Aunque queda mucho camino por recorrer, parece que la sociedad empieza a comprender seriamente que debemos hacer cambios en nuestros hábitos de consumo para enfrentarnos a la crisis climática que padecemos, seamos o no conscientes de ella. Y aunque no hay soluciones perfectas, toda ayuda es poca para reducir el estrés al que sometemos al planeta a base de extraer recursos y desecharlos a una excesiva velocidad.
Tras esta idea, el norteamericano Eric Lundgren, de nombre completo Clifford Eric Lundgren y conocido como Mr. Green, decidió dedicar sus esfuerzos a reciclar y reutilizar el máximo posible de basura electrónica que va amontonándose en los basureros de todo el mundo, en muchos casos en países asiáticos y africanos. Y aunque esta tarea se vea con buenos ojos por la mayoría de la sociedad, Lundgren se topó con las leyes de copyright.
Activista, emprendedor y con un récord Guinness en su haber, Mr. Green pasó un año en la cárcel por infringir los derechos de copyright de Microsoft en relación a su sistema operativo Windows. Pero esta historia bien merece que empecemos por el principio, repasando los éxitos de Eric Lundgren en su intento por aprovechar lo que otros consideran basura electrónica y cómo sus problemas legales con Microsoft han servido para darse a conocer en todo el mundo.
El arte de reciclar
La humanidad tiene un problema. Bueno, tiene muchos, pero uno de ellos consiste en vivir en un sistema económico que parte del crecimiento infinito pero cuya realidad es un planeta de recursos finitos. Y al ritmo al que vamos, cada vez es más complicado encontrar ciertos materiales a no ser que rebusquemos en la basura.
Desde muy temprano, el estadounidense Eric Lundgren se dedicó a reciclar electrónica. Nacido en la pequeña ciudad de Lynden, en el estado de Washington y de poco más de 15.000 habitantes, el joven Eric se crió en una granja y se inició en el noble arte del reciclaje a los 15 años aprovechando ordenadores del único banco de la ciudad. Tan fácil como preguntar qué iban a hacer con los viejos ordenadores que iban a sustituir por otros más nuevos.
Cuatro años después, en 2002, Lundgren se mudó a Los Ángeles y con tan solo 19 años creó su primera empresa de reciclado de electrónica, Environmental Computer Associates (ECA). Entre su cartera de clientes tuvo nombres tan importantes como la mismísima American Airlines. Su éxito fue tal que en 2010 vendió su empresa a Access Computer Products, que a su vez pertenecía a Waste Management.
Pero por el camino, Lundgren hizo un viaje a China que duraría cinco años y que le permitiría ver de primera mano cómo reaprovechaban la basura electrónica en el gigante asiático y cómo podía sacarle partido. De ese viaje, y de la compra de su primera empresa, nace en 2012 una nueva empresa, IT Asset Partners, dedicada al reciclaje tanto de computadoras como de baterías de litio y otros componentes electrónicos empleando para ello lo que se conoce como reciclaje electrónico híbrido o lo que es lo mismo, en vez de dar vida a un dispositivo electrónico, aprovechar piezas y partes de distintos dispositivos para obtener uno nuevo, o en este caso, reciclado.
En la lista de logros de Eric Lundgren hay hitos como un proyecto de reciclado de basura electrónica en Ghana, la donación de teléfonos móviles reciclados a soldados estadounidenses destinados por todo el mundo o su récord Guinness gracias a The Phoenix, un viejo BMW reconvertido en automóvil eléctrico y que alcanzó la máxima distancia posible en un vehículo electrónico en aquel entonces (2017).
Así pues, ¿en qué momento se torció todo y Microsoft decidió acudir a los tribunales?
Los discos de rescate
Eric Lundgren no pasó un año en la cárcel por reciclar computadoras o teléfonos móviles. Tampoco por crear un automóvil electrónico con el 90% de piezas recicladas. Su delito, a camino entre la ingenuidad y el desconocimiento, fue grabar y vender discos de rescate de Windows junto a los ordenadores reciclados. En concreto, 28.000 discos, por los que fue condenado a 50.000 dólares de multa y 15 meses de prisión.
Este desliz legal se remonta a 2012, cuando Lundgren viajó a China. Allí, creó 28.000 discos de rescate de Windows basados en los que facilita el fabricante Dell y los envió a Robert Wolff, un distribuidor de Florida. Si bien Microsoft ofrece estos discos de manera gratuita, es más, puedes descargar una copia de internet y grabarla tú mismo sin coste alguno, Lundgren y el distribuidor de Florida decidieron vender estos discos a un precio simbólico de 25 centavos. El objetivo, facilitar a los usuarios tener un disco de rescate de Windows a mano en una época en la que las conexiones no eran tan rápidas ni los pendrives eran tan populares.
Pero cuando esos discos pasaron la frontera, las autoridades estadounidenses empezaron a investigar. Los discos no llegaron a venderse a ese precio simbólico, pero ante las presiones gubernamentales a Robert Wolff, quien debía distribuir los discos en Florida, éste envió a Lundgren 3.400 dólares en pago. Así empezó un proceso legal en el que se acusaba a ambos de conspiración para traficar con productos falsificados y violación de derechos de autor.
De nada sirvió argumentar que el valor de los discos era cero y que no se estaba dañando a nadie, ya que ni Microsoft ni los fabricantes de computadoras vendían esos discos. La fiscalía federal valoró esos discos de 25 centavos a 299 dólares cada uno, el precio de una licencia nueva de Windows. Así, el argumento inicial era que Microsoft había perdido 8’3 millones de dólares en ventas de sus licencias de software, si bien la propia Microsoft valoró más adelante esos discos a 25 dólares cada uno.
Lundgren se había dedicado toda su vida a dar una segunda vida a la basura electrónica sin preocuparse por licencias ni copyrights. Y como decíamos al principio, nada le hacía pensar que se topara con la ley en mayúsculas y que tuviera problemas legales de este tipo y, mucho menos, por algo como los discos de rescate de Windows. Tampoco contaba con el asesoramiento legal necesario, algo que tampoco hubiera servido de nada ante la maquinaria legal de un gigante como Microsoft que argumentó que con los discos de rescate no oficiales se dañaba su imagen. Y el desconocimiento informático por parte de los jueces, en opinión del propio Eric Lundgren, tampoco ayudó mucho.
Ni las apelaciones ni la campaña en apoyo de Lundgren #FREEmrGREEN le libraron de la multa y del año en prisión. Tampoco importó que los discos no llegaran a venderse ni a distribuirse. La mera intención bastó para condenarlo.
En defensa del reciclaje
Resulta curioso que tras tantos años reciclando aparatos y piezas electrónicas, cada una de su padre y de su madre, el problema legal que tuvo Eric Lundgren tuviera que ver con el software en vez de con el hardware.
En la actualidad, Lundgren ya está fuera de prisión y sigue con su labor de activismo promoviendo el reciclado de la basura electrónica y, además, intentando que su caso sea el último en relación a su entuerto legal con Microsoft. En varias entrevistas se reafirma en sus convicciones y no se arrepiente de lo que hizo. En una entrevista en Vice afirma: “Creo que la historia descubrirá que Microsoft está en el lado equivocado de la humanidad cuando se trata de reciclar”.