En mayo de 1110 se produjo un extraño eclipse en el que la Luna en vez de brillar de manera rojiza, como es normal, desapareció del cielo. Se volvió invisible, a esto se le conoce como eclipse negro. Ahora una nueva investigación publicada en Scientific Reports señala qué pudo producir este extraño fenómeno.

Entre los 7 eclipses que se produjeron entre 1110 y 1120, según los cálculos de la NASA, se documenta uno muy interesante. El de mayo de 1100 cuando la Luna pasó de estar brillante durante la tarde a desaparecer mientras la noche llegaba. Poco a poco terminó desapareciendo en el cielo. Se ha discutido mucho sobre por qué ocurrió y, ahora, el estudio dirigido por Sébastien Guillet, de la Universidad de Ginebra (Suiza), puede que haya encontrado la respuesta en erupciones volcánicas que desconocemos.

El equipo de Guillet ha analizado las capas de hielo y glaciares más profundas para saber qué pudo pasar a nivel atmosférico para que se produjera este extraño fenómeno. Todo parece ser culpa de una gran nube de partículas de azufre que recorrió la estratosfera, oscureciendo el cielo durante meses e, incluso, años, tal y como apuntan desde ScienceAlert. Aunque se había discutido sobre por qué pudo desaparecer la Luna aquel día, no se había sugerido aún esta posibilidad que plantea el estudio.

"Los espectaculares fenómenos ópticos atmosféricos asociados con los aerosoles volcánicos a gran altitud han llamado la atención de los cronistas desde la antigüedad", cuenta el equipo en un comunicado de prensa. "En particular, el brillo de los eclipses lunares puede emplearse tanto para detectar aerosoles volcánicos en la estratosfera como para cuantificar las profundidades ópticas estratosféricas después de grandes erupciones".

Al final, todas esas partículas cayeron sobre la Tierra y es ahí donde entra el análisis realizado por Guillet. Y esto se debe a que el hielo y los glaciares de Groenlandia atraparon ese azufre producido por las erupciones. Sin embargo, no es posible dar una fecha exacta de cuándo se depositaron.

¿Cómo podríamos vivir en la Luna?

¿Quién hizo desaparecer la Luna?

En un primer momento se asumió que estas partículas producidas por una erupción volcánica podrían deberse al estallido del Hekla, en Islandia, al que también se conoce como Puerta del Infierno. No obstante, las fechas no terminan de cuadrar dado que dicha erupción se produjo en el año 1104. Es decir, seis años antes. Por lo que el investigador Guillet apunta a que no podría ser el culpable.

Para saber más sobre qué pudo producirlo decidieron investigar documentos históricos, registros medievales... Y han terminado apuntando con el dedo a otro volcán: el Monte Asama de Japón. No pueden afirmarlo con rotundidad, pero tuvo una erupción gigantesca que duró varios meses en el año 1108. Además, los investigadores apuntan a que hay registro de esta erupción en un diario de la época.

Por otra parte, no solo las capas de hielo nos pueden contar cosas sobre el clima en tiempos pasados. Los anillos de los árboles también son un indicador de posibles climas adversos. Y, de hecho, los analizados del año 1109 indica que fue excepcionalmente frío, ya que son mucho más delgados de lo normal.

Es más, los investigadores plantean un tercer escenario posible. Y es que se produjeran varias erupciones de distintos volcanes entre 1108 y 1110. Ya que este impacto climático produjo otro social: en la Europa occidental están documentadas "condiciones climáticas adversas, malas cosechas y hambrunas". En esta tercera posibilidad, además, cuadraría con la erupción del Monte Asama. Por lo que podría ser uno más de esos diferentes volcanes que oscurecieron la Luna hasta hacerla desaparecer.

Aunque no se puede afirmar qué causó la desaparición de la Luna en aquel eclipse, las evidencias sugieren que hay erupciones olvidadas entre 1108 y 1110. Y que, además, desataron consecuencias sobre la humanidad que estamos empezando a descubrir en estos momentos.