Multitud de medios de comunicación e incluso profesionales en oftalmología hablan de una "epidemia" mundial de miopía, especialmente entre niños y adolescentes. Portales de noticias como la BBC destacan titulares como "Por qué los expertos advierten que hay una epidemia de miopía en el mundo", otros hablan de este problema ocular como "la epidemia silenciosa del siglo XXI".
Se estima que una de cada cuatro personas en el mundo actual es miope. No siempre ha sido así, la miopía fue un problema menos frecuente en el pasado. Sin embargo, en los últimos 50-60 años se ha observado un incremento de miopía en algunos lugares del mundo, especialmente en los países asiáticos. En China, por ejemplo, se ha detectado que hasta el 90 % de los adolescentes y adultos jóvenes sufre miopía. Ahora bien, ¿este incremento de la miopía en el mundo es real y está respaldado por estudios científicos o hay otros factores que distorsionan esta percepción y el asunto es mucho más complejo de lo que podría parecer en un primer momento?
El ojo miope: la visión borrosa de lejos
La miopía consiste en un defecto de graduación en la que la imagen no se enfoca sobre la retina (la zona del ojo que recibe y transmite al cerebro la información visual), sino que converge delante de ella. Como resultado, a partir de ciertas distancias el ojo no es capaz de enfocar y la visión aparece borrosa. La causa principal tras la miopía suele ser un ojo demasiado alargado (es más ancho de lo que debería en su eje anterior-posterior). Debido a que el ojo crece desde la niñez hasta la edad adulta, es habitual que la miopía aumente durante este periodo de tiempo por un ojo más ensanchado. No obstante, una miopía puede también deberse, de forma mucho menos frecuente, a lentes del ojo (la córnea o el cristalino que son demasiado potentes.
Es bien conocido que la genética tiene un papel fundamental en la miopía. Los hijos de padres miopes tienen mayores probabilidades de tener este problema de visión. Además de la explicación genética, se cree que también hay factores ambientales que influyen en el desarrollo de la miopía. Sin embargo, nuestro conocimiento sobre qué factores ambientales participan en la miopía y de qué manera es muy limitado, con múltiples incógnitas para las que aún no tenemos respuestas sólidas.
Una inflada "epidemia" de miopía
En diferentes lugares del mundo, como Estados Unidos y Europa, se ha observado que la miopía en niños y adultos jóvenes se ha duplicado en los últimos 50 años. En los países asiáticos este fenómeno es aún más drástico: la prevalencia de miopía en grandes ciudades del sudeste asiático ha pasado de ser del 20 % pocos años después de la Segunda Guerra Mundial a casi el 80 % en la actualidad. Cambios tan rápidos en la frecuencia de miopía en diferentes poblaciones del mundo indican que no se debe a cambios genéticos, sino a factores ambientales.
Aunque sí es cierto que la miopía es un problema ocular que ha aumentado a lo largo del mundo, también hay que tener en cuenta que no se trata de una "epidemia" y que el asunto se ha exagerado por diferentes razones. Por un lado, numerosos medios de comunicación se refieren a este asunto como una "epidemia", cuando no tiene nada que ver con un proceso infeccioso o algo que se contagia y se propaga rápidamente entre la población. Por otro lado, un incremento en la detección de miopía en una población no tiene por qué significar que realmente haya aumentado este problema, ¿cómo puede darse esa paradoja? Básicamente, por las siguientes razones:
En numerosos países, especialmente en Asia, pero también en numerosos Estados occidentales, se han producido en el último siglo dos procesos que han sido determinantes en una mayor detección de la miopía en niños y adolescentes: han aumentado las tasas de escolarización y se ha incrementado el acceso a servicios sanitarios. Muchas familias se dan cuenta de los problemas de visión de sus hijos cuando acuden al colegio y éstos presentan problemas para ver la pizarra. Si en una población hay más niños que van a la escuela, es también más fácil diagnosticar problemas como la miopía que, de otra forma, podrían ser ignorados.
