Para muchos, la primera generación de PlayStation y los juegos que le acompañaron fueron el primer punto de encuentro con los videojuegos. Por ello, en el imaginario colectivo, revivir esos momentos de la infancia y la adolescencia a día de hoy es un valor añadido que hace de la nostalgia un gran motor de ventas. La actual generación de consolas se ha venido caracterizando por volver a llevar al mercado los éxitos del pasado más que cualquier otra, y lo cierto es que la tendencia del mercado va en aumento.

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Si con *Resident Evil 2 Capcom* supo, con un acierto desmesurado, volver a llevarnos a los rincones de una infancia -la de los videojuegos- terrorífica con una reimaginación de cómo debería ser un juego en pleno 2019 con 20 años a sus espaldas: conservar su identidad, parte de sus mecánicas, pero haciendo creer un concepto al mismo nivel que ha crecido el jugador. Si bien estábamos ante un juego nuevo, los elementos del originan se mantenían intactos a un nivel casi simbólico: era lo suficientemente nuevo como para no poder recorrer los mismos pasillos de memoria, pero lo suficientemente familiar como para saber qué íbamos a encontrarnos.

Suponemos que, como con el original, el salto entre el Resident Evil 2 y el 3, en términos de producción, la cosa iba a ser algo más sencilla que plantear un juego desde cero. Por eso sabíamos que tras el éxito de el remake del dos, el tercero iba a estar al caer. Poco más de un año desde el lanzamiento del primer gran remake original volvemos a las calles de Racoon City para rememorar uno de los títulos más infravalorados de la trilogía original pero que, por otro lado, ha sido la base sobre la que el público general y la cultura pop ha reimaginado el género zombie en el que se basa Resident Evil, y que sin duda supo -y sabe- traer nuevos elementos para que, la misma base de Resident Evil 2, sepa a algo totalmente nuevo, tenga un punto de vista diferente y, sin duda, lleve el remake anterior a un segundo nivel, más grande, más rico... más estresante.

De nuevo, y como en el caso del mencionado Resident Evil 2 Remake, no estamos ante un lavado de cara general del Nemesis, si no ante una reimaginación que mantiene intactas las bases del original pero se asemeja mucho más a lo que se espera sea un juego de 2020: controles de nuevo generación, texturas, iluminaciones y escenarios en alta resolución y, sobre todo, mejoras en la jugabilidad siguiendo el esquema de cámara al hombro con movimientos lentos, que vienen a sustituir los controles de tanque y el sistema de cámaras fijas en las esquinas del original.

La idea detrás de este movimiento es mantener la inmersión respecto a lo que no vemos (lo que está detrás de nosotros) sabiendo además que cuando giremos la cámara esto se hará de una forma relativamente pausada aumentando la tensión del juego. El movimiento, como en el dos, es fluido, pero también limitante respecto al tiempo de reacción, lo que genera más inmersividad y, sobre todo, añade ese toque tirante que pensamos que se habría eliminado al eliminar el sistema de cámaras fijas.

En este sentido, nada cambia si has jugado al dos. El sistema de jugabilidad y menús es idéntico, como ya sucedía en el original, e incluso los elementos como llaves o sistemas de puzzles mantienen, con sus diferencias, la misma esencia. En este caso si algo destaca del Resident Evil 3 Remake es sin duda la importancia del mapa. Aunque en el dos nos daba bastante pistas, el sistema de niveles y escenarios de este juego es algo más complejo (por desarrollarse en un entorno más urbano aunque esté guionizado) y con el Némesis persiguiéndonos de forma más agresiva que el Tyrant, es muy importante familirizarnos con el mismo.

En nuestra demo, de poco más de dos horas, la mayoría de elementos están presentes y sin duda es suficiente como para hacerse una idea del resto del juego, que si mantiene la dinámica del segundo capítulo (aproximado) que hemos jugado nosotros, resultará en un título imprescindible para los amantes del survival. Otro detalle interesante, como en el caso del dos, es que Capcom ha introducido un modo asistido para aquellos que no estén muy familiarizado con este tipo de juego. El juego incluye más pistas, es más sencillo y desde el primer minuto ofrece algunas armas extras y más materiales, pero el modo estándar es totalmente adecuado para la mayoría, aunque se presente algo más difícil, por la agresividad de los enemigos que el juego anterior.

Lo interesante de este apartado es que el juego tiene un punto mixto entre agresividad y agobio y acción, mucho más que el dos. De hecho, es un juego por la cantidad de armas y munición de mayor acción que la segunda entrega, por lo que es más sencillo para los amantes del combate y también está mucho más poblado de enemigos, e incluso la jugabilidad nos permite esquivarlos de forma más sencilla y evitar ataques personales.

En definitiva, los jugadores se van a encontrar con un juego totalmente nuevo pero que recuerda al original, que mantiene lo que funcionaba en el remake del dos y añade nuevos enemigos, algunas mecánicas y entornos urbanos más claustrofóbicos. Los escenarios se han actualizado, y aunque el sentido del juego es el mismo, las formas de llegar del punto A al B son diferentes.

Quizás, la espectacularidad de esta nueva-vieja entrega resida en el Némesis y en sus mecánicas -y secretos-, pero eso deberá ser algo que descubra el jugador por su cuenta. Lo que si podemos decirte es que el retorno a las calles de Racoon merece mucho la pena, y sin duda, tiene todas las papeletas para ser uno de los mejores juegos de 2020 y uno de los títulos cumbre dentro de los remakes de la generación, con permiso del Resident Evil 2.

Próximamente te contaremos qué tal se comporta su modo multijugador asimétrico.

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