Casi todos los buenos directores contemporáneos comenzaron sus carreras detrás de las cámaras con cortos, en los que demostraron con escasos recursos y tiempo reducido su considerable talento. Desde Scorsese hasta Taika Waititi, los primeros experimentos visuales de los grandes narradores cinematográficos contemporáneos, son una experiencia sensorial y emocional para todo fanático del cine que se precie. Te traemos una selección de los quince mejores que puedes encontrar ahora mismo en línea y que podrás disfrutar en un sólo día durante la cuarentena.

Veinte directores que cambiarán el rostro del cine en las próximas décadas

Pioneer, de David Lowery

Antes que Lowery sorprendiera a todos en el 2013 con su inquietante Ain’t Them Bodies Saints, produjo y dirigió este corto en el 2011, acerca de un padre que narra en voz baja y terrorífica una historia violenta sobre su madre desaparecida. Una pieza magistral de suspenso que puede mostrarte la capacidad del director para analizar la naturaleza humana desde un trasfondo doloroso.

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Six Shooter, de Martin McDonagh

El director de la recordada In Bruges y de la dolorosa Three Billboards Outside of Ebbing, Missouri (que sorprendió a público y audiencia en el 2017), filmó en el 2005 Six Shooter protagonizada por Brendan Gleeson. La durísima historia sobre hombre en pleno trace de viudez que se encuentra con una inesperada forma de peligro es un prodigio en economía de recursos y también, el tránsito entre el clásico terror hacia algo más humano, amargo y pesimista.

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Two Cars, One Night, de Taika Waititi

En el 2004, el ahora reconocido director fue nominado al Oscar por el mejor contrometraje por Two Cars, One Night. Una obra extraña, pequeña y por momentos desconcertantes, que ya anunciaba los principales rasgos del Taika más adulto: un leve humor negro, juegos de palabras y una crudeza emocional casi sorprendente en medio de diálogos inteligentes.

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Wasp, de Andrea Arnold

Arnold, ahora famosa por sus magníficas American Honey y Fish Tank, ya había mostrado su talento cuando ganó en el 2003 el Oscar al mejor cortometraje por Wasp. La directora filmó su película en su natal Danford (Australia) y logró demostrar su inteligente lenguaje visual y su emotivo ojo subjetivo detrás de cámara en una historia dramática y dulce.

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7:35 in the Morning, de Nacho Vigalondo

Filmado en un brillante y cuidadoso blanco y negro, este corto nominado al Oscar en el 2003 no solo demostró la capacidad de Vigalondo para las grandes historias, sino que mostró su potencial para el suspenso y las historias apenas sugeridas.

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Doodlebug, de Christopher Nolan

Convertido en uno de los directores icónicos de nuestra época, Nolan mostró todas sus dotes narrativas en 1997 con Doodlebug, un corto de tres minutos protagonizado por Jeremy Theobald y que utiliza los espacios domésticos, para meditar sobre la fragilidad de la mente humana en situaciones inesperadas y en apariencia inofensivas.

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The Big Shave, de Martin Scorsese

El cortometraje de 1967 de Scorsese tiene cierto parecido con las extrañas narraciones de Julio Cortazar, ambientadas en un único lugar y en medio de una situación en apariencia común, que termina convirtiéndose en la excusa para analizar conflictos existenciales más profundos. Ya en este primer gran intento narrativo, es notorio la forma en que director usa la cámara en movimiento fluido y su inteligente uso del color.

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Small Deaths, de Lynne Ramsay

En el corto del ’96 Small Deaths, Ramsay explora en forma limitada pero efectiva sus extrañas obsesiones conceptuales, al analizar la vida como una gran experiencia interconectada con experiencias inquietantes. El corto ganó el Premio del Jurado de Cortometrajes en el Festival de Cine de Cannes. Ramsay haría su debut como directora tres años después con Ratcatcher.

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Vincent, de Tim Burton

Antes de crear un estilo propio que sorprendió a buena parte de los cinéfilos de la década de los ’90, Burton ya había hecho algunos progresos en su discurso visual. En 1982 trabajó con Disney para crear una pequeña maravilla en stop motion: Vincent es la quintaesencia de la obra de Burton y, sin duda, una muestra de todas las obsesiones del director, que más desarrollaría a plenitud y se convertirían en su sello inconfundible. Pero de algún modo, la historia de este niño obsesionado con Edgar Allan Poe que intenta crear un zombie con su perro, sigue siendo una de las obras más personales de su filmografía.

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The Alphabet, de David Lynch

Por supuesto, que el trabajo de Lynch siempre será desafiante y y experimental, pero sus cortos llevan su punto de vista a una nueva dimensión. En The Alphabet del ’68, combina el cine en vivo y animación para narrar una pesadilla desde el estrato inquietante de una película de horror a pequeña escala.

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Welcome Home, de Spike Jonze

En asociación con Apple, Jonze creó una combinación de musical y reflexión sobre la identidad, todo en el atractivo empaque de un aparente comercial que resulta siendo una historia emocional y visualmente extraordinaria. El corto fue creado para HomePod de Apple, pero Jonze aprovechó la oportunidad para construir un lenguaje profundo, extraño y de una belleza asombrosa en menos de diez minutos.

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No Time, de Darren Aronofsky

Antes de la ya icónica Pi, Aronofsky ya mostraba su extraña versión sobre el mundo y el pensamiento el hombre, con esta pequeña joya existencialista, que se completa con la duología Protozoos y Fortune Cookie. No obstante, No Time sigue siendo una perspectiva intrigante sobre la naturaleza del hombre, el miedo y los espacios oscuros de la mente.

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Alive in Joburg, de Neil Blomkamp

Como preludio a la maravillosa Distrito 9, Blomkamp había experimentado con el tema de la segregación y el estigma en clave de ciencia ficción en este corto de 2005, que todavía sigue pareciendo asombroso por su habilidad para la economía de recursos y la percepción del bien y del mal moral a través de pequeños golpes de efecto.

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The Neighbors' Window, de Marshall Curry

Conocido por sus por brillantes documentales Point and Shoot, Street Fight y If a Tree Falls: A Story of the Earth Liberation Front, Curry hizo sus primeros intentos en el cine (y ganó un Oscar en el trayecto) por el corto The Neighbors’ Window, una reflexiva obra sobre la privacidad, los entornos domésticos y la noción sobre lo íntimo contemporáneo.

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Yo! My Saint, de Ana Lily Amirpour

Después de sorprender al mundo con A Girl Walks Home Alone at Night y The Bad Batch, la directora iraní más interesante de los últimos años, dirigió en el 2018 un magnífico cortometraje musical, que mostró su buen gusto e inteligencia visual a un nuevo nivel.

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