Dicen que lo importante está en el interior. La frase hace referencia a la relevancia de mirar más allá de lo superficial a la hora de conocer a alguien. Sin embargo, hay quien la lleva a rajatabla en otras facetas de la vida y no solo se conforma con usar los productos de su día a día, sino que también necesita “destriparlos” y saber qué los lleva a funcionar como lo hacen.

Es el caso de unos cuantos usuarios de Twitter, quienes últimamente han publicado la fotografía del interior de un bote de Rhinomer. Curiosamente, en los comentarios de algunos de estas entradas han aparecido personas que aseguran haberlo hecho también. No es para menos, pues el resultado es realmente sorprendente para algo tan simple como un bote de descongestionante nasal. Más bien parece una réplica en miniatura de lo que sería un hijo nacido de Medusa y Cthulhu. Lógicamente, no tiene nada de mitológico, ni tampoco se trata de una contaminación por algas, como algunos tuiteros han llegado a comentar. En realidad es algo mucho más simple.

Nada más que adhesivo

Según la web de Rhinomer, este es un producto compuesto por un 100% de agua de mar, a la que se elimina el exceso de sal para que sea compatible con la mucosa nasal.

Como viene siendo normal en cualquier sustancia que vaya a estar en contacto con nuestras mucosas, debe mantenerse estéril y para ello es importante que se conserve en un recipiente que evite posibles contaminaciones. Y es aquí donde entra en juego ese curioso dispositivo que ha salido a la luz por la curiosidad de algunos usuarios de la red social del pajarito.

En su página de Twitter, la compañía farmacéutica distribuidora de Rhinomer en España, GSK, explica que la solución salina se encuentra en el interior de una bolsa transparente de polietileno, encerrada a su vez en una carcasa negra de caucho natural. El resultado es un envase que mantiene el producto aislado y, además, permite su salida suave, sin la necesidad de usar un gas propelente que lo impulse.

Esta membrana inspirada en hueso y cartílago obtiene energía a partir del agua del mar

Hasta aquí todo bien. ¿Pero qué son esas protuberancias marrones que tanto han llamado la atención de quienes han abierto el bote? En realidad no se trata de nada exótico, ni siquiera de un intrincado dispositivo con complejos fines científicos. No son más que unas tiras adhesivas, que permiten que la bolsa y la carcasa se mantengan unidas.

Como ocurre con otros productos de este tipo, es importante mantener la boquilla limpia, evitar temperaturas excesivamente elevadas y desecharlo en caso de que se rompa el envase o se supere la fecha de caducidad. Siguiendo estas premisas, en su interior no debe haber nada más que todo lo mencionado hasta el momento.

Curiosamente, la respuesta a estas imágenes tan peculiares es aparentemente sencilla en exceso; pero, si lo miramos bien, eso no deja de ser un consuelo.

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