y otra que establece el grado en el que las personas se salvarían de la pobreza.

Finalmente, la fase 3 prioriza a los países con tasas de transmisión más altas.

Vacunas y autismo
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Cuestión de porcentajes

Para que la inmunidad sirva como “cortafuegos” y evite la propagación del virus, se calcula que aproximadamente el 60%-70% de la población debe estar inmunizada. Teniendo en cuenta que, especialmente en países como Estados Unidos, una proporción bastante importante de la misma ya ha asegurado que no se la pondrá, sería necesario vacunar prácticamente a todas las personas que están dispuestas a ello.

Pero esto, en un inicio, no será posible. Según explican también en Science los autores del estudio, los planes de la OMS pasan por distribuir las vacunas de forma equitativa a todos los países, de manera que un 3% de su población pueda inmunizarse. Después, se iría escalando poco a poco, hasta un 20%. Estos científicos creen que, si bien este se define como un plan equitativo, a efectos prácticos puede no serlo tanto.

Al hablar de porcentajes de la población, dos países con la misma población recibirían las mismas dosis. Sin embargo, algunas naciones igualmente pobladas “enfrentan niveles dramáticamente diferentes de muerte y devastación económica por la pandemia”.

Los inconvenientes de la concepción tradicional

Respecto a vacunar primero a sanitarios y mayores de 65 años, estos científicos apuntan a otra desigualdad a nivel global si se decide repartir las vacunas en base a eso. Para los primeros, en aquellos países en los que dispongan de EPIs suficientes y no haya una tasa de transmisión elevada entre ellos, no supondría un beneficio remarcable para la población total.

En cuanto a los segundos, se debe tener en cuenta que los países de bajos y medianos ingresos tienen menos residentes de mayor edad y sanitarios per cápita que los países de mayores ingresos. Por eso, si el requisito de distribución fuera únicamente ese, se acabaría dando más dosis a los países más ricos y eso dejaría muy desfavorecidos a algunos de los que más lo necesitan.

Por eso, consideran que para decidir quiénes serán los primeros en vacunarse su Modelo de la Prioridad Justa puede ser la opción más acertada. De cualquier modo, será necesario que las autoridades encargadas de tomar decisiones al respecto lo valoren junto al resto de opciones. Lo que está claro es que, aunque nos encantaría estar todos vacunados en diciembre, no es una opción viable. Aún nos quedan unos cuantos meses de incertidumbre y mascarillas. Quizás en todo ese tiempo los antivacunas entren en razón. O bueno, también puede que no.