Autor: Alberto R. Aguiar

A la hora de aplicar medidas para luchar contra la expansión del coronavirus, los gobiernos de todo el mundo han optado hasta ahora por dos enfoques. Por una parte, los países que han optado por confinar total o parcialmente a la población en sus hogares y paralizar la actividad económica no esencial para frenar los contagios, y por otra, los que ha apostado por no aplicar restricciones y recurrir a métodos tecnológicos de detección temprana del virus.

El primer método lo puso en marcha inicialmente China en la provincia de Hubei, donde se sitúa el origen de la pandemia, y posteriormente se ha aplicado de forma más o menos estricta en Italia, España y en la mayoría de países, en los que se ha confinado en sus hogares a la población de todo el país o de sus regiones más afectadas y se ha ordenado el cierre de fábricas, comercios, restaurantes y centros de reunión.

El segundo método se basa en las medidas puestas en marcha por Corea del Sur y copiadas posteriormente en Singapur o Suecia, que pasa por realizar test masivos, poner en marcha herramientas digitales de autodiagnóstico y confiar en que la población seguirá las normas. En el caso sueco, su Gobierno defiende que la estrategia de confiar en sus ciudadanos está permitiendo limitar la incidencia del virus.

Y, sin embargo, existen países que, a pesar de que estén aplicando algunas de las medidas anteriormente mencionadas, también han echado mano de soluciones más peculiares para contener la pandemia. En algunos casos, se trata de formas excéntricas de decidir quién puede salir a la calle y cuándo, mientras que en otros se traduce en maneras poco comunes de castigar o contener a quienes se saltan el confinamiento.

En España, por ejemplo, solo se permite salir a la calle a aquellas personas que van o vuelven de su trabajo, de hacer la compra, de sacar la basura o de pasear al perro, entre otros casos. Esas salidas tienen que realizarse de uno en uno y hay previstas multas para aquellos que incumplan estas normas, que han derivado en que, en el primer mes del estado de alarma, más de 400.000 personas hayan sido multadas o detenidas por violar el confinamiento.

En otros países, tanto las normas sobre la posibilidad de circular por la calle como las penalizaciones por incumplir estas normas son muy diferentes, aunque la finalidad es la misma, que es reducir los contagios al mínimo para evitar un colapso sanitario. Estos son algunos ejemplos de los métodos más peculiares para combatir el coronavirus que se aplican en todo el mundo.

Túnez despliega robots policía para controlar quién sale a la calle.

El Gobierno tunecino ha aplicado medidas de contención del coronavirus similares a las que se aplican en el resto de Europa, que incluyen el confinamiento de la población salvo para actividades esenciales. Para vigilar que esta medida se siga a rajatabla, el ejército y la policía patrullan las calles y piden la documentación a cualquier transeúnte y verifican que se dirige a comprar alimentos o medicinas.

Para evitar riesgos a los soldados y agentes, el Ministerio de Interior de Túnez ha desplegado robots policía para localizar, identificar e interrogar a cualquiera que transite por la calle. Estos robots, conocidos como PGuards, registran con una cámara la documentación del paseante y le preguntan a dónde se dirige y, si sus respuestas son adecuadas, le recomiendan que vuelva a casa. La empresa fabricante ya diseña un modelo similar con aplicaciones sanitarias, según BBC.

En Colombia, algunas ciudades permiten salir a la calle según el sexo

En algunos países, especialmente en Latinoamérica, las medidas más inusuales respecto al coronavirus se refieren a los métodos para decidir quién puede salir a la calle y quién no. En el caso de Colombia, no existe una legislación nacional al respecto, pero varios municipios de departamentos de todo el país sí han decidido limitar el acceso a la vía pública utilizando como referencia el último número del documento de identidad.

Así, grandes ciudades como Medellín o Cali o núcleos de menos de 150.000 habitantes como Soacha, Fusagasugá, Arauca o Barrancabermeja permiten a sus ciudadanos hacer sus compras o ir al banco según esa cifra para evitar aglomeraciones. En Medellín, por ejemplo, un documento de identidad acabado en 1 permite salir a la calle los lunes y jueves, mientras que uno terminado en 9 sirve para miércoles y domingos.

En cambio, en la capital, Bogotá, el criterio para elegir quién puede salir a la calle es el sexo. Así, las mujeres pueden salir a la compra los días pares, a los hombres se les permite hacerlo los días impares y las personas transgénero eligen qué día pueden salir según su identidad, aunque con la limitación de que solo un miembro de cada familia puede pisar la calle cada día. Sin embargo, se permite pasear al perro 20 minutos al día, como aclara Canal 13.

Panamá aplica el confinamiento por sexos y la ley seca

En Panamá, el método para definir quién puede salir a la calle durante el confinamiento es muy similar al de la capital de la vecina Colombia, aunque solo desde principios de abril, ya que antes de esa fecha se utilizaba el método del último número de la tarjeta de identidad, como en Medellín y otros municipios colombianos. Sin embargo, a diferencia de sus vecinos, las personas transgénero deben salir a la calle según el sexo que figure en su documentación.

De este modo, las mujeres pueden salir a la calle a comprar los martes, jueves y sábados, y los hombres los lunes, miércoles y viernes, un sistema que puede parecer extraño, pero que está comenzando a dar resultados, según The Telegraph Eso sí, entre sus compras no podrá haber alcohol, ya que el país ha decretado la ley seca para evitar la celebración de fiestas multitudinarias, como recoge La Vanguardia.

Zimbabwe prohibió la cerveza para evitar los contagios, pero sólo duró unas horas.

Panamá no es el único país que ha intentado aplicar la ley seca ante la pandemia de coronavirus, pero sí es el único que ha conseguido mantenerla en funcionamiento. En el caso de Zimbabwe, la policía decidió prohibir el consumo de cerveza, a pesar de que poco antes había considerado como "servicio esencial" a la mayor empresa cervecera del país, como señala Radio France International.

Sin embargo, la policía zimbabuesa se retractó de esta decisión el mismo día en que fue anunciada, asegurando que los supermercados y las tiendas de licores que tuviesen licencia podrían continuar vendiendo cerveza sin impedimentos legales, como recoge African News.

En India, se llevan los castigos de la "vieja escuela": azotes de vara, carteles infamantes y copiar 500 veces "lo siento, no debí romper el confinamiento"

En India, al igual que ha sucedido en Sudáfrica o Kenia, se multiplicaron las denuncias de brutalidad policial contra los viandantes durante los primeros días de confinamiento debido a que los agentes empleaban sus varas con demasiada ligereza y excesivo celo. Sin embargo, el Gobierno ha anunciado que dará marcha atrás después de que a un policía le cortasen una mano con una espada en una violenta refriega en un mercado de hortalizas.

Para intentar mejorar su imagen, la policía india ha optado por el ingenio en sus castigos a aquellos que violen el confinamiento. Así, los infractores son obligados a llevar caretas que representan al coronavirus y carteles en los que se piden disculpas por su conducta. Mientras, a los extranjeros se les reservan castigos más leves pero igualmente humillantes, como copiar 500 veces la frase "no respeté el confinamiento, lo siento", según Hindustan Times.

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