Ford v Ferrari, titulada en España como Le Mans 66 y en América Latina como Contra lo imposible, ha irrumpido en las salas de cine como uno de los últimos grandes estrenos del año.
La historia se centra en el expiloto y diseñador de coches Carroll Shelby (interpretado por Matt Damon) y el también piloto Ken Miles (Christian Bale), en su aportación en el intento de Ford por superar a Ferrari en las grandes carreras de automovilismo.
La cinta de James Mangold (director también de Logan) hace un recorrido bastante certero y pegado a la realidad de lo que ocurrió en este duelo de marcas, que a la postre cambió para siempre la historia de las carreras de resistencia y en gran medida también el diseño de automóviles. Sin embargo, como toda ficción, también se toma sus licencias dramáticas que en ocasiones la alejan del relato histórico.
En las siguientes líneas repasaremos la historia de este duelo entre dos de los grandes constructores de todos los tiempos, y aunque los spoilers en historias basadas en hechos reales puedan parecer un tanto absurdos, te avisamos de que puedes encontrártelos si no has visto todavía la película.
Ford vs. Ferrari: o la gran fábrica contra el estilo italiano
La historia que llevó a Ford a buscar entrar en el escaparate de las carreras de velocidad y resistencia se remonta unos años atrás de la fecha marcada en el título de la película. En 1963, la Ford Motor Company seguía siendo la principal fábrica de autos de Estados Unidos, pero sus ventas habían disminuido ante la pujanza de General Motors y de otras marcas, algunas de las cuales comenzaban a llegar desde el extranjero.
Mientras Ford se había centrado a lo largo de su historia en hacer modelos utilitarios, el mercado estaba pivotando hacia propuestas más agresivas: era la época de los primeros deportivos y Ford aún no había lanzado ni su primer Mustang, modelo mítico en el que por cierto tuvo mucho que ver el ejecutivo Lee Iacocca, interpretado en la cinta por Jon Bernthal.
Con este panorama, la Ford, entonces dirigida por Henry Ford II, nieto del empresario original, decidió que una buena forma de llamar la atención de las nuevas generaciones era exponer sus coches en carreras de velocidad, algo que nunca habían hecho. Y ahí, la primera opción que se les ocurrió, como se muestra en la película, fue intentar la compra de Ferrari.
La escudería Ferrari, comandada por el mítico Enzo, había logrado arrasar en las últimos campeonatos mundiales y en concreto en Le Mans, donde los caballos rampantes mostraban su resistencia frente al resto de escuderías. La OPA sin embargo no salió bien. Pese a ofrecer una suma de 10 millones de dólares, Enzo descartó la opción al comprobar que no tendría el control total de su sección de carreras. Unos meses después, Ferrari, que estaba pasando apuros económicos, sí que aceptó la adquisición por parte de FIAT, esta vez con un acuerdo que sí respetaba su independencia en la competición.
Sobre la relación casi burlesca entre los dos magnates que retrata la película, se ha escrito mucho, y parece ser que sí que fue así. AJ Baime, autor de Go Like Hell: Ford, Ferrari, y su batalla por la velocidad y la gloria en Le Mans (libro en el que se basa la película) recoge al respecto que “se podría decir que el CEO más famoso y poderoso de Estados Unidos, Henry Ford II, se enfrentó a Enzo Ferrari, el hombre más narcisista que caminó por la tierra, pero merecidamente, porque era un genio. No podrías escribirlo mejor”.
Hasta aquí, por lo tanto, la película muestra una versión bastante ajustada a la realidad sobre cómo se llegó a la primera intento de Ford en las carreras. Veamos ahora lo que se omite.
Las otras personas detrás del Ford GT 40 además de Shelby y Ken Miles
Henry Ford II tomó la decisión tras el rechazo de la compra de Ferrari de intentarlo a su forma. Ya que no había servido la clásica opción de 'si te superan, cómpralo', optó por poner en marcha su propia sección de racing.
Para ello se formó la Ford Advenced Vehicles Ltd., con sede de forma inicial en Reino Unido. Era 1963, y el objetivo era más pronto que tarde tener un prototipo que compitiera en las principales carreras del mundo, y a ser posible, superando a Ferrari.
