Marion Crane (Janet Leigh) entra a la ducha del viejo Motel Bates, después de un largo trayecto en coche y convencida de haber escapado de la incómoda situación de escapar de algo. O quizás, no lo está tanto, a juzgar por el rostro tenso e incómodo del personaje. Cualquiera sea el caso, Marion necesita un baño y descansar unas horas, antes de decidir qué hacer. ¿Volverá junto a su jefe y admitirá su crimen? ¿Seguirá su camino?
La silenciosa mujer de cabello rubio no lo sabe aún, pero no tendrá oportunidad de ponderar sus opciones a futuro. Su vida está a punto de culminar en una de las escenas más interesantes del cine.
La muerte de Marion Crane a manos de Norman Bates (si esto es un spoiler para ti, te recomendamos ver un poco más de cine) es una de las escenas clásicas el cine mundial, pero además también fue toda una revolución en la forma de hacer cine.
No solo se trató de un prodigio de edición —o como el mismo Hitchcock llegó a llamarle “ensamblaje”—, sino una reflexión sobre el lenguaje cinematográfico desde una dimensión por completo nueva. Hitchcock llegó a explicar que decidió que la muerte de Marion “tuviera algo de impresionista”, por lo que construyó una secuencia basada en pequeños trozos de película: una imagen de la cabeza, seguida de la mano, partes del torso, sombras de cortina, la ducha en sí.
De hecho, la escena entera — que tiene una duración de 45 segundos — tiene 78 piezas de metraje distinto, algo desconcertante para la época.
Controlador del éxito
Se trató, claro, de una forma de Hitchcock de mostrar en pantalla una de sus obsesiones: la desnudez y la fragilidad de la actriz era de considerable importancia para el argumento de la película según lo imaginaba el director, y de hecho dedicó tiempo e interés en burlar el estricto Código Hays —que censuraba contenido en Hollywood bajo criterios morales— para lograr filmar la secuencia tal y como creyó era necesaria. Y lo logró: el resultado fue tan brillante como terrorífico. Hubo desmayos y gritos de pánicos durante las primeras proyecciones de la película.
Pero el secreto de Hitchcock para crear una toma semejante no fue solo una idea clara sobre el impacto que podría tener para el público asesinar a la estrella de la película apenas diez minutos después que comenzara. El director británico recurrió a Saul Bass, la leyenda del diseño gráfico, para crear el guion gráfico que permitiría crear y sostener la tensión de la escena.
Para la ocasión, el director y diseñador crearon una detallada secuencia visual que incluía cada toma por separado y que, de hecho, era parte de la percepción de Hitchcock sobre el clima y el poder visual de la escena, algo que Bass captó a la perfección.
Bass creó cuadro a cuadro la escena de la muerte de Marion, lo que permitió a Hitchcock crear la tensión y percepción del terror claustrofóbico que envolvía el asesinato del personaje. En pantalla, la escena está filmada como una serie de pequeños cortes rápidos, que además emulan los certeros y letales cortes de cuchillo del personaje interpretado por Anthony Perkins.
La polémica póstuma sobre Marion Crane
Después de la muerte de Hitchcock, Bass llegó a insistir que la escena había sido obra suya y que el director se había limitado a seguir sus instrucciones visuales, algo que Leigh y otros miembros del equipo de filmación desmitieron.
Con todo, Hitchcock tenía una opinión bastante poco halagadora sobre Bass, algo que sugiere la tensión y quizás el enfrentamiento entre dos grandes talentos que provocó en la escena.
En el libro El cine según Hitchcock, de François Truffaut, el director habla sobre la escena de la ducha sin mencionar a Bass, aunque luego sí hace alusión al diseñador en términos duros, como sigue a continuación:
François Truffaut: Creo que, aparte de los títulos de crédito, Saul Bass hizo dibujos para el film, ¿no es cierto?
Alfred Hitchcock: Solo para una escena y no pude utilizarlos. Saul Bass debía hacer los títulos de crédito y como el film le interesaba le dejé dibujar una escena, la del detective Arbogast subiendo la escalera antes de ser apuñalado. Durante el rodaje del film estuve dos días acostado con fiebre, y como no podía ir al estudio dije al operador y a mi ayudante que rodaran la subida de la escalera utilizando los dibujos de Saul Bass.
No se trataba del asesinato, sino únicamente de lo que le precede, la subida de la escalera. Había un plano de la mano del detective deslizándose por la barandilla y un travelling a través de los barrotes de la escalera mostrando de lado los pies de Arbogast.
Cuando vi la proyección de la escena me di cuenta de que aquello no servía y fue una revelación interesante para mí. La subida de la escalera, planificada de esta manera, no producía un sentimiento de inocencia, sino de culpabilidad. Estos planos hubieran servido si se hubiera tratado de un asesino que subía una escalera, pero el sentido de la escena se situaba en sentido opuesto.
¿Quién es el verdadero genio detrás de la histórica escena? Quizás se trate de otro misterio del cine destinado a no aclararse jamás.