La comunicación con algunos animales es posible, al menos entendernos un poquito. Sabemos que los loros pueden repetir palabras y quienes tienen mascotas saben qué quiere cuando hace esto o aquello. Aunque no podamos hacernos entender tan bien como Robert Downey Jr. en Las aventuras del doctor Dolittle, que se estrena el próximo 24 de enero en España y el 31 en México.

No es la primera vez que la historia de este extravagante veterinario es llevada al cine. En 1967 ya se hizo un primer intento, que además ganó hasta un premio Oscar a mejores efectos especiales. Aunque la versión más conocida, probablemente, sea la protagonizada por Eddie Murphy en 1998 en Dr. Dolittle. Pero la historia de John y sus animales viene de más lejos, de los libros publicados en 1920 por el escritor inglés Hugh Lofting.

John Dolittle es un veterinario que ayuda a los animales en su santurario. Después de curarles, estos pueden volver a su vida normal o, si lo prefieren, quedarse con él. Él los entiende y los cuida. Pero su habilidad para hablar con los animales no viene por arte de magia sino de pasar tiempo en su compañía, algo que refleja de forma clara la nueva película protagonizada por Downey Jr.

Doctor Dolittle
Universal Pictures / Perfect World Pictures / Team Downey

No es tan descabellado pensar que personas y animales pueden llegar a entenderse. La primatóloga Rebeca Atencia presentó la pasada semana esta nueva película de Universal en Madrid y habló de su propia experiencia reintroduciendo chimpancés en el Instituto Jane Goodall del Congo y cómo la comunicación con los animales sí es posible: "Creo que es posible comunicarse con los chimpancés, con los perros, con los gatos, con los caballos... Creo que en cada casa hay un doctor Dolittle, si tienes un perro sabes que te puedes comunicar perfectamente con él. Le hablas y te entiende y cuando él te habla, sabes lo que quiere, si quiere salir a la calle, si está contento, si tiene hambre, si está triste...", comenta.

"Hay veces que tú aprendes su lenguaje e imitas sus sonidos y claro que te responden", añade Atencia. Este es su caso, ya que la primatóloga ha aprendido con el tiempo a distinguir distintos sonidos y a comunicarse con los chimpancés: "Yo trabajo con chimpancés e, igual que una persona que tiene un perro en su casa aprende a comunicarse con él, yo he tenido que aprender a comunicarme con chimpancés. He aprendido su lenguaje y cuando hago sus sonidos, entienden algunas cosas y yo entiendo si están tristes o alegres. Tienen su lenguaje y lo puedes entender", afirma. "Cuando convives más con una especie y los observas, aprendes más y más" De hecho, a ella de la película le ha gustado "que los animales no hablaban castellano o inglés sino que era él el que aprendía el idioma de ellos y se comunica con su lenguaje, como cualquier naturalista que con el tiempo termina aprendiendo incluso es sonido de los pájaros. Hay mucha gente que imita sonidos de los pájaros y ellos le responden". "El doctor Dolittle se comunica con animales que no estamos acostumbrados y por eso nos sorprende, pero cualquiera que ha interaccionado con animales, se ha comunicado con ellos y sabe que te responden".

Atencia cuenta, con una sonrisa en la boca, cómo tuvo que desarrollar un lenguaje especial con uno de sus chimpancés, Cutú, a quien considera un amigo. Porque, tal y como explica la primatóloga, allí ha hecho amigos y enemigos. A Cutú le atacaron los chimpancés salvajes y había que darle la medicación en la selva, pero no podían ir y dársela delante del resto de ellos, por lo que desarrollaron un lenguaje secreto para hacerle saber que estaba allí y así pudo darle la medicación.

En otra ocasión, Cutú le salvó de un ataque de otro chimpancé, Chinuá, que le mordió en la cabeza pensando, según cree la primatóloga, que estaba marcando el territorio: "Chinuá estaba enamoradísimo de Lucy y ella se había ido porque estaba en celo, así que creo que, cuando me puse a dar martillazos para colgar carteles con los nombres de los árboles, él se pensó que estaba marcando el territorio". Después de que se le subiera a los hombros y le mordiera la cabeza, ella escuchó cómo hacía el sonido de la llamada al resto del grupo. Estaba tirada en el suelo, pensando en que iba a morir y que se había ido hasta el Congo a salvar chimpancés y que, al final, iban a ser ellos quienes la mataran, cuando llegó el resto del grupo y tuvo la suerte de que entre ellos se encontraba Cutú, que se puso delante para defenderla y "me miró como diciéndome: corre, vamos". La relación con Cutú es tan especial que hasta su hijo lleva este nombre.