Aquí es donde la película omite parte de los intentos previos por hacer un Ford de carreras antes de la llegada de Shelby y Miles. La Ford contrató para tal propósito al ex-director del equipo Aston Martin, John Wyer y a Eric Broadley, propietario y jefe de diseño de Lola Cars, ambas firmas que ya habían tenido experiencia en carreras de velocidad. Junto a ellos estaba además el ingeniero interino Roy Lunn, interpretado en la cinta por JJ Feild y el único de los tres que aparece expresamente.
En 1964 la primera versión del Ford GT40 se midió en las 24 horas de Le Mans, a la que Ford, como escudería, acudió con tres equipos. Ninguno de ellos llegó a meta. Problemas en la caja de cambios y los frenos hicieron que todos los coches abandonaran. El que más lejos llegó fue hasta las 14 horas con el auto conducido por los pilotos Phil Hill y Bruce McLaren.
Ahora sí, con el primer fracaso, había llegado la hora de que entraran en escena Carroll Shelby y Ken Miles.
Shelby y Miles y el camino a Le Mans 66
Aunque los autos del equipo de Ford no consiguieron acabar la carrera de 1964, un coche con uno de sus motores sí que lo hizo. Fue el Shelby Daytona Cobra Coupé de Shelby American, la empresa que en 1962 había fundado el personaje interpretado por Matt Damon.
Carroll Shelby fue un expiloto que consiguó ganar en Le Mans a finales de los 50, antes de que unos problemas cardíacos le obligaran a retirarse. Entonces fundó su compañía, un fabricante independiente que consiguió importar coches Cobra desde Europa. Desde el comienzo, la Shelby American y la Ford mantuvieron una relación empresarial en la cual se prestaban tecnología y avances.
Así las cosas, Ford entendió que recurrir a Shelby, ganador de Le Mans y que ahora como constructor también había conseguido acabar su carrera, era su mejor atajo para conseguir vencer al fin a Ferrari. Es ahí donde entran en escena tanto el otro protagonista de la película, Ken Miles, como uno de los ingenieros de confianza de Shelby, Phil Remington, interpretado por Ray McKinnon.
Miles, inglés de nacimiento y antiguo conductor de tanques en la II Guerra Mundial, era uno de los pilotos más cercanos de Shelby, compañero de fatigas. Lo que se cuenta en la película sobre él está bastante pegado a la versión que han dado sus biografías: un tipo capaz de manejar los coches como nadie y además con un oído de mecánico para captar cualquier fallo o posible mejora que hacer en los motores.
Remington por su parte fue quien ideó la solución para uno de los mayores problemas del Ford GT40: la imposibilidad de sus frenos de resistir a Le Mans. Los frenos eran un problema constante. Los ingenieros de Ford calcularon que cuando un conductor pisa los frenos al final de la inmensa recta de Mulsanne en Le Mans, los rotores de los frenos delanteros aumentaban su temperatura a 1.500 grados Fahrenheit en solo unos segundos, lo que provocaba un fallo inminete.
Mediante pruebas con dinamómetros y ordenadores, los ingenieros de Ford calcularon el límite de resistencia de los frenos, ya con Miles en las pruebas, y al final llegaron a la conclusión de que lo mejor era cambiar por completo el sistema de frenado en las paradas en boxes, un desarrollo que salió de la mente de Remington. Todo ello dio como resultado el Ford GT 40 Mk. II, el coche que triunfaría en el 66.
La película sitúa a Ken Miles como un piloto anárquico que mezclaba su destreza al volante con cierto carácter iracundo, y puede que fuera así, pero no es cierto que Ford intentara apartarlo como piloto. De hecho, Miles participó en la segunda intentona de Ford en Le Mans en 1965, algo que en la película se sustituye por la decisión de Ford de dejarlo en casa, donde el personaje de Bale predice que ninguno de los Fords terminarán.
Lo cierto es que Miles fue uno de los pilotos de Ford en aquella carrera conduciendo junto a McLaren uno de los Shelby American. Un problema de nuevo en la caja de cambios hizo que tuvieran que abandonar la carrera a las 4 horas de empezar.
En esta edición, la de 1965, se produjo además un hecho aún más doloso en la rivalidad entre Ford y Ferrari a favor de los italianos. Los ganadores de aquel año volvieron a ser los coches rojos, pero esta vez dentro de un equipo de nueva formación llamado North American Racing Team que competía con coches Ferrari pero pilotos estadounidenses para intentar promocionar la marca en el país de las barras y estrellas. En otras palabras, Ford había recibido un golpe más directo al hígado.
