No descubro nada nuevo si afirmo que el cine es un negocio. Hollywood se construyó sobre las bases de hacer dinero proyectando imágenes en una pared. Sigue siendo así hasta nuestros días. Esto no es malo, ya que nos permite disfrutar de títulos para todos los gustos, aunque como efecto secundario se dan fenómenos como la excesiva explotación de un género concreto o la proliferación de secuelas, precuelas, reboots y remakes.
Y como todo negocio que se precie, la clave para hacer más dinero es diversificar. Es decir, además de hacer una película, conviene vender material promocional como camisetas, videojuegos o juguetes. Y en los últimos años, a esta lista se han añadido productos paralelos como cómics, libros o series de TV. El objetivo, exprimir al máximo un film para optimizar los beneficios.
El fenómeno del juguete promocional se inició a lo grande con el estreno de Star Wars allá por 1977. Fue tal la demanda de juguetes de la película que el fabricante Kenner no pudo satisfacer la demanda. La historia completa la puedes ver en la serie documental The Toys That Made Us de Netflix. Y aunque la edad dorada de los juguetes promocionales fueron los años 80, 90 y 00, en la actualidad se siguen vendiendo e incluso marcas como LEGO deciden lanzar colecciones basadas en franquicias de éxito.
Los ingredientes para fabricar un éxito
De esa edad dorada de los juguetes promocionales destaca la historia de Independence Day, una película de presupuesto desorbitado que tenía como objetivo ganar una cantidad también desorbitada de dinero. Estrenada en 1996, lo tenía todo para triunfar entre el gran público. Su director era Roland Emmerich, que ya nos había brindado títulos de acción como Stargate (1994) o Soldado Universal (1992).
El argumento era también atractivo: una invasión extraterrestre nada amistosa a escala mundial en la que los monumentos más famosos saltaban por los aires. Pirotecnia a granel, naves gigantes y monstruos con tentáculos. Eso y una pizca de patrioterismo USA que siempre funciona dentro de sus fronteras.
Y qué decir de los actores. Will Smith, famoso por la serie El Príncipe de Bel-Air y que ya hacía sus pinitos en el cine con títulos como Bad Boys (1995) o la comedia Made In America (1993). Al elenco se unían también Bill Pullman o Jeff Goldblum, éste último toda una estrella gracias a títulos de género como La Mosca (1986) o Jurassic Park (1993).
La maquinaria de Hollywood es experta en crear productos de éxito juntando los ingredientes adecuados. Y Independence Day es buen ejemplo de ello. Se tuvo que gastar mucho dinero, aproximadamente 75 millones de dólares. Pero ya el primer fin de semana se recuperaron 50 millones sólo en Estados Unidos. Según IMDb, en todo el mundo se llegaron a ingresar más de 800 millones.
Pues bien. Además de ofrecer un producto rentable, Independence Day destacó por más cosas. Una de ellas, los juguetes promocionales que, además, venían acompañados de unos curiosos disquetes.
Juguetes y disquetes
La particularidad del merchandising de Independence Day es que combinaba dos elementos que siempre se habían vendido por separado. Es decir, con el estreno de una película, podías adquirir juguetes de un nutrido catálogo que, si tenía éxito, se actualizaba cada año. Y, además, en muchos casos también podías comprar un videojuego para tu consola de entonces.
Con Independence Day hicieron un combo. Su responsable fue la fabricante de juguetes Trendmasters, que se había hecho un nombre en el sector con sus muñecos de Godzilla. Gracias a ello se encargaron de los juguetes de la película del mismo nombre estrenada en 1998 y dirigida por el propio Roland Emmerich. Pero esa es otra historia.
Para acompañar la película de 1996 lanzaron una colección de nueve figuras de acción, seis aliens y tres humanos, así como tres vehículos accesorios. Y junto a cada figura, disquetes de 3’5 pulgadas que podías coleccionar. En total, once disquetes que incluían juegos tipo puzle inspirados en la película bajo el nombre de ID4 Mission Disks. Precisamente el disquete tiene relevancia en la película, pero no diré más para no destripar el final.
Por el precio de un juguete, obtenías un disquete con un juego. Toda una innovación en merchandising cinélifo que, por motivos varios, no llegó a popularizarse. En parte, porque tarde o temprano internet se convertiría en un canal popular para difundir contenido promocional.
Juegos coleccionables
Pero volvamos a la colección de disquetes de Independence Day. Partimos de una limitación obvia: el disquete de 3’5 pulgadas tenía una capacidad de 1’44 MB. Y para hacernos una idea, Windows 95, que también se lanzó en versión CD-ROM, en versión disquete constaba de 30 floppy disks en su versión completa.
Así pues, los juegos en disquetes de Independence Day han envejecido muy mal. Algunos de ellos pueden encontrarse en YouTube, como por ejemplo esta lista con diez de los once juegos. Y si los quieres jugar puedes probar suerte en páginas tipo eBay donde encontrarás los juguetes de la película acompañados de su correspondiente disquete.
Otra opción es descargar los juegos directamente. En la página de juegos antiguos Old Games encontrarás los once juegos. En este enlace los encontrarás desordenados pero listados con su número de juego correspondiente. En todo caso, son juegos independientes, pero es mejor jugarlos en orden.