El fuego ha sido desde siempre un elemento muy útil para el ser humano pero, al mismo tiempo, un arma de doble filo que le ha causado grandes daños, físicos y personales. Los incendios, en grandes ciudades o en lugares remotos, suponen pérdidas millonarias, desplazamiento de población y perjudica a personas, animales y al ecosistema en general.
Así que desde que conocemos el fuego hemos buscado maneras de mantenerlo a raya, prevenirlo y sofocarlo lo antes posible. Entre las tareas de prevención, uno de los campos en los que se ha evolucionado más es el espacial. Para entendernos, qué mejor lugar para ver si hay un incendio que el espacio. Y, para ello, los satélites artificiales son el mejor aliado.
Un ejemplo es la misión FireBIRD, creada por el Centro Aeroespacial Alemán, en alemán DLR o Deutsches Zentrum für Luft-und Raumfahrt. Su propósito, emplear dos satélites para detectar focos de calor y obtener datos que puedan usarse para la investigación y la prevención de incendios.
La misión BIRD
En 2001, la DLR o Centro Aeroespacial Alemán en castellano, inicia la misión BIRD. Desarrollada en el Instituto de Robótica y Mecatrónica de Berlín, en esa misión se logró detectar incendios en áreas de 4 metros cuadrados.
Todo ello desde el espacio gracias a sensores que detectaban señales infrarrojas y térmicas en unos rangos microscópicos. Precisamente, el nombre de BIRD tiene que ver con Bi-spectral Infra-Red Detection, o en castellano, Detección Infrarroja Biespectral.
Lanzado en octubre de 2001, el satélite protagonista de este proyecto también se llamaba BIRD, dando nombre a todo el proyecto. Se trataba del primer satélite con este propósito, detectar incendios, pesaba 94 kilos y la altura de su órbita era de unos 572 kilómetros.
Y después del BIRD, cuya vida útil del satélite finalizaba en 2006, llegó la misión FireBIRD, hereda de ésta pero que se apoyaba en dos satélites en vez de en uno.
La misión FireBIRD
En el verano de 2012 se lanzó el satélite TET-1, (en inglés Technology Experiment Carrier y en castellano Transporte de experimentos tecnológicos).Y en el verano de 2016 se lanzó el segundo satélite del proyecto. De nombre BIROS, acrónimo en inglés de Berlin InfraRed Optical System o Sistema Óptico Infrarrojo de Berlín en castellano, este segundo satélite se sincronizaba con el primero de manera que, juntos, generaban un sistema de cámaras multiespectral.
Como indica su página oficial, la misión FireBIRD pretende colocar el fuego bajo el microscopio. En este caso, bajo las cámaras de los satélites que detectan eventos relacionados con altas temperaturas en la superficie terrestre. La sensibilidad de sus sensores es tal que la detección es precisa y en superficies muy localizadas. Para hacernos una idea, además de incendios puede detectar volcanes, incendios de barcos en el mar, escapes de gas o accidentes químicos asociados al fuego.
Uno de los motivos por los que se pusieron en marcha ambas misiones, BIRD y FireBIRD, fue la consecuencia para el planeta de los incendios provocados o accidentales. En concreto, según los datos recopilados por el proyecto, cada año se quema una superficie aproximada de entre 3’5 y 4’5 millones de kilómetros cuadrados. Y, en consecuencia, el CO2 generado se almacena en la atmósfera. Según datos previos, un 20% de las emisiones de CO2 que contribuyen al efecto invernadero corresponden a incendios forestales.
Así pues, en el espacio, dos satélites. Y en la tierra, nueve instituciones alemanas que recopilan los datos y obtienen resultados para la prevención y detección temprana de incendios. En la práctica, el proyecto ha ido recopilando durante estos años información de grandes incendios como los de Portugal en 2016, Israel y Chile en 2017 o California, Estados Unidos, entre finales de 2017 y principios de 2018.
Encontrarás más información sobre FireBIRD en su página oficial, disponible en inglés, donde también se habla de los eventos estudiados antes mencionados.