Realmente, la carrera hacia la obtención de una vacuna eficaz contra el coronavirus está siendo más rápida de lo que se pensó en su momento. No obstante, aún queda mucho camino por recorrer. Candidatas como la de Moderna o la de la Universidad de Oxford se encuentran en fases muy avanzadas de los ensayos clínicos. Esta última, de hecho, ha publicado ya sus primeros resultados acerca de la inmunidad generada en voluntarios. No obstante, eso no significa que vaya a estar disponible a muy corto plazo y mucho menos para toda la población. Por este motivo, los científicos de un grupo autodenominado como Rapid Deployment Vaccine Collaborative, o Radvac, han optado por recurrir a una especie de vacuna casera, mucho más rápida de producir, que los pacientes podrían administrarse ellos mismos, desde sus hogares.
Pero claro, precisamente su producción es así de veloz porque no está recorriendo ninguno de los pasos necesarios para que pueda considerarse viable y segura en base a evidencias científicas. Por eso, muchos expertos ya se han echado las manos a la cabeza, ante el peligro que podría suponer.
Una vacuna casera para inmunizarlos a todos… o no
El equipo en ningún momento ha publicado estudios sobre sus resultados. Simplemente, según ha explicado uno de sus miembros en declaraciones a MIT Technology Review, se basaron en publicaciones previas sobre el SARS y el MERS para diseñar su vacuna casera.
Se trata de una de las conocidas como vacunas de subunidad, que utilizan fragmentos de las proteínas del virus para activar el sistema inmunitario.
La administración es por vía nasal y cuando esté lista los compradores podrán recibir el kit completo en su casa para administrárselo ellos mismos.
Suena bien. Sin embargo, son muchos los motivos por los que, al menos, se debe recibir la noticia con mucha cautela.
Muchas lagunas en el procedimiento
En una fase de prueba inicial se le administró la vacuna casera a 20 voluntarios, entre los que se encontraban los propios investigadores. Después se han ido uniendo más personas al estudio y, en total, la han recibido 70 participantes.
Ninguno ha enfermado desde entonces. No obstante, tampoco han dejado de usar mascarillas, lavarse las manos y mantener la distancia de seguridad. Precisamente por eso, sería complicado discernir por qué motivo no han enfermado.
Lógicamente, cuando se prueba un fármaco se suele hacer con pacientes de la dolencia que se quiere tratar. Con las vacunas es diferente, porque se administran a personas sanas y no es ético exponerlas al patógeno que se quiere prevenir. Por eso son útiles procedimientos como el de la Universidad de Oxford, cuyos voluntarios para la fase 3 de ensayo clínico eran buena parte sanitarios. Estos se enfrentan naturalmente al virus. Usan medidas de protección, por supuesto, pero aun así tienen más posibilidades de enfermar que otras personas.
Por otro lado, la propia Universidad de Oxford reconoce que su procedimiento aún no está completo, ya que todavía es necesario probar el fármaco con personas cuyo sistema inmunitario reacciona de forma diferente a estas infecciones. Es, por ejemplo, el caso de los ancianos, quienes serán de las primeras personas en vacunarse cuando esto sea posible. Tampoco hay constancia de que lo hayan hecho en Radvac.
Finalmente, otra gran laguna es el hecho de que aún no han evaluado su seguridad, algo que es un paso indispensable antes de comercializar un fármaco. Aseguran que se encuentran haciéndolo en este momento, pero aún no tienen datos al respecto.
Lo que dicen los profesionales
También en declaraciones a MIT Technology Review, George Siber, experto en vacunas, explicó que las vacunas de subunidades de péptidos cortos, como esta, a menudo no generan una inmunidad robusta.
De hecho, hasta el momento no es posible saber si se ha generado inmunidad en los voluntarios a los que se les ha administrado. Entre otros motivos, esto se debe a la vía de administración. Normalmente las pruebas de anticuerpos se realizan en sangre, tras inyectar la vacuna. No obstante, los test usados comúnmente para identificar estas defensas frente al SARS-CoV-2 no pueden medir la inmunidad en la mucosa.
Por todo lo mencionado con anterioridad, el experto en bioética Arthur Caplan ha descrito esta vacuna casera como una locura. E incluso uno de los responsables de Radvac ha reconocido que es solo una capa de seguridad más y que las personas que se la administren no deberían dejar de seguir el resto de medidas pertinentes. Quizás no las tenga todas consigo.