Chimpancés, en peligro por la caza furtiva y la deforestación

Por desgracia, los chimpancés están en peligro de extinción debido a la caza furtiva y la deforestación. Por suerte, no hace falta irse hasta África para poder ayudarlos: "No tienes que irte hasta África para proteger a los chimpancés y a otras especies, hay muchas formas. Por ejemplo, los chimpancés, al igual que otras especies, están desapareciendo por la pérdida del hábitat. Esto pasa porque se están talando las selvas porque hay mucha demanda de madera. ¿Y quién la pide? No es la gente del Congo, es la de todo el mundo. Nosotros somos responsables cada vez que estamos comprando madera de estar talando árboles y desertificar la selva", indica a Hipertextual Atencia". "Con la compra responsable de madera se puede ayudar", afirma.

Tampoco es la única forma, claro, hay más: "Otra cosa que está siendo un desastre a nivel conservacionista es el aceite de palma. Se han hecho monocultivos de aceite de palma que están devastando la zona de Indonesia, Borneo, Sumatra... Y están acabando con los orangutanes. Si les quitas la casa, ¿dónde van a estar? Al final terminan desapareciendo", cuenta la primatóloga. "La compra responsable de madera, mirar productos que no tengan aceite de palma... Esto puede hacer el cambio. Es un cambio generacional, que está pasando ya. Cada uno de nosotros podemos ayudar a un chimpancé, un gorila o un elefante con nuestro comportamiento diario.

"Luego ya hay acciones más precisas", añade. "Por ejemplo, en el Instituto Jane Goodall hay un programa de reciclaje de móviles. Hay un material, el coltán, que está causando mucha inestabilidad en muchos países como en la República Democrática del Congo. Y reciclando los móviles se consigue que esos fondos puedan volver a África, a zonas de conflicto del coltán", indica. "El Instituto Jane Goodall de España tiene un programa que consiste en meterse en la web e imprimir una pegatina, recoger los móviles antiguos que tienes en casa y mandarlos a ese sitio. Con esto no tienes ni que dar tu propio dinero". "A mi me gusta mucho ver cómo los niños se apuntan a iniciativas así porque son cosas que han hecho en España. Niños que de repente ven esta iniciativa y, aunque no tienen dinero, sí pueden reciclar móviles y le pueden decir a otros niños que cojan móviles antiguos en sus casa. Hay niños que han reciclado muchísimos móviles, eso es una ayuda enorme porque luego esos fondos van para las zonas de conflicto en las zonas en las que hay gorilas y chimpancés. Son pequeñas acciones que pueden hacer desde aquí y cambiar lo que sucede allí", apunta Atencia.

Pero aún hay más. También es importante que los niños que tenemos a nuestro alrededor desarrollen ese amor por la naturaleza: "Otra acción que es importante es pensar en el futuro y hacer que tus hijos, sobrinos, primos... crezcan con el amor por la naturaleza. Está habiendo como una ruptura entre la naturaleza y los humanos, ya no se planta sino que compras las frutas en el supermercado; no tienes animales en casa... Se pierde ese vínculo y al final nos volvemos más fríos", explica. "Pero un niño es muy importante cuando están creciendo que tengan ese contacto, que se manchen las manos de tierra, que vean cómo crece una semilla. Simplemente el fomentar en los niños ese amor por la naturaleza diciéndoles venga, vámonos al campo o a la sierra o vamos plantar en casa unas lentajas. Eso ya te acerca más a la tierra y a la vida, estás plantando una semillita en alguien que cuando sea adulto va a tener esa empatía por el medioambiente", añade.

No podemos olvidar que no vivimos en "una burbuja" sino que todos "estamos interconectados". Lo que pasa en el Congo, repercute en España y al revés. De hecho, Atencia recibió una medalla en Ferrol, su pueblo natal, y algunas personas no terminaban de entender por qué era tan importante el trabajo de una persona en el Congo, pero el alcalde lo tenía claro y dijo unas palabras que a ella le encantaron sobre que todo el mundo tiene que luchar contra la deforestación y el cambio climático, además puso un ejemplo que lo dejó clarísimo: el Prestige. "Los gallegos no podíamos luchar contra el petróleo que llegaba a la costa, todas las aves estaban manchadas y fue increíble porque vino gente de todo el mundo, hasta de Australia, para salvar a las aves, el ecosistema... Y es que lo que pasa en un sitio afecta al resto", concluye.

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