La foto de los tres Ford en Le Mans 66 y el papel de Leo Beebe
Y así llegamos a Le Mans 66, la mítica carrera, donde la película resumen bastante bien todo lo ocurrido durante la misma. Durante las pruebas para la carrera Ford sufrió un nuevo golpe con la muerte durante una práctica del piloto Walt Hansgen, lo que estuvo a un paso de hacer que no compitieran, pero aún así lo hicieron con ocho coches, tres de ellos al cargo de Shelby.
Es cierto que Miles sufrió nada más comenzar un problema con su puerta, y es cierto que se le obligó a frenar cuando iba en cabeza para que se produjera la mítica foto con los tres Fords entrando en línea de meta a la vez.
La organización de Le Mans le dio la victoria al Ford conducido por Chris Amon y McLaren -que después fundaría la escudería que compite en F1- porque inició la carrera unas cuantas posiciones por detrás del Shelby de Miles. Había recorrido, por lo tanto, unos metros más.
Es cierto que Ford desconocía esta norma y que esperaba que se decretara un empate que finalmente no ocurrió. Y también es cierto que, en realidad, lo que buscaba la compañía era conseguir esa foto de marketing por encima de cualquier otra cosa, privando a Miles de ser el único piloto en conseguir en un mismo año la victoria en las 24 horas de Daytona, las 12 horas de Sebrings, y Le Mans.
Leo Beebe, encargado del equipo de carreras de Ford -interpretado por Josh Lucas en la película- es quien recibe el mayor peso de villano en la cinta. Aunque no hay pruebas de que tuviera una animadversión personal hacia Miles, sí que es cierto que suya fue la idea y la orden de conseguir la foto con los tres Fords en meta. Sobre esto, en una entrevista concedida unas décadas después comentaba: “Ken Miles, quien luego murió, lamentablemente no ganó la carrera ese año. Tuve algunos remordimientos reales sobre esto. Pero era un temerario y lo detuve y literalmente diseñé el final de esa carrera: uno, dos, tres... Llamé a Ken Miles y lo detuve porque temía que los pilotos se golpearan unos a otros. Solo hacía falta un accidente para que perdiéramos toda nuestra inversión". Que cada uno juzgue como quiera.
La muerte de Ken Miles y su legado
Ken Miles falleció en el circuito de pruebas de Riverside International en agosto del 66, solo unos meses después de Le Mans. Lo hizo conduciendo un Ford J, el nuevo modelo llamado a suceder al Mk. II. Según las crónicas de la época, era un día soleado y sin problemas para la conducción, pero durante una de las últimas rectas, el coche hizo un trompo y Miles murió. Como muestra la película, su hijo estaba en el circuito aquel día.
Los ingenieros achacaron el accidente a problemas de aerodinámica en el Ford J, que se modificó en gran medida para corregir la elevación trasera generada a velocidades de carrera. Los trabajadores de Ford, bajo presión después dos accidentes fatales en el programa en cinco meses (la de Miles y la de Hansgen), también ordenaron la instalación de una jaula antivuelco. La muerte de Miles, de 47 años, después de Hansgen, de 46 años, llevó a Ford a probar con pilotos más jóvenes posteriormente.
El auto J, significativamente revisado, fue renombrado como Ford Mk IV y ganó las únicas dos carreras en las que participó: el Sebring (Florida) de 12 horas de 1967 y las 24 horas de Le Mans de 1967. La jaula antivuelco de acero en el Mk IV (obligatorio como resultado directo de la muerte de Miles) probablemente salvó la vida de Mario Andretti, quien se estrelló violentamente durante las 24 Horas de Le Mans de 1967, pero logró escapar.
Los coches de Ford siguieron ganado en Le Mans de forma consecutiva hasta 1969, momento en el que Ford decidió no continuar con su proyecto de carreras. Se estima que invirtieron cerca de 25 millones de dólares de la época.
Shelby falleció en 2012 a los 89 años como resultado de mayores complicaciones en sus problemas cardíacos, tras una larga carrera como diseñador de coches de culto en alianza con Ford. Miles, por su parte, figura hoy en el Hall of Fame del automovilismo.