Los soldados Schofield (interpretado por George MacKay) y Blake (Dean-Charles Chapman) tienen que cumplir unas órdenes que les llevará a salir de su trinchera en plena I Guerra Mundial. 1917 está ambientada en la I Guerra Mundial en pleno frente con Alemania. Hay un momento durante la película que el joven William Schofield se clava un alambre lleno de púas en la mano, ¿se habrá contagiado de tétanos? ¿Ya existiría la vacuna contra esta infección?

Durante la I Guerra Mundial se llevó a cabo la primera inmunización pasiva contra el tétanos, así que Will habría tenido suerte con esta infección. Como nuestro organismo no puede crear anticuerpos contra la bacteria que produce el tétanos, Clostridium tetanis, lo que se hizo fue dar a los soldados los anticuerpos de animales que sí podían crearlos. Después de esto, la primera vacuna general (inmunización activa) llegó en 1924. De hecho, durante la II Guerra Mundial se vacunó a todo el Ejército para prevenir esta enfermedad durante las batallas. Actualmente, esta vacuna es triple, ya que se suministra también con las de la tos ferina y la difteria; esta vacuna se conoce como DTP. Pero volviendo a la película, ¿qué otro tipo de enfermedades se desarrollaban en las trincheras durante esta guerra?

"Durante esa guerra, murieron aproximadamente 9 millones de combatientes y hasta 7 millones de civiles", explica Terence Chorba en su artículo Trench Conflict with Combatants and Infectious Disease. Pero las grandes culpables fueron las infecciones, ya que causaron más muertes durante la guerra que el propio conflicto, añade Chorba. "Se han documentado los éxitos de las vacunas contra la viruela y la fiebre tifoidea. Sin embargo, el tifus transmitido por piojos mató a entre 2 y 3 millones de soldados y civiles en el Frente Oriental, y el final de la guerra en noviembre de 1918 fue acelerado por una pandemia de gripe que comenzó en enero de 1918".

1917
eOne Films

A esta epidemia de influenza virus A, subtipo H1N1, infectó a 500 millones de personas y se la conoció como la gripe española porque, mientras los países en conflicto censuraron la información, en España se informó rápidamente de los avances de la enfermedad. Fue especialmente virulenta ya que no solo infectó a los grupos de riesgo normales de la gripe, que son los niños y ancianos, sino que también muchos jóvenes y adultos saludables pasaron la enfermedad. Es más, muchos animales, como los perros y gatos, también murieron debido a la gripe española. No hay cigras oficiales, pero se habla de que murieron entre 40 y 100 millones de personas en todo el mundo. No fue provocada por la Gran Guerra, pero sí que es probable que el movimiento de las tropas hizo que se expandiese más rápidamente. Además, la tensión del combate pudo debilitar el sistema inmunológico de los soldados y, de ahí, que también fuera más fácil que se contagiara de unos a otros con ligereza.

Trastorno de estrés postraumático o cómo la mente de militares y maltratadas se enfrenta al trauma vivido

Entre las enfermedades que se extendieron a lo largo de las trincheras se encuentran las llamadas fiebre de trinchera o la boca de trinchera. También hubo otro tipo de lesiones (no infecciosas) como el pie de trinchera. Teniendo en cuenta que murieron más personas por estas enfermedades que por las heridas infligidas por la guerra, ¿qué tuvieron que padecer los soldados durante la Gran Guerra?

Enfermedades 'de trinchera'

La llamada fiebre de trinchera es una enfermedad transmitida por el piojo humano, que no solo afectó a los soldados de la Gran Guerra sino que también apareció durante la II Guerra Mundial. Debido al hacinamiento de los soldados en las trincheras, era mucho más fácil que piojos corrieran de cabeza en cabeza sin barreras. La causante de esta fiebre que dura cinco días es la bacteria Bartonella quintana y la incubación es de dos semanas tras la infección. La transmisión sucede cuando una herida se contamina con las heces del piojo. Además de la fiebre, otros síntomas son cefaleas, dolor al mover los ojos, dolor (mialgias) en espalda y piernas y una sensación exagerada de estímulos táctiles (hiperestesia) en la cara anterior de las piernas. En la actualidad, un tratamiento de 7 a 10 días con antibióticos es suficiente para deshacerse de esta enfermedad.

eOne Films

La boca de trinchera fue otras de las enfermedades que sufrieron los soldados durante la I Guerra Mundial, de ahí el nombre. En la actualidad, se la conoce entre los especialistas como gingivitis ulcerativa necrotizante aguda. Se trata de una infección grave causada por las bacterias que tenemos de forma natural en la boca. Diferentes factores pueden aumentar el riesgo de padecerla como el estrés, la mala higiene bucal, fumar o mascar tabaco, beber alcohol o tener un sistema inmunológico débil. Entre los síntomas de la boca de trinchera se encuentran llagas dolorosas entre los dientes, frecuentemente con una capa gris encima; sangrado de las encías, que también duelen al hablar, comer y tragar; fiebre y cansancio; exceso de salivación y mal aliento, un sabor metálico en la boca y, en ocasiones, inflamación de los ganglios del cuello. Por suerte, esta enfermedad no es contagiosa.

El pie de trinchera o de inmersión no es una enfermedad infecciosa sino una lesión que se produce debido a una prolongada exposición a condiciones de frío y humedad, como las que se daban en la I Guerra Mundial. Los pies constantemente mojados (humedad) y a temperaturas menores a los 15,5 grados centígrados pueden causar esta lesión: "La herida ocurre porque los pies mojados pierden el calor 25 veces más rápido que pies secos. Por lo tanto, para prevenir la pérdida de calor, el cuerpo estrecha vasos sanguíneos para cerrar la circulación en los pies. El tejido de piel comienza a morir debido a la carencia de oxígeno y nutrientes y debido a la concentración de productos tóxicos", explican desde la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos. Los síntomas del pie de trinchera son el enrojecimiento de la piel, entumecimiento, calambres en las piernas, hinchazón, dolor con hormigueo, ampollas o ulceras, sangrado bajo la piel y puede llegar hasta a producir gangrena (el pie puede hacerse morado oscuro, azul, o gris). En el caso de que el pie llegara a gangrenarse, había que amputar.

Por desgracia, ni siquiera los soldados que usaban botas impermeables o muy apretadas podían librarse de la enfermedad ya que la acumulación del sudor en los pies también lo produce. Además de un calzado adecuado, la mejor forma de evitar este tipo de lesión cuando uno se encuentra en zonas húmedas y muy frías es secarse muy bien los pies y tener siempre a mano calcetines que no estén ni húmedos ni mojados.

Las guerras en sí ya son una causa de mortalidad entre la población, ya sean soldados o civiles, pero si añadimos condiciones de hacinamiento, humedad, poca higiene... Todo se complica mucho más. Esto es lo que tuvieron que soportar los soldados de la I Guerra Mundial durante el transcurso de esta.