Hubo un tiempo en el que los vídeos de acrobacias en la nieve, saltos al vacío en paracaídas o piruetas sobre bici BMX o motocicleta, se grababan de lejos. Como mucho, a unos metros de distancia. Pero con la miniaturización de las cámaras de vídeo, pronto llegaron los vídeos en primera persona, cuya explosión llegó con las cámaras GoPro.
La tecnología que ofrecen las cámaras GoPro, y que en la actualidad ofrecen otros fabricantes como Sony, DJI o Garmin, por citar tres marcas, hace posible que cualquiera sea capaz de colocarse una cámara en la cabeza o en cualquier parte del cuerpo y grabe un vídeo paseando por la calle, escalando una montaña o dando saltos sobre una bicicleta. Y todo ello en alta resolución y sin movimientos bruscos.
Pero este tipo de vídeos, en primera persona o POV en inglés, acrónimo de Point Of View, ya existían antes. No eran tan habituales, pues requerían de profesionales específicos y de una tecnología no siempre disponible, pero los resultados eran igualmente espectaculares. Es más, el método no ha variado mucho y se siguen vendiendo dispositivos similares como alternativa profesional a GoPro.
Cabeza y pecho como eje
Tanto con las cámaras actuales como con los métodos anteriores, hay dos opciones donde colocar el dispositivo para grabar. Podemos colocarlo en la cabeza, mediante un casco habitualmente, o en el pecho, empleando para ello un arnés especial.
En el segundo método, se emplean cámaras normales que vienen adosadas en dispositivos conocidos como bodycam, bodymount, chestcam o snorricam. Desarrollado por los islandeses Einar y Eidur Snorri, de ahí su nombre, permite que el propio protagonista de la grabación se filme a sí mismo mientras camina o realiza cualquier otra tarea. También facilita la grabación de lo que tiene delante, si bien este segundo uso no es tan habitual. Hay muchos ejemplos de uso de snorricam, como algunas escenas de Requiem por un sueño de Darren Aronofsky, uno de los primeros directores de cine en emplear esta técnica.
Pero centrémonos en el uso del casco como base para sujetar una cámara mientras el actor o protagonista caminan, corren, saltan o montan en motocicleta. Literalmente, se empleaban cascos como los que llevan los pilotos de motocicleta o los profesionales de BMX y otras actividades deportivas de riesgo. En la actualidad, existen multitud de marcas que ofrecen apliques y elementos para sujetar cámaras del tamaño de una GoPro, pero en su momento, y todavía hoy, se empleaban cámaras tipo DSLR, las más pequeñas del mercado en aquel entonces.
Lo bueno de las cámaras DSLR, o para entendernos, cámaras reflex digitales de una sola lente, es que permite ver en tiempo real lo que estás filmando o fotografiando, y es que al ser digital permite fotografiar pero también filmar. Su tamaño, peso, la durabilidad de su batería y que el tamaño de sus fotogramas coincida con el estándar de película de 35 mm, convirtió a este tipo de cámaras en los candidatos idóneos para convertirse en cámaras móviles para filmar en POV.
De la improvisación a lo profesional
En la actualidad es posible adquirir un casco profesional donde insertar una cámara de tipo DSLR. La firma Glide Gear, por ejemplo, ofrece en su catálogo un casco para grabar en POV empleando cámaras de poco más de un kilogramo de peso. Se puede regular para que quien graba pueda ver más allá de la cámara y está disponible en dos tamaños.
Con este tipo de cascos puedes grabar desde un cortometraje a una película entera en primera persona o escenas deportivas más arriesgadas como saltos acrobáticos con bicicleta o vehículos de motor o saltos de esquí.
Pero años atrás, no existían este tipo de ayudas, por lo que debías ingeniártelas tú mismo para lograr algo parecido con las herramientas disponibles. Un ejemplo muy gráfico es el que ha dado a conocer recientemente Hadrien Picard, fotógrafo francés especializado en deporte de acción.
En su cuenta de Instagram, Picard ha mostrado imágenes de 2006 de cuando “no tenía GoPro pero tenía una idea” como dice él mismo. “Quería mostrar en una fotografía lo que ve el rider al hacer la pirueta”. Para ello, Picard empleó una cámara DSLR de 640x460. En concreto, una Nikon D70 con lente de ojo de pez de 10.5 colocada en posición vertical.
Y para que la cámara no saltara por los aires, Picard se las ingenió con porexpán y cinta americana creando una caja donde colocar la cámara y fijarla al casco. Un invento improvisado curioso de ver ahora pero que funcionó bien, según cuenta su propio creador.
La anécdota mejora por momentos cuando Picard comenta cómo hicieron para activar la cámara a distancia. Si la maniobra no fuera complicada de por sí, la fotografía se realizó de noche, por lo que además de cámara era necesaria luz complementaria mediante flashes. “El problema estaba en que si activaba a la vez la cámara y los flashes (…) éstos eran más rápidos que la cámara, por lo que decidí emplear una larga exposición y activar yo mismo los flashes”. Dicho y hecho, alguien activaba la cámara para que realizara la fotografía al cabo de 10 segundos y el propio Picard hacía lo propio con los flashes.
Una historia que refleja cuán complicado es hacer algo antes de que la tecnología esté realmente preparada para ello. Como dije antes, en la actualidad se siguen empleando cámaras DSLR para fotografiar o grabar en vídeo piruetas o escenas de acción. Pero hoy en día ya se pueden usar cascos de toda clase y adaptados para colocar cámaras de todos los tamaños.