Los cigarillos electrónicos (también conocidos como vapeadores) y el resto de dispositivos electrónicos que calientan pero no queman tabaco (Heat not Burn como los iQos) también pueden ser nocivos para la salud, tal y como ha señalado este lunes la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ).

Por tanto, no solo el tabaco es perjudicial sino que estos productos que algunas personas utilizan para sustituirlos también lo son. Separ advierte en su nota de prensa y en el documento que publica en la Revista Archivos de Bronconeumología "que la mayor parte de las publicaciones que minimizan el riesgo para la salud al consumir IQOS corresponden a estudios promovidos por las empresas tabacaleras, y sus conclusiones sobre la inocuidad son cuestionadas". “Es destacable el interés de algunos trabajos en demostrar que la toxicidad del cigarrillo electrónico y los dispositivos Heat nor Burn es menor que el cigarrillo convencional, cuando lo que realmente debemos considerar es que el aparato respiratorio no esté expuesto, de forma gratuita, a ninguna sustancia nociva”, explica el doctor Jaime Signes-Costa explica que.

«Los vapeadores son un 95 % menos dañinos que el tabaco»: la afirmación de la industria que es puro humo

No es la primera vez que en Hipertextual hablamos de que estos cigarrillos electrónicos no son tan buenos como nos los quiere presentar la industria. Ahora, Separ ha presentado este documento con el que quieren mantener su postura en contra de estos cigarrillos y dispositivos similares debido a la "evidencia de que contienen sustancias tóxicas y nocivas", afirman.

¿Qué contienen para que resulten tóxicos y nocivos para la salud? Desde Separ señalan que estos cigarrillos electrónicos "se han identificado sustancias cancerígenas y partículas ultrafinas además de nicotina". Entre las cancerígenas están "nitrosaminas específicas del tabaco, aldehídos, compuestos orgánicos volátiles e hidrocarburos aromáticos policíclicos" mientras que entre las partículas ultrafinas destacan las que provienen de "metales pesados", que al tener menos de 0,5 micras de diámetro penetran fácilmente en el interior de los pulmones y llegan al torrente sanguíneo distribuyéndose por todo el organismo y causando daño en muchos órganos y sistemas". Entre los metales se han hallado "cromo, níquel, plomo, manganeso, aluminio, estaño y hierro" y "en ocasiones en cantidades superiores a las encontradas en el cigarrillo convencional".

No todo queda aquí, ya que "también contiene radicales libres y especies reactivas de oxígeno que causan estrés oxidativo y dañan la proliferación celular y el metabolismo", indican en el documento. "También aparecen compuestos orgánicos volátiles y fenoles; y otras sustancias como los furanos, ftalato de dietilo y ftalato de dietilhexilo".

En cuanto a la campañas de publicidad, SEPAR considera que "deberían prohibirse las agresivas" que "promocionan el uso de estos dispositivo electrónicos que están generando confusión en la población general". Además, estos cigarrillos no deberían venderse en tiendas normales, "sólo en aquellos lugares que la ley permita y sus envases deben mostrar todas las alertas sanitarias que muestran los paquetes de tabaco, es decir, avisos escritos y grafismos que alerten a los consumidores de los riesgos para la salud que su consumo puede tener", concluyen desde la sociedad.