El coronavirus ha detenido a medio planeta. Vivimos una situación como ninguna otra, en un mundo totalmente globalizado pero que al mismo tiempo tiene que apretar el botón de pausa en muchos aspectos para poder enfrentar a la pandemia.

Eso significa que en muchos países vemos a sociedades totalmente fragmentadas por la cuarentena, en que tenemos que pasar días o semanas encerrados en nuestras casas para detener el ritmo de contagio. Actividades sociales desaparecen, viajes se posponen, comercios locales cierran y muchos no vuelven a abrir.

No tenemos forma de controlar al coronavirus y o las consecuencias de lo que estamos viviendo, pero sí podemos aprender a dominar la forma en que respondemos ante momentos adversos, difíciles y complicados, ante la incertidumbre y la sensación de pérdida de control frente al desconocimiento de lo que sucederá más adelante.

Steve Jobs, durante su célebre discurso en Stanford habló de cómo estos momentos pueden definir la vida de una persona. Cómo la imposibilidad de controlar un evento o un problema pues ser determinante:

Ser despedido de Apple fue una de las mejores cosas que me pudieron pasar en la vida. El peso de ser exitoso fue reemplazado por la ligereza de ser un novato nuevamente

Es obvio que lo último que Jobs quería en su vida era ser despedido d Apple, la compañía que él fundó y le dedicó años. Pero ya estaba fuera de sus manos, lo que sí pudo controlar era la forma en la cual respondió y reaccionó.

La historia la conocemos: durante ese periodo de tiempo fundó Pixar, fundó NeXT —que después fue adquirida por Apple— y volvió como CEO de la empresa y fue capaz de hacerla renacer, poniéndola en el camino a convertirse en lo que es hoy: una de las empresas más exitosas de la historia.

Cuando estamos conduciendo un vehículo y nos vemos en una situación de emergencia —como perder el control de este— tenemos dos opciones: nos enfocamos en el problema o nos enfocamos en buscar una solución. La mayoría de las ocasiones lo primero no tenemos control, pero lo segundo sí.

Muchos pierden perspectiva de la solución enfocándose en la incapacidad de controlar el problema, algo que de por sí ya es incontrolable —o no vale la pena controlar—.

El coronavirus tendrá severas consecuencias y repercusiones para toda la sociedad. Las estamos viviendo en la actualidad y las seguiremos sintiendo durante meses, posiblemente años. Pero saldremos de esta. Lo importante es dejar de pensar en por qué estamos aquí y empezar a enfocarnos en a donde queremos ir. Cómo queremos ir y hasta dónde podemos llegar, por medio de esfuerzo, creatividad y resilencia.

Hay situaciones insalvables, a veces nuestro bienestar está por encima de nuestras propias posibilidades, este virus es un gran ejemplo de ello. Solo queda intentarlo, en la medida de lo que seamos capaces, de no perder el foco en seguir caminando hacia adelante, buscando resolver lo que se puede resolver o cambiar donde podamos cambiar, para ser mejores.

Si es posible, que esto sea también una oportunidad para ir un poco más lento, para tomar aire, para tomar perspectiva y afinar hacia donde queremos ir de ahora en adelante.

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