Para Alex Garland, la ciencia ficción es una mezcla apasionante entre lo psicológico y lo tecnológico, algo que es muy evidente en su serie Devs, el original de Hulu que ha permitido al director explorar sus temas favoritos con mucha más profundidad de lo que hasta ahora lo había hecho.

Si en Ex Machina había reflexionado sobre la inteligencia artificial y la incapacidad del mundo contemporáneo para comprender sus alcances, en Aniquilación, Garland profundizó en la incertidumbre, mediante el inquietante recurso de un recorrido a ciegas por un mundo desconocido.

En Devs, ambas premisas se unen en un escenario inquietante y peligroso. En el que la tecnología es una puerta abierta para meditar sobre los límites de la identidad y lo colectivo.

Jugando con lo conocido en Devs

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Por supuesto, la fórmula de Garland se repite en cada uno de sus proyectos. Incluso desde su incursión en la literatura con la novela The Beach —cuya adaptación llegó al cine de manos de Danny Boyle— todo su trabajo tiene algo de onírico.

Una cierta opacidad siniestra que subvierte los espacios de la realidad que sustenta el argumento. En Devs, el director recurre a varias de sus imágenes predilectas para narrar una historia que, por momentos, llega a una intensidad visual y narrativa inaudita.

En otros, adquiere una rara opacidad propia de otras propuestas del director: la historia de las investigaciones misteriosas que realiza una empresa de tecnología avanzada, a cargo de un líder carismático y en potencia peligroso por su falta de escrúpulos, recuerda mucho al gran debut fílmico del director.

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También lo hace el hecho de que la serie —que transcurre con un ritmo pausado y contemplativo— esté más interesada en lo que hacen sus personajes, que en sus dilemas interiores. Lo que cuestiona la naturaleza de la realidad que les rodea, e incluso cualquiera de sus posturas intelectuales.

Devs también juega con elementos misteriosos alrededor de la capacidad para decidir y la independencia intelectual, desde una óptica engañosa y que cambia a medida que la serie de ocho capítulos avanza hacia lo más elaborado de su trama.

Devs y los juegos de realidades

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Miya Mizuno/FX

Con su aire de thriller enfocado en la conspiración corporativa, el show utiliza todos los recursos a su alcance para crear una atmósfera claustrofóbica y angustiosa. La cual se relaciona directamente con la manera en que la información se maneja como una forma de poder.

A diferencia de otros argumentos, en la que la data es en realidad una excusa para mirar desde una nueva dimensión la identidad contemporánea, Devs asimila el hecho que la tecnología es un elemento de primordial importancia, que juega prepoderante en nuestra vida, presente o futura.

Lo hace, además, desde la convicción que hay un terreno inexplorado en el que lo digital y la realidad se unen para crear algo por completo nuevo y en apariencia peligroso.

Garland no se prodiga con facilidad y la historia avanza con una lentitud que, en ocasiones, es un real estorbo para el desenvolvimiento de los personajes. A pesar de que al final no es otra cosa que un señuelo para distraer de atención del núcleo del guion.

Juego de espejos

El juego de espejos bien medido que planea el director comienza desde la primera escena, en la que Sergei (Karl Glusman), el empleado especialmente dotado de la compañía Amaya, lleva a cabo una presentación para Forest (Nick Offerman), CEO de la compañía y también, la enigmática personalidad que se esconde detrás del singular espacio atemporal de las instalaciones de la empresa.

De nuevo, Garland juega con el aislamiento, los espacios industriales extraordinarios y una inquietante percepción de la distancia emocional.

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Cuando Sergei recibe un ascenso, el argumento hace especial énfasis en mostrar que algo inusual ocurre detrás de los árboles extraordinarios que rodean al edificio de Amaya y la sonrisa afectada de Forest sospecha que se confirma cuando el empleado estrella comete un aparente suicidio.

Por supuesto, se trata de una trampa señuelo que Garland utiliza con elegancia: hay algo escondido en medio de los terrores pulcros que esconde la alta tecnología.

Entre el miedo y la física cuántica

A medida que los capítulos transcurren, la historia profundiza en la sensación inevitable de miedo y la posibilidad que la amenaza disimulada que insinúa una y otra vez, se materialice. Mientras Lily Chan (Sonoya Mizuno) una ingeniera de software de Amaya y la pareja de Sergei, comienza a comprender que hay algo más bajo en las en apariencia inofensivas investigaciones de Amaya, la serie toma un insólito giro para mostrar la imposibilidad real del libre albedrío, los terrores de la conciencia colectiva y la sujeción inconsciente a un mecanismo de control total.

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Como en otras tantas propuestas actuales, la percepción sobre la libertad de pensamiento y la ruptura con las líneas de poder establecido son tópicos que Devs intenta profundizar, sin lograrlo siempre.

Garland tiene la habilidad para lograr un tipo de tensión casi sofocante, pero la historia transcurre con tanta lentitud y en medio de tantas pistas falsas, que al final la confusión es inevitable.

La propuesta de Garland es además lo suficientemente ambiciosa como para intentar abarcar la física cuántica y el determinismo biólogico a la vez. Tal vez por eso, algunos episodios tienen un aire genérico que afecta a su solidez y también la lógica de su estructura.

Devs: también con tópicos

La historia no tiene puntos especialmente claros (de hecho, si algo podría decirse en contra del guion de Garland es su cualidad genérica), lo que provoca que la trama tenga retrocesos y avances visibles en una combinación tramposa de trucos de guion y la intención del director por aumentar el misterio.

A eso habría que añadir los disimulados clichés de ciencia ficción: el CEO de Amaya es el típico genio del mal, con un carácter extravagante y una inteligencia asombrosa, mientras el resto de los personajes responden al científico promedio.

Entre ambas cosas, Garland no logra brindar la suficiente identidad a sus personajes como para que puedan ser creíbles, a medida que la trama de Devs se hace más y más compleja.

Con su deslumbrante apartado visual (que incluye primeros planos de vídeo pixeleados que insinúan un secreto dentro de un secreto), Devs toma la audaz decisión de no ser complaciente a la hora de revelar sus secretos guardados en un sofisticado empaque de revelaciones cada vez más difíciles de entender.

Con su singular visión sobre el logro científico, los peligros de la tecnología y la amenaza del mesianismo, Devs no abarca todos los temas que propone, pero su intento es tan asombroso como bien planteado. Quizás, su mayor logro.

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