Hoy en día estamos acostumbrados a que los medios de comunicación generalistas hablen con cierta naturalidad de internet y de empresas asociadas a aplicaciones móviles o servicios online. Con todo, su enfoque es todavía mejorable. Pero antes del año 2000, la informática era todavía un tema tabú del que se hablaba poco, por recelo o por desconocimiento. Una excepción fue lo que conocemos como Efecto 2000 o Y2K, un tema informático que se trató largo y tendido en medios de todo el mundo.
Sin embargo, el enfoque fue un tanto sensacionalista. En parte, porque se trataba de un tema espinoso y cuyas consecuencias podían ser graves, teniendo en cuenta que afectaba especialmente a computadoras asociadas a instalaciones eléctricas, centrales nucleares y organismos públicos de gran importancia. Un error como el que suponía el Efecto 2000 podía implicar fallos en la red eléctrica, pérdida de datos valorados en millones de dólares o, en el peor de los casos, una réplica de lo que ocurrió en Chernóbil.
La realidad no fue tal. Los medios provocaron cierto pánico en la población, que poco o nada podía hacer para resolver el Efecto 2000, ya que no afectaba a sus ordenadores domésticos. Por su parte, empresas y gobiernos de todo el mundo llegaron a invertir más de 300.000 millones de dólares para solucionar el problema. Algunos hicieron negocio lanzando parches, algunos útiles, otros no, y ciertos movimientos neoludistas y/o religiosos anunciaron el fin de la civilización, combinando los delirios habituales cuando se aproxima un final de siglo o de milenio con este Efecto Y2K. Pero si lees estas líneas, obviamente sabrás que ese Apocalipsis no llegó.
En general, el Apocalipsis informático que algunos proclamaban no se produjo gracias a la previsión de informáticos y programadores de todo el mundo. Sin embargo, sí que hubo sucesos relacionados con el Efecto 2000 por todo el mundo. En algunos casos, meras anécdotas que ocasionaron molestias a los ciudadanos o a los responsables directos. En otros casos, el problema fue algo mayor, como veremos.
Un año antes: Singapur y Suecia
Del Efecto 2000 se habló durante todo 1999 de cara al público, pero el tema ya estaba en boca de muchos desde varios años atrás. Es más, en diciembre de 1988 se celebró la primera reunión mundial de coordinadores nacionales de Y2K de Naciones Unidas. Aunque cada país gestionó como supo o pudo este Efecto Y2K, a nivel internacional se creó lo que se conoció como International Y2K Cooperation Center, una manera de organizar a los responsables del asunto en cada uno de los 120 países que formaron parte.
El caso es que ya hubo problemas previamente al cambio de año. Según comentan los medios en aquel entonces, en día de Año Nuevo de 1999, los taxímetros computerizados de los taxis de Singapur dejaron de funcionar.
El mismo problema lo tuvieron también en Suecia, donde los taxímetros ofrecían unos precios muy por debajo de lo habitual como consecuencia del baile de fechas. En Suecia, el Efecto 2000 también hizo de las suyas en varios aeropuertos como el de Estocolmo, ya que las computadoras no permitían crear pasaportes temporales después de la medianoche del primero de año.
Estos fueron algunos de los primeros avisos que se reportaron en todo el mundo asociados al Efecto 2000. Según los expertos en aquel momento, se pronosticaban problemas similares durante todo 1999, 2000 y también durante parte de 2001. Por suerte, los taxímetros sólo provocaron problemas a clientes y taxistas durante un periodo breve de tiempo, y en cuanto a los pasaportes, el daño fue perder algún que otro vuelo. Pronto llegarían problemas mayores, al menos en teoría.
Un inicio de año movido en Japón
Aunque no fue el único país que padeció el Efecto 2000 en instalaciones delicadas como centrales nucleares o la red de telefonía móvil, Japón fue más transparente que otros en ese aspecto. De ahí que podamos hablar de varios casos ocurridos en este país frente a otros más estancos como Estados Unidos, China o Rusia donde seguramente se encontraron con problemas similares pero no los hicieron públicos.
Conjeturas aparte, el problema que más llamó la atención en Japón fue la alarma que sonó a medianoche el primero de enero de 2000. Ocurrió en la planta nuclear de Onagawa. Según medios especializados, la alarma sonó a las 00:02 al inicio del año 2000 y se paró a las 00:12. Durante esos diez minutos se dejaron de recibir datos relacionados con las estaciones de monitorización, la radiación en el agua, la temperatura del agua y los datos relacionados con la meteorología. En la central de Ishikawa se produjo un problema similar de ausencia de datos, aunque en ese caso no sonó ninguna alarma.
La central nuclear de Fukushima, que se haría famosa tras el tsunami de 2011, también padeció el Efecto 2000. En concreto, a las 8:58 de la mañana del primer día de 2000, “el sistema que muestra la posición de las barras de control en el núcleo del reactor falló, dejando a los operadores incapaces de calibrar las posiciones de las barras usando el sistema”. El error se resolvió a las 11:15 del mismo día, unas horas después. Al parecer, el reloj de la computadora afectada se había puesto en la fecha 6 de febrero de 2036.
En Japón, la red de telefonía móvil también tuvo su particular Efecto 2000. En concreto, la red de la compañía NTT o NTT DoCoMo, la mayor del país, afectó a varios modelos de teléfonos móviles que borraron accidentalmente los mensajes recibidos a partir de 2000 en vez de eliminar los mensajes más antiguos.
Un pequeño gran problema en Reino Unido
Posiblemente, una de las consecuencias más graves relacionadas con el Efecto 2000 o Y2K se vivió en Reino Unido. Según explica The Guardian. Grave porque afectó a los sistemas informáticos del NHS, el National Health Service o Servicio Nacional de Salud de Reino Unido. Como consecuencia de ese error informático, 154 mujeres embarazadas recibieron resultados erróneos sobre tests sobre síndrome de Down.
Como consecuencia de esos errores, nacieron cuatro bebés con síndrome de Down de madres a las que se les había informado erróneamente sobre su bajo riesgo de desarrollar este trastorno genético. Y aunque se realizó una investigación y se llevaron a cabo indemnizaciones económicas, el daño ya estaba hecho.
El problema se generó en una computadora del Hospital General del Norte, en Sheffield. Lamentablemente, este problema se extendería a nueve hospitales que enviaron las muestras a este hospital, que centralizaba los tests. Aunque en un principio el Servicio Nacional de Salud se había preparado para evitar problemas asociados al Efecto 2000, se produjeron errores en los tests realizados el 4 de enero de 2000 a consecuencia de un bug que no se había solucionado y que permaneció activo hasta el 24 de mayo de 2000.
En concreto, el problema consistía en calcular erróneamente las edades de las madres generando resultados erróneos. Como consecuencia, madres con alto riesgo de tener hijos con síndrome de Down, eran catalogadas como bajo riesgo. De ahí que no tuvieran en cuenta realizar una prueba de amniocentesis que hubiera confirmado o descartado el síndrome.