Pasar las tardes de Navidad bajo las mantas disfrutando de una película sencilla y romántica es casi una necesidad para quienes se llenan de espíritu navideño en cuanto descuelgan los adornos de Halloween. Todos ellos están de suerte, porque cada vez son más cadenas las que se suman a la producción anual de películas de esta temática.

Este año, Netflix ha duplicado el contenido navideño con respecto al 2018. No solo ha puesto el broche final a la trilogía de Príncipe de Navidad con Príncipe de Navidad: el bebé real, sino que nos trae cinco películas originales más, su primera serie navideña, Feliz Navidad y esas cosas, y especiales festivos de algunos de sus programas de repostería, como Niquelao! Navidad EE.UU. o Sugar Rush: Navidad. Es decir, lo necesario para darnos un buen empacho de espíritu navideño durante todo el mes.

Sin embargo, la oferta de Netflix apenas cubre una cuarta parte de lo que tiene preparado el canal estadounidense de pago Hallmark, de sobra conocido por su contenido navideño. Desde que en 2009 estrenaran la cinta Countdown to Christmas, Hallmark ha encontrado un nicho fiel entre los aficionados a este tipo de películas. En 2019, ha estrenado un total de 40 filmes navideños; 24 para el canal principal y 16 más en la cadena secundaria Hallmark Movies & Mysteries.

Las películas de Hallmark tienen un denominador común: ser el “lugar feliz” de los más sentidos con el espíritu navideño a través de una fórmula a prueba de fallos. Quien apuesta por pasar el mes de diciembre enganchado a estas producciones no busca que lo sorprendan, sino desconectar gracias a historias sentimentales y románticas sobre el verdadero sentido de la Navidad. Así, la mayoría de estos filmes suelen tratar sobre una mujer de ciudad adicta al trabajo que viaja a su pueblo natal por las fiestas. Allí, conoce a un apuesto joven, o se reencuentra con un amor del pasado, y gracias a la trama romántica se centra en los pequeños detalles y abandona su vida urbanita.

Esta estrategia ha probado ser más que eficaz en los últimos diez años, al menos entre su público objetivo, que son las mujeres de unos 58 años de media procedentes del medio oeste y el sur del país. Las castas historias románticas de Hallmark, en las que el sexo nunca se menciona y los protagonistas apenas se besan al final, son un reclamo anual para este público. Hallmark ha explotado su faceta navideña hasta el punto de convocar una Convención de Navidad en Nueva Jersey a principios de noviembre, a la que asistieron fans de todo el país para conocer a sus actores favoritos y participar en las actividades navideñas. Además, es una tradición para muchos estadounidenses organizar maratones caseras de películas de Navidad en compañía de otros aficionados.

En España, este ritual de invierno está presente en muchas casas gracias a las apuestas de algunas cadenas en abierto por las cintas navideñas en la sobremesa. Clásicos como Love actually, ¡Qué bello es vivir! o The Holiday encuentran su hueco en nuestros hogares con las reposiciones anuales. Gracias a Netflix, empieza a crearse una cierta expectativa por encontrar historias nuevas cada año.

La plataforma ofrece una cantidad más limitada de películas que Hallmark, pero juega con el factor de la originalidad y el prestigio de su parte. Tras el boom de Príncipe de Navidad en 2017, su producción navideña no ha hecho más que aumentar. También juega a su favor el entusiasmo de las redes sociales, que se volvieron locas con la periodista que se infiltra entre la familia real de un Estado europeo ficticio y acaba convertida en princesa.

En el momento de su estreno, multitud de medios escribieron sobre este fenómeno, sorprendidos por el éxito de una película que se considera mediocre a nivel cinematográfico. En Vogue, por ejemplo, la tildaban de “horrible”, pero “hilarante”. Y es que Príncipe de Navidad dio en el punto medio entre lo adorable y lo ridículo, consiguiendo que, incluso quienes no se la tomaban en serio, disfrutaran de ella, aunque fuera a modo de sátira.