Asimismo, un incremento en el acceso a servicios sanitarios, como la revisión ocular de los niños con cierta frecuencia, también lleva a un aumento en la detección de miopía, especialmente si son miopías leves que no interfieren en la vida diaria. En otras palabras, aunque en una población haya la misma miopía a lo largo del tiempo, si se producen cambios como los anteriores (mayor escolarización y acceso a servicios médicos), se va a detectar más miopía, por la sencilla razón de que antes estaba infradiagnosticada. De hecho, precisamente países como China, Indonesia o India, donde se ha observado un gran aumento de miopía, establecieron hace décadas medidas de escolarización masiva de los niños (su índice de analfabetismo era muy elevado) y un mejor acceso a servicios sanitarios.
Además de la explicación anterior, gran parte de los estudios epidemiológicos sobre miopía en diferentes países tienen una calidad metodológica baja. Como explica el oftalmólogo y divulgador Rubén Pascual (Ocularis) en "¿Epidemia de miopía?": "No quiero decir que el gran aumento de prevalencia de la miopía en Asia sea falso, pero sí resaltar que muchos estudios no están bien diseñados como para fiarnos de las cifras que nos aportan". Buena parte de estas investigaciones utilizan un método para diagnosticar la miopía que no es fiable, pues no permite distinguir entre una miopía real y una acomodación excesiva de los ojos de niños y adolescentes para enfocar imágenes. Igualmente, otros estudios utilizan pautas de fármacos no adecuadas para garantizar un correcto diagnóstico de la miopía. Esto lleva a que el problema de la miopía se exagere artificialmente por la sencilla razón de que se diagnostica como miopía algo que no lo es.
¿A qué se debe la baja calidad de estos estudios dirigidos a diagnosticar la miopía en niños y adolescentes? A que gran cantidad de ellos no están realizados en el ámbito médico, con un diagnóstico preciso, sino que están realizados por optometristas u otros paramédicos que no pueden usar medicación (con el fin de dilatar la pupila y paralizar el músculo ciliar) para distinguir una miopía real de una falsa. Estas investigaciones, por fuerza, han sobredimensionado la miopía en las personas más jóvenes.
Por otra parte, como indica el Dr. Pascual, no hay datos fiables de que en países occidentales como España, por ejemplo, haya aumentado la miopía entre la población en los últimos años. La situación de los países asiáticos no es la misma que en nuestro entorno y no hay estudios científicos rigurosos que indiquen que aquí se esté dando realmente un aumento de miopía: "Claro, la media mundial global ha aumentado, porque la mayor parte de la población es asiática. Pero en países occidentales las pocas publicaciones que hay y que apuntan a un incremento de la miopía no están bien realizados, o no solucionan los sesgos (mejor acceso a los servicios sanitarios, etc.). También vemos las noticias de la televisión, y chocan mucho tanto con la carencia de estudios en España que indiquen eso, como con la práctica clínica. Nosotros no vemos aumento real de la miopía. Sí vemos muchas falsas miopías que ponen gafas en la óptica, y nosotros las “curamos”. Que no curamos nada, claro, quitamos las gafas porque no las necesitan".
¿Por qué, pese a que no hay estudios concluyentes sobre un aumento de miopía en sociedades occidentales, se alerta a la población sobre una "epidemia" mundial de miopía? Pascual apunta a intereses económicos: "Está por una parte las noticias amarillistas que recogen la verdadera “epidemia de miopía” asiática y la conjuga con los estudios sesgados de algunos países occidentales, para hablar de epidemia mundial. Hay mucho dinero en juego, y el miedo vende. Están metidos optometristas, claro está, pero también oftalmólogos. Con el miedo metido en el cuerpo, la gente lleva más a sus hijos a revisarse. Tanto a las clínicas oftalmológicas como a las ópticas. Aquí todos ganan".