El subgénero de la Navidad

Las películas de Navidad se han consolidado prácticamente como un subgénero propio dentro de las comedias románticas. Su objetivo principal no es mostrarnos una realidad cruda, sino levantarnos el ánimo y calentarnos el corazón con historias tiernas, idealizadas y pastelosas. En eso, Hallmark se lleva la palma, pero Netflix se está tomando muy en serio su carrera, si no para desbancar al canal de pago, al menos para conseguir el segundo puesto.

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Para ello, se está haciendo con un buen plantel de actores que se conviertan poco a poco en su reparto recurrente para la Navidad, del mismo modo que ha hecho Hallmark en los últimos diez años. En Estados Unidos, nombres como Lacey Chabert, Danica McKellar o Jodie Sweetin no son desconocidos; al contrario. Son los rostros visibles de la maquinaria navideña de Hallmark y las protagonistas de eventos especiales como la reciente Convención de Navidad.

Por el momento, Netflix ha elevado a la categoría de celebrity navideña a Rose McIver, la protagonista de Príncipe de Navidad y a Vanessa Hudgens. La antigua chica Disney se desdobló el pasado año para interpretar a los dos personajes principales de Cambio de princesas, una nueva adaptación del cuento clásico del príncipe y el mendigo que fue todo un éxito. De hecho, la plataforma está preparando una continuación para 2020. Esta Navidad, Hudgens ha vuelto a Netflix para ser la protagonista de *El caballero de la Navidad, en la que se mete en la piel de una profesora de instituto enamorada de un adorable caballero medieval recién llegado del siglo XIV.

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Por lo que respecta a Hallmark, la primera de sus películas navideñas, Countdown to Christmas, cuenta con más de 35 millones de espectadores, según datos de Nielsen. Además, entre la última semana de octubre y las dos primeras de noviembre, la cadena fue la mejor valorada a lo largo de todo el día en Estados Unidos, solo por detrás de informativos y programación deportiva en algunas franjas horarias. La supremacía de este canal en los últimos meses del año viene siendo costumbre desde que arraigó su popularidad como proveedora de felicidad navideña.

Además, es un negocio que le sale muy rentable. En 2018, Hallmark invirtió apenas dos millones de dólares en la producción de cada película —unos 72 millones entre las 36 del catálogo del año pasado—, e ingresó 390 millones por publicidad.

Como es habitual, Netflix no ha revelado los datos de audiencia de sus productos navideños. Sin embargo, podemos tomar la producción de secuelas como una señal del éxito que están obteniendo. La saga de Príncipe de Navidad acaba de estrenar su tercera entrega y Cambio de princesas tendrá secuela el próximo año. Además, la compañía ha dejado claro algo que los fans habían ido deduciendo a través de pequeñas pistas en las películas: están montando su propio universo navideño.

Los protagonistas de El caballero de la Navidad ven en Netflix Safari por Navidad y mencionan el reino ficticio de Aldovia (Príncipe de Navidad). Del mismo modo, en El calendario de Navidad se menciona Herencia navideña y así hasta interconectar siete de sus cintas originales. Si bien las historias no están ligadas como en los universos de superhéroes, se crea un concepto bastante meta y un guiño simpático a quienes han hecho maratón de todas ellas.

Navidades diversas

Una de las críticas que más han recibido las películas navideñas de Hallmark en los últimos años va en referencia a la falta de diversidad en sus historias. Los protagonistas suelen ser personas blancas en su mayoría, no hay personajes con diversidad funcional y, desde luego, la representación LGTBI+ brilla por su ausencia.

De hecho, el canal ha estado este mes en el centro de la polémica por dos cuestiones relacionadas con esto mismo. La primera de ellas se produjo hace un a semana después de que la cadena retirara un anuncio en el que se veía a dos mujeres besándose el día de su boda. El anuncio correspondía a una web de planificación de bodas, que tenía contratados otros cinco con parejas heterosexuales.

La plataforma One Million Moms presionó a la cadena para que lo retirara, ya que, según un mensaje en su página web, no era “adecuado para toda la familia”. Hallmark cedió a esta presión, afirmando que la “expresión de afecto” entre dos personas violaba su política de publicidad, aunque no retiró ninguno de los anuncios en los que aparecían parejas heterosexuales en situaciones igualmente románticas. Esto produjo un gran revuelo entre la comunidad LGTBI+, con más de una celebridad posicionándose en contra de la decisión de Hallmark. Finalmente, el canal reinstauró el anuncio y admitió su error.

Sin embargo, la polémica no termina aquí. La actriz Hilarie Burton denunció en Twitter que había abandonado sus proyectos en Hallmark después de que la cadena se negara a conceder espacio a historias más inclusivas y diversas. “Insistí en que se incluyera a un personaje LGTBQ, una pareja interracial y un reparto diverso”, comenta Burton, “ninguna de mis peticiones fueron atendidas y me dijeron «lo tomas o lo dejas»”.

La cuestión de Hallmark con la diversidad es un aspecto que sale a la palestra cada año, pero que no parece que tenga una solución temprana. Esta escritora y antigua trabajadora de la compañía relataba la experiencia de los colectivos marginalizados que trabajan para la cadena en otra serie de tuits:

¿Es netflix la contrapartida perfecta para conseguir más diversidad? Si bien su contenido general es mucho más inclusivo que el de Hallmark, por el momento, la plataforma de streaming no ha producido ninguna película con una pareja LGTBI+ protagonista. Sí hay protagonistas racializados en Calendario de Navidad y Navidad, loca Navidad. Además, en Noches blancas se relatan diferentes historias de amor, entre las que hay una pareja de chicas.

También en su primera serie navideña original, Feliz Navidad y esas cosas, hay un reparto más inclusivo. La historia escoge un formato sitcom noventero que después revierte con algunos ideales más modernos, como nuevas masculinidades, personajes racializados y una mujer que descubre su homosexualidad, interpretada por otra antigua chica Disney Channel, Ashley Tisdale.

El futuro de la ficción navideña

Hallmark sigue siendo el número uno en producción de películas de Navidad, y no parece que nadie vaya a quitarle el puesto en el futuro cercano. Mientras que esta se centra en producir el mayor número posible de películas con un tono similar, Netflix busca diferenciar sus películas para replicar el fenómeno de Príncipe de Navidad. Tampoco descuida al público local, ya que la plataforma ha acogido la serie noruega Navidad en casa, la miniserie alemana Secretos por Navidad y la española Días de Navidad.

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Pero no son los únicos que se suben al carro de la Navidad. Otros canales norteamericanos, como Lifetime o UPtv han estrenado este mes su propia tirada de películas románticas con la cena de Nochebuena como telón de fondo. Además, Amazon Prime Video ha apostado por un especial navideño con The Kacey Musgraves Christmas Show y Disney+ incluye en su catálogo Noelle, la comedia sobre Santa Claus protagonizada por Bill Hader y Anna Kendrick. El juego de tronos por la Navidad ha dado comienzo y sí, llega el invierno… Cada vez más temprano.

Ya sabemos que para Mariah Carey la Navidad empieza el 1 de noviembre —no por nada ha sido coronada por su fans como la embajadora de la Navidad—, pero no es la única que se aprovecha esa noche para sustituir los adornos de Halloween por el árbol de navidad. Las plataformas de streaming y canales de televisión también estrenan sus películas con mucha antelación, y cada año más.

Cuando Hallmark empezó a emitir su programación navideña, lo hacía en diciembre. Este año, sin embargo, la primera película se emitió el 26 de octubre, antes incluso de Halloween. Para Netflix, ocurre algo similar. En 2017, estrenó Príncipe de Navidad el 17 de noviembre. Este año, su primera película de Navidad, la animada Klaus, llegó a la plataforma el 8 de noviembre